El grupo de Curas en la opción por las y los pobres (COPP) difundió un documento sumamente crítico sobre la coyuntura del país, en el que se afirma que “la situación social, económica, política… humana se deteriora tan velozmente que, si quisiéramos hacer públicas nuestras opiniones, deberíamos escribir más de un texto diario”. Sin embargo, anotan los sacerdotes “no es esa nuestra misión” porque “queremos seguir echando nuestra suerte con los pobres de la tierra (José Martí) y con ellos y desde ellos vivir, soñar, proyectar un mañana de vida y esperanza para todas y todos”.
La crítica de los COPP se suma, desde otro lugar y en términos más terminantes, a los señalamientos que distintos actores de la Iglesia Católica, incluidos los obispos, vienen haciendo a partir del conflicto planteado en torno a la crisis alimentaria y a la falta de suministros para los comedores, que dieron lugar a misas de respaldo a las mujeres que trabajan en los comedores comunitarios y populares.
Los curas denuncian que “la crueldad avanza, la inhumanidad también, mientras la libertad, la justicia y la esperanza retroceden”, mientras “en el Congreso se cambian votos por cargos” y “se hacen discursos que después se deshacen al levantar la mano en contrario”. Entienden que “el poder judicial, cada vez más desacreditado, hace esfuerzos por mantenerse en la degradación, manteniendo presos políticos, o pidiendo que se vuelvan a detener los liberados, con jueces impresentables, o con sorteos amañados que nos recuerdan tiempos pasados no muy remotos”.
Hay también una observación sumamente crítica sobre las relaciones internacionales que –afirman- “exhiben una impudicia espeluznante” que incluyen “agresiones y ofensas detestables” que deterioran las relaciones con países vecinos o cercanos. Al mismo tiempo, dicen los curas, “se votan leyes que nos retrotraen a los peores momentos de falta de justicia y crecimiento, entregando la patria al mejor postor (o al más amigo) y se reprime con violencia antidemocráticamente a los que constitucionalmente quieren manifestar su disconformidad”.
Sobre los alimentos y medicamentos retenidos se dice que “son una expresión evidente de la total falta de humanidad y sensibilidad frente al dolor, a la pobreza creciente y al hambre en aumento”. Tal actitud queda de manifiesto, señalan los sacerdotes católicos, a través de la acusación a “quienes trabajan para que los pobres tengan al menos un plato de comida y negándose a cumplir los dictámenes del poder judicial que obligan a entregar los alimentos de manera urgente”.
Para los curas “la pobreza crece, la desocupación también” y “la ostentación de insensibilidad expresa un sadismo preocupante ante el que tememos lo peor en cuanto a nuestro futuro”. Este señalamiento viene unido a la afirmación de que “las intervenciones de los funcionarios del oficialismo nos permiten dudar seriamente de su idoneidad y equilibrio para el desempeño de las funciones para las que fueron legítimamente elegidos, pero no para hacer lo que les venga en gana”.
Respecto de la presencia eclesiástica en muchísimos comedores, los COPP reconocen que “constituye un paliativo en este contexto” que pretendemos vivirla, dicen, como “expresión de la opción por los pobres” pero, afirman, “sabemos que optar por los pobres no es solamente en los discursos o en la oración, sino también preguntarnos ‘por qué hay más y más pobres’ y militar en la empecinada búsqueda por el derecho a la justicia, por una santidad política, lo cual implica, en ocasiones, repetir la denuncia de Jesús y los profetas de ayer y hoy, aunque moleste”. El párrafo sobre el tema remata con la consiga: “¡La Patria no se vende!”.
El breve documento finaliza reiterando la decisión de los COPP de estar “siempre y hacernos presentes en la causa de los pobres” y “luchando junto a los pobres por su liberación”, tal como lo señalaba el sacerdote asesinado Carlos Mugica. Y haciendo suyo un dicho que “repiten los zapatistas” sostienen los curas que “Lo más oscuro de la noche es antes del amanecer”.