Los recientes desenlaces de los procesos por abuso de Juan Darthes y José Alperovich ya tuvieron suficientes comentarios. Pero además, tuvieron el mérito de poner sobre el tapete hechos similares que implicaron situaciones incestuosas. Con toda la gravedad que tiene el incesto en términos de desafiliación, que convierte en paria a la víctima de ese delito. Lo trata con profundidad Nora Das Biaggio en su libro "Figuras de la madre. Fondos de lo materno".
Retomo el tema del abuso a partir de testimonios de tres escritoras que me parece importante recordar:
*Belén López Peiro, en Por qué volvías cada verano, relata que tuvo que sostener un esfuerzo titánico para ser escuchada. Su tío abusador era comisario de un pueblo y su conducta supuestamente intachable, admirado por los vecinos. La revictimización como paso insoslayable parece reiterado en estas búsquedas de justicia. Debió ser dura la confrontación con la descalificación y la desmentida. Pero ella pudo sostenerse.
*Virginia Ducler, en Cuaderno de V, da forma novelada una denuncia. En la ficción, un juez, en la historia un padre, prestigioso abogado del Foro local, era el violento abusador de los recuerdos reprimidos. Recuerdos que pudo recuperar y formaban parte de oscuros secretos familiares.
*Adriana Pedrolo en Padrenuestro da forma novelada a una historia de abusos incestuosos a sus hermanos. Su padre, dirigente del partido comunista del sur del conurbano, un héroe respetado por muchos, en la intimidad familiar victimario de sus hijos en un mundo en donde "si no sos hijo, no sos". (Das Biaggio dixit)
Estas tres escritoras pudieron procesar historias que clamaban desde la injusticia. Ellas PUDIERON.
Sus abusadores ocupaban lugares de poder: comisario, abogado, dirigente político. Que difícil debió ser llevar adelante su lucha en la convicción de que para terminar con los abusos hay que nombrarlos. Para terminar con la oscuridad y silencio que los rodea es preciso iluminar con palabras.
María del Carmen Marini