Con dos temporadas en Buenos Aires y funciones en Uruguay y Colombia, bien puede decirse que La Reina de la Soja significa una experiencia vital para Valeria Ré. No solo por el reconocimiento que la acompaña, sino para su puesta en escena, dedicada a recrear sus memorias. Oriunda de Arequito, en su adolescencia Ré fue elegida Reina Nacional de la Soja, luego devino actriz y ahora revisita aquellos años en esta obra, a partir de memorias, material de archivo, los modelos de belleza y su presente feminista. Con dramaturgia propia, Valeria Ré lleva adelante este unipersonal, que hoy se presenta en una única función, a las 21 en La Usina Social (Jujuy 2844).
“El proyecto fue pasando por diferentes etapas, y desde la escritura a los ensayos previos, siempre hubo muchas emociones, porque cuando uno se mete con su propia historia surgen varias cuestiones. Con el estreno apareció un poco de alivio, pero los nervios vuelven siempre, antes de cada función. La obra va tomando diferentes dimensiones según donde la voy presentando; ahora en Rosario, por primera vez en tierra santafesina, es un poco como volver al corazón de donde surgió todo, porque la historia sucede en Arequito, donde yo nací”, comenta Valeria Ré a Rosario/12.
“En ese momento fui electa reina, y lo tomé como punto de partida. La obra también pasa por otros lugares, no trata solamente sobre ese hecho, pero fue el disparador del resto. Y es algo que inevitablemente habla de un momento preciso, como lo relativo a la Resolución 125; es decir, uno va también pintando un poco lo que sucedía en aquel entonces. La obra, en todo caso, está para abrir preguntas y para pensarnos; que es un poco también el objetivo del teatro: no solo entretener sino, como en este caso, pensarnos como cuerpo territorio”, continúa.
-Visto tu recorrido, uno podría decir que te saliste del carril que el contexto te había preparado.
-Me fui a vivir a Rosario, después a Córdoba, ahora vivo en Buenos Aires hace casi 13 años. Estudié y me preparé con muchos maestros, como Norman Briski. Y al tomar distancia de mi pueblo natal, uno empezó a tener otras informaciones, a mirar con otra perspectiva su vida y su historia. En ese sentido, abordarla desde lo artístico, me parecía que podía estar bueno.
-Siendo un unipersonal, ¿cómo fue ese proceso?
-Hubo muchas etapas y participó todo un equipo de gente. Mario Marino, mi director hasta hace poco, me ayudó a mirarme y a dirigirme desde afuera; del mismo modo Nicolás Wolcoff, asistente de dirección; o el aporte de Tito Cossa: tuve la suerte de estar en su casa para que me diera su punto de vista. Tuve momentos donde escribí más conectada a las emociones del pasado, a veces mirando fotos y con material de archivo; de hecho, en la obra trabajo con este material, lo proyecto en pantalla, también porque me gusta rescatar lo analógico y no pensar tanto desde lo digital actual.
-Se me ocurre pensar a la obra como un diálogo entre tu presente y la piba que eras en aquel momento.
-Cuando hice un taller de dramaturgia con Mauricio Kartun y le conté del proyecto, me dijo “sentate con esa piba de 18 años a conversar”. Yo estaba en grupos feministas, íbamos a todos los Encuentros de Mujeres, y él me decía que me pensara con esa adolescente que había sido elegida reina, y con todo lo que le estaba pasando. Así que ese ejercicio también estuvo presente. Uno se revisita y va como de turista a ese momento histórico, para darse cuenta de un montón de cosas. De manera que tuve que tumbar un montón de prejuicios, para aceptarme y entender que ése era también mi contexto.
-¿Y el aporte de Tito Cossa?, ¿cuál fue?
-Me aportó mucha claridad, le leí todo el borrador en su casa, me hizo un repaso de todo y lo empezó a ordenar, me acomodó. Me dio una devolución de media hora que pude filmar, a la que volvía una y otra vez como si fuera el I Ching. Del mismo modo me ayudó Mario Marino con su mirada. Ahora, la idea es hacer de esta historia un documental, pero es algo que todavía está en proceso.
La Reina de la Soja está escrita y es interpretada por Valeria Ré. Asesoría en dramaturgia y dirección: Mario Luis Marino; voces en off: Norman Briski, Fabiana Volonté, Fernando Pitteti; asistencia de dirección: Nicolás Wolcoff; diseño de luces: José Binetti; vestuario: María Inés López; escenografía: Marcelo Paoltroni; audiovisuales: Juan Andrés Basterra. Coreografías: Mariela Kantor.