Rebeldes y confundidos

1993

La placa impresa en pantalla que prologa Rebeldes y confundidos, una de las grandes creaciones de Richard Linklater, anticipa que la acción comienza durante el último día de escuela. Exactamente a la 1.05 P.M. del 28 de mayo de 1976. A partir de ese momento y durante el resto del día y su correspondiente noche la historia seguirá a un grupo de chicos y chicas de la ciudad de Austin, Texas, que están a punto de terminar su penúltimo año de estudios secundarios. Linklater juega con la estructura y arquetipos del “film de adolescentes”, ofreciendo al mismo tiempo una pintura histórica que parece muy lejana en el tiempo, aunque irónicamente habían transcurrido apenas dieciséis años entre la época retratada y el año del estreno. Sexo, rocanrol, drogas, varios problemas y enredos personales y grupales, interpretados por actores que comenzaba sus respectivas carreras profesionales –la lista incluye a Matthew McConaughey, Adam Goldberg y Milla Jovovich–, y una visceral banda de sonido que, a pesar del título, no incluye el mega clásico de Led Zeppelin, aunque sí varios temas de Aerosmith, Black Sabbath y ZZ Top. “En las funciones de testeo la gente parecía disfrutarla, pero los puntajes en ciertas áreas eran más bajos de lo que los ejecutivos deseaban, confirmando sus miedos de que había hecho un ‘film de arte’”, declaró Linklater años después del estreno. “Querían que incluyera música moderna o volviera a filmar algunas escenas, pero por suerte no acepté ninguna de esas ideas tontas. No creo que sea mi mejor película, pero representa una suerte de rito de pasaje, el fin de la generación boomer. También disfruto que le guste a la gente que ni siquiera había nacido cuando se estrenó. Eso dice algo sobre ciertas cosas de la adolescencia que nunca cambian”.

Antes del amanecer

1995

Sin que pudiera imaginarlo, con Antes del amanecer el cineasta texano construyó un verdadero clásico del cine de los ’90, muy bien recibido por la crítica y el público en su momento. El fugaz romance de Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) durante poco menos de veinticuatro horas en la ciudad de Viena constató el talento de Linklater para contar historias de apariencia convencional de una forma novedosa y emotiva. Antes del amanecer, de paso, instalaría la idea de los relatos extendidos en el tiempo real, con sus secuelas Antes del atardecer (2004) y Antes de la medianoche (2013), en las cuales los personajes vuelven a encontrarse y/o a ser encontrados en otras instancias de sus vidas, mismo concepto que el realizador llevaría el extremo en Boyhood, momentos de una vida, y en un proyecto actualmente en proceso que debería terminar de rodarse en 2040. “Me hallaba caminando por las calles de Filadelfia, durante toda una noche, con Amy, la mujer que inspiró la historia; nos sentíamos mutuamente atraídos y entonces pensé ‘esto puede ser una película’. Quería hacer un film sobre algo mínimo. ¿Es posible capturar eso, dos personas que se conocen y entablan de inmediato una conexión? En el cine romántico usualmente eso es sólo el comienzo, y la historia continúa rápidamente cuando se van a la cama juntos. La intención en el caso de Antes del amanecer era la opuesta: que el primer beso fuera un asunto importante. Lleva bastante tiempo llegar a ese punto, como suele ocurrir en la vida real. Esa sensación de que nada parece estar ocurriendo, aunque esté pasando de todo. Es siempre algo extraordinario cuando uno logra hacer una película así, porque es muy difícil de describir y, en el papel, no suena muy convincente”.

Escuela de rock

2003

¿Quién hubiera imaginado allá por 2003 que Escuela de rock, una de las grandes comedias de Richard Linklater, terminaría transformándose en un fenómeno cultural con adaptación musical sobre las tablas incluida? Lo cierto es que la historia de Dewey Finn (Jack Black, desde luego) y de cómo este se transforma en el más insospechado profesor de música en una escuela primaria –otro falsificador de identidades, como el protagonista de Cómplices del engaño– tocó fibras insospechadas y convocó a públicos de lo más diversos, transformándose en el único largometraje en la filmografía del realizador con una llegada realmente masiva. “Cuando el proyecto llegó a mis manos tuve mis reticencias y pensé que era muy difícil que esa historia se convirtiera en mi película. Pero tenía la suficiente confianza en mí mismo como para pensar que podía hacer algo con todo eso, encontrar una manera de hacerlo propio en términos del relato. Fue sin duda un desafío hacer una comedia en ese nivel. Me gustan las comedias y siempre pensé que era una persona con cierto sentido de la comicidad, pero fue un gran desafío llevarlo a cabo. Me refiero a entregar un producto atractivo para el estudio y que, al mismo tiempo, fuera una película personal. Siempre admiré e intenté emular eso, a esa gente que hace films personales sin que importe cuán grande sea el presupuesto, como Oliver Stone o Martin Scorsese. Si pienso en mi carrera, tuve que pelear todas las batallas. Pero nunca he tenido una experiencia creativa realmente mala. Nunca tuve que volver a filmar un final o incluir en el reparto a un actor que no me gustase. Nunca tuve que eliminar veinte minutos del montaje. Siempre he sido razonable y nunca entregué un corte de tres horas, para bien y para mal”.

Apolo 10 y medio

2022

La trilogía de films de animación realizados con la técnica de la rotoscopía, en la cual se dibuja directamente sobre imágenes de actores de carne y hueso filmadas de manera tradicional, comenzó en 2001 con Despertando a la vida, uno de los largometrajes más celebrados del realizador, y continuó cinco años más tarde con Una mirada a la oscuridad, adaptación de la novela A Scanner Darkly, de Philip K. Dick. Subtitulada en castellano como Una infancia espacial y estrenada a comienzos de 2022, cuando la pandemia comenzaba a ser un recuerdo, Apolo 10 y medio es, en más de un sentido, lo que Amarcord fue para Federico Fellini: un film que entrelaza los recuerdos de infancia en Houston, Texas, con ideas e imágenes no estrictamente autobiográficas, todo estructurado a partir de una serie de viñetas. Así como el cineasta italiano rememoraba los años de la juventud en el pueblo de Rímini durante los tiempos del fascismo, Linklater reconstruye la era de la carrera espacial, allá por 1968 y 1969, cuando todo parecía invadido por cohetes y trajes espaciales, y la promesa de caminar sobre la luna abandonaba los confines de la ciencia ficción. “Todo el mundo crece en algún lugar particular. Es interesante: a medida que uno crece procesa su vida y el tiempo que le tocó vivir a través del filtro de la memoria, la experiencia y la madurez. Los chicos no tienen control sobre dónde viven o qué hacen, simplemente viven su vida. Pero años más tarde uno piensa ‘qué época interesante para ser un niño’. En este caso en particular, lo cierto es que todo el mundo parecía estar enfocado allí, en la sombra de la NASA, antes del alunizaje. La idea del film fue partir del punto de vista de un niño que no termina de comprender todo lo que ocurre, pero que está motivado a soñar y tener esas fantasías”.