Debajo de un árbol están Osias y Ludmila, ninguno supera los 120 cm, dos con un jarrito, jarrito de chapa: chin chin suena, un solo jarrito de chapa. “Así no se empachan” dice el tío Mil cuando les sirve agua. También está el perro de Osias, un perro que no tiene nombre. Perro vení o perro andate, con eso es suficiente,alternadamente Osias y Ludmila lo llaman, una vez Osias otra vez Ludmila, para ahorrar fuerzas, así la voz se hace audible, se escucha un poquito más poderosa: perro vení, le preguntan si tiene hambre, le dan una palmadita cuando se acerca y una patadita para que se aleje.

Osias: No hay nada que hacer, no llega.

Ludmila: sos un apurado, ya va a llegar.

Ludmila y Osias se callan, miran el fondo de la calle a ver si viene la vaca. En el fondo de la calle hay nada más que dos arbolitos flacos.

Osias: ¿Ves? En la calle no hay nada.

Ludmila: Bueno, yo silbo, silbo y espero. Lucila tensa las mejillas y silba.

Osías: Yo quiero que venga la vaca con un cencerro para que me despierte si me quedo dormido.

Ludmila: ¿Un cencerro? Me suena a se encerró. ¿La vaca estará encerrada? ¿y la leche encerrada dentro de la vaca? ¿quién encerró la vaca? ¿el tío Mil?

Osías: Me gusta el cencerro porque suena siempre, pase lo que pase no deja de sonar, es como mi estómago que suena siempre y no me deja dormir, por eso me conviene que la vaca tenga un cencerro. Minga, no me van a atrapar dormido, justo en ese momento en el que viene la vaca puede pasar que me duerma. ¿Si estoy tan débil por qué no me puede pasar?

Ludmila: Me parece Osias que igual tendríamos que dormir un rato debajo del arbolito, sus ramitas tienen dos o tres hojas que nos dan sombra, estamos bastante bien aquí. Si dormimos un poco, a lo mejor soñamos lindos sueños.

Osías: Y si es así… vamos a soñar que la vaca viene por el camino trayendo la leche para los más buenos. El tío Mil dice que la leche es solamente para los más buenos.

Ludmila: ¿La leche es solamente para los más buenos?

Osías: Eso es lo que dice el tío Mil.

Ludmila da dos pasos por la vereda y canta: “Los dos somos buenos, somos los dos buenos”,

Osías: ¿Quedó agua en el jarrito?

Ludmila espía dentro del jarro: No, no hay más. ¿Por qué no cantás conmigo: “Somos los dos buenos”?

Osías: porque no tengo fuerza para cantar, me sale una voz de pito, a lo mejor si duermo un ratito me viene la fuerza y canto más alto.

Ludmila y Osias se acurrucan debajo de la sombra que arrojan las dos o tres hojas del árbol flaco, y aunque ninguno de los dos se duerme profundamente los gruñidos suaves del perro de Osias que se arrimó, los hace entrar en calor y en una suerte de duermevela.

Osías con los ojos cerrados: Ludmila ¿Ves lo mismo que yo veo?

Ludmila con los ojos cerrados: Si ves un chorro de leche grande como la vía láctea que baja del cielo, entonces los dos estamos viendo lo mismo.

Osías, que sigue con los ojos cerrados pero sin una pizca de sueño: No Ludmila, lo que yo estoy viendo es al tío Mil que trae leche en un helicóptero, está cargado de sachets de leche, y es una leche fresca para todos los que son buenos.

Ludmila: A lo mejor el tío Mil baja y nos deja unos cuantos sachets, más vale que así sea, así también le damos leche al perro.

Osías: ¿Ves cómo el perro busca algo de comer y como no encuentra se muerde la cola?

Ludmila: ¿Te olvidaste de la vaca con el cencerro ?

Osías: Es que no soñé con la vaca, soñé con el tío Mil manejando el helicóptero cargado de sachets de leche.

Por el cielo efectivamente viaja un helicóptero, pero se ve demasiado lejos, lo que se ve demasiado cerca es un dúo de nubes amenazantes, dos nubes gordas, oscuras, cargadas de agua. Las nubes se detienen justo encima del arbolito de las dos hojas flacas debajo del cual se protegen Ludmila y Osias. Llueve.

Osías: ¡Llueve!

Ludmila: ¡Llueve!

El perro solamente ladra y se acurruca junto a Osias y Ludmila. Llueve intensamente unos cuántos minutos y después para. Completamente mojados los tres: Osias, Ludmila y el perro, se juntan y aprietan para darse calor al borde del charco de agua barrosa que se ha formado.

Osías: En el charco debe haber mojarritas, hay que pescar alguna, la mojarrita tiene buen sabor, hay que pescar una mojarrita porque el tío Mil dice que hay que arreglárselas solo.

Ludmila busca un palo finito y largo, encuentra uno resistente, cava un hoyo en la tierra hasta encontrar una lombriz.

Ludmila: Voy a pescar una mojarrita.

Osías hace exactamente lo mismo con otro palo finito, cuando termina su cañita de pescar se sienta junto a Ludmila al borde del charco. Cantan los dos: “Somos los dos buenos”, “buenos somos los dos”.

De vez en cuando relojean el cielo para ver si aparece el tío Mil en un helicóptero cargado con sachets de leche, también relojean el fondo de la calle por si el tío Mil decide mandar la vaca con el cencerro. Pero a pesar de relojear el cielo y el fondo de la calle en lo que verdaderamente se concentran es en conseguir una mojarrita en el charco barroso.