KOKOMO CITY 6 puntos

(Estados Unidos, 2023)

Dirección y guion: D. Smith.

Duración: 73 minutos.

Disponible en MUBI.

La forma franca, directa y confesional de la anécdota que abre Kokomo City marca el tono del resto del documental. Sentada sobre su cama, una joven trabajadora sexual recuerda el encuentro con un cliente que pudo haber terminado en desastre, aunque todo haya partido de un equívoco. Más allá de su tono humorístico–que incluye una fellatio abortada por la visión de una pistola Glock– y del final relativamente feliz, el relato de Liyah pone de relieve los peligros reales a los que se expone constantemente en su trabajo. Más aún por tratarse de una mujer trans y negra, como las otras tres trabajadoras sexuales retratadas en el film. 

El paso de Kokomo City por festivales de cine como los de Sundance y Berlín llamó la atención sobre su realizadora, la debutante D. Smith, a su vez una mujer trans negra. No es menor el hecho de que Smith, un ex productor musical exitoso, nominación al Grammy incluida, haya sido empujado al ostracismo profesional luego de transicionar hace una década, ya que parte del hueso del documental está relacionado precisamente con los fuertes prejuicios de la sociedad en general y, muy en particular, la afroamericana.

La banda de sonido destaca la letra del viejo blues “Sissy Man Blues”, escrito por Kokomo Arnold (de allí el título de la película) a mediados de los años 30: “Señor, por favor, si no puedes enviarme una mujer / por favor, envíame un mariquita”. Una de las entrevistadas repasa, sin pelos en la lengua, algunas de las diferencias esenciales entre sus clientes, destacando el hecho de que son precisamente los más machotes los que más pija quieren (sic). De allí se desprende el rol de parias de las mujeres trans en la comunidad negra, despreciadas en igual medida por mujeres y hombres en la vida pública pero, aun así, adoradas en la intimidad de las sábanas por estos últimos. Smith, quien claramente logró establecer un notable grado de cercanía y confianza con los sujetos del documental, entrevista a esas mujeres de Nueva York y Atlanta entrelazando las declaraciones y confesiones con placas sobreimpresas y una ecléctica banda de sonido, pero el foco nunca deja de estar puesto en sus palabras.

En un blanco y negro crudo y contrastado que remite a ciertos documentales urgentes de los años 70, Kokomo City describe así un universo usualmente invisible, y definitivamente vergonzoso para la mayoría de los clientes que utilizan los servicios de las profesionales. Un universo que no puede sino ser sórdido (la más versada ofrece un auténtico retrato filosófico sobre la naturaleza humana), muchas veces violento, pero que Daniella, Koko, Liyah y Dominique también pintan con colores luminosos cuando hablan de sus deseos y esperanzas. ¿Acaso es posible escapar de esa cárcel impuesta por los demás pero también abrazada por ellas mismas, la transformación de sus cuerpos en fetiches? Si uno de los roles más importantes del cine de lo real es abrirle los ojos al espectador y acercarlo a mundos inexplorados (por desconocimiento, miedo o recelos), Kokomo City cumple sobradamente con esa premisa.