“Al menos hasta fin de año estaremos remando en dulce de leche”, dice Sonia Cavallini. Hace tres años se sumó a la empresa familiar de su esposo, dedicada a la fabricación de insumos odontológicos y extractores de aceite, con el objetivo de desarrollar un plan de profesionalización y crecimiento. Con algunas desventuras, venía encaminado. Pero quedó trunco en diciembre de 2023. Las ventas cayeron por encima del 40 por ciento y tuvieron que parar la producción mientras se licuaron sus reservas.

“Todo se vive con mucha tensión”, afirma Cavallini. Desde 2020 es la coordinadora de proyectos de Power Silens, una firma con más de 20 años de vida fundada por su suegro, Aldo Mayolo, en Berazategui. Explica que está afrontando su primera crisis y que desde marzo a mayo frenaron la elaboración de suctores de saliva odontológicos. También de las bombas extractoras de aceite, el segundo producto de la empresa. La razón es clara: en el período que va de enero a mayo se desplomaron las ventas un 43,44 por ciento respecto al año pasado. 

Eso, cuenta, vino aparejado de un fuerte incremento de los costos fijos para producir. Además, percibe como se empiezan a filtran algunos productos importados finalizados, por lo que sigue con atención el devenir del nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que impulsa el gobierno de Javier Milei.

Y este mismo cuadro de síntomas, detalla Cavallini, lo viven sus proveedores y clientes. “En las últimas visitas a la planta de nuestro principal proveedor vimos que está desierta, ya no hay un volumen de trabajo constante e, incluso, ahora tienen más tiempo para atendernos cuando antes no era así porque somos un cliente chico”, relata.

Por el lado de sus clientes, tanto clínicas, hospitales como las casas dentales le explican que la demanda cayó abruptamente. “Nos dicen que sólo venden los insumos básicos, ya no se vende maquinaria”, señala.

Así, nada está aislado. Lo que describe Cavallini está en sintonía con lo publicado por el ministro de Economía de la provincia, Pablo López. En síntesis, todo está en caída. La variación interanual de la actividad económica del mes de abril en la provincia de Buenos Aires arroja una caída por encima de los 15 puntos. Al mismo tiempo, la capacidad instalada en el mismo período pasó del 70 por ciento en 2023 al 56 por ciento en 2024.

Y el paquete se completa con el avance del RIGI y su sanción en el Senado de la Nación. Daniel Rosato, al frente de Industriales PyMEs Argentinos, afirma que el régimen representa “un retroceso más para la industria nacional” a la que coloca en una “desventaja desleal competitiva”.

El fin del crecimiento

Para octubre de 2020, aún en plena pandemia, Cavallini se sumó a trabajar con su esposo, uno de los tres hermanos que quedaron al frente de la empresa tras el fallecimiento de su suegro. “Es una empresa familiar”, dice en más de una ocasión durante la charla. Pero eso no le quitó el impulso por crecer, y sus nueve años dentro de una multinacional y el estudio de administración de empresas, dieron inicio a una nueva etapa.

Con su arribo, se desarrollaron nuevos procesos en el control y manejo de la empresa, se crearon nuevas áreas para administrar la logística, las operaciones, las ventas y las compras. Contrataron consultoras que guíen sus inversiones y balances y ampliaron su universo de acción con exportaciones. En 2020 tenían cinco empleados, y en diciembre de 2023 ya tenían 20. Hoy, por distintas razones, tienen 17.

“De 2020 a 2021 duplicamos las ventas, de 2021 a 2022 también, de 2022 a 2023 pudimos mantenerlas, pero ahora todo retrocedió”, indica Cavallini. Confirma que el año pasado no fue bueno para la actividad industrial, aunque repara en que con el gobierno anterior había muchas dificultades para, por ejemplo, importar, pero no vivió la necesidad de tener que parar la planta.

Particularmente, la mención de las importaciones trae a la charla la preocupación por la aparición de productos terminados que compiten contra lo que se produce en Power Silens. Cavallini cuenta que, en los últimos meses, firmas que no eran conocidas por vender extractores de aceite, de un día para el otro publicaron productos terminados y con una fuerte inversión en publicidad.

En todo momento deja en caro la apuesta de su firma por la industria nacional. Pero también reconoce que las condiciones de competitividad y la necesidad de abaratar los costos para producir y exportar llevan a evaluar tener que importar algunos insumos o productos.

De todas maneras, aclara que el camino sigue siendo difícil. Resulta que al buscar cotizaciones de insumos importados les demandan una compra en volúmenes que están muy por encima de la demanda de su empresa.

Además, remarca las consecuencias de estos seis meses y las complicaciones que trae aparejadas al mediano y largo plazo. “Ahora nosotros tenemos que pensar en recomponer reservas, porque perdimos el 50 por ciento de lo que teníamos pensado para inversiones en sobrellevar el parate”, resalta.

Para Cavallini, de aquí a fin de año se vienen meses muy difíciles. “Y sabemos que son cuatro años donde seguramente se abran más las importaciones y habrá que estar atentos”, señala.

Incertidumbre

Luego de cuatro meses en franca caída, Cavallini asegura que en mayo y junio hubo más ventas. “No es para tirar manteca al techo”, aclara. Pero sí que generó oxígeno. Explica que se desarrolló un plan de promociones y distintos beneficios que incentiven la demanda.

“Por eso no sabemos si hay una recuperación económica o es sólo por lo que lanzamos”, indica.

La decisión fue perder rentabilidad. Explica que seis meses atrás, el punto de equilibrio en su balance comercial implicaba la venta de setenta unidades. Hoy es de 120 con los descuentos. Agrega que, desde diciembre, no aumenta los precios. En contrapartida, los costos fijos aumentaron alrededor del cien por ciento.

El parate, relata, obligó a reordenar el personal para sostener las fuentes de trabajo. “Todos se volvieron vendedores”, dice. Quienes tienen una función administrativa se abocaron a la venta de suctores y los empleados de producción a recorrer lubricentros y explicar el valor de sus extractores de aceite.

“Remar en dulce de leche”, lo define Cavallini. Más allá de todo lo que describe, asegura que no bajarán los brazos y evalúan semana a semana qué camino tomar. Están en proceso de recuperación del stock, que pasó de 600 unidades a ciento cincuenta.

Defiende sus productos y sostiene que la industria nacional tiene con qué para competir con el exterior si le dan las mismas posibilidades. “Molesta a veces que digan ‘de dónde lo traen’, pero ahí es cuando más decimos: es nacional”, afirma.

En este punto, pone en valor el servicio post venta de la firma, un área que se incorporó durante la profesionalización. “Si se te rompe una máquina china, ¿quién te la arregla?”, pregunta.