Hace unos años Taylor Swift se vio obligada a clonar su propia música. No fueron pocos los conflictos que la artista pop tuvo que atravesar a lo largo de su carrera, pero uno de los más problemáticos fue la pérdida del control sobre su obra cuando en 2019 el exmanager de Kanye West, Scooter Braun, compró el catálogo completo de la cantante por 300 millones de dólares. Taylor tomó una decisión radical: volvió a grabar cada nota de cada disco (las “Taylor’s Versions”) y esas regrabaciones terminarían vendiendo mucho más que los originales. Hoy se estrena por Max Bad Blood: Taylor Swift vs Scooter Braun, la serie documental que contará en dos partes los detalles de esa batalla legal.