Bosques carmesíes, códigos encriptados de computadoras, figuras en blanco y negro que se asemejan a neuronas y líneas que se desdoblan hasta convertirse en texturas rugosas grises dialogan fugazmente (y en simultáneo) con diferentes matices de la música electrónica instrumental. A veces abstracta y en otras ocasiones similar al beat de la pista de baile. Aunque en principio pareciera que imagen y sonido corretean por caminos diferentes, las emociones y matices confeccionan el relato a través de las paredes y del vacío de un cuarto con forma de pecera. Esto fue lo que articularon el productor musical Solito y el artista visual Fernando Molina el jueves último, en la primera de las performances del segundo bloque de la “Programación sonovisual”, de Pleamar inmersiva.
Pleamar es un innovador festival de artes electrónicas creado hace 5 años en Mar del Plata, que en este momento está llevando a cabo una serie de encuentros en la Sala Inmersiva del CCK (equipada con proyectores y sistemas de audio 360 de última generación). Si bien el evento desarrolló un primer segmento entre el 14 y el 17 de junio, desde el jueves pasado y hasta este domingo existe la oportunidad de disfrutar del diálogo sonoro y visual de cuatro duplas más de artistas. Tras lo realizado por Solito y Fernando Molina, el viernes actúan Mago Sol (audio) y Mecha MÍO (visuales), el sábado estarán Aldo Benítez (audio) y Lucas DM (visuales), y el domingo el cierre los protagonizarán Maga Suescun (audio) y Gabriel Valansi (visuales). De entrada libre y gratuita, la actividad tiene 3 funciones: 18.30, 19-00 y 19.30.
Este sábado, a las 14.30, también habrá un conversatorio sobre el “fenómeno de lo audiovisual en la electrónica”, a cargo de Fernando Molina, Gabriela De Mola (autora de los libros El sonido de las plantas y Reynols: Minecxilogía) y el músico Ernesto Romeo. Este último, integrante del grupo Klaus, concibió Pleamar junto a la artista y gestora cultural Luciana Aldegani. Este capítulo “inmersivo” tuvo como preámbulo la más reciente edición del festival en el marplatense Museo MAR, en diciembre, y una jam en la Manzana de las Luces, en febrero. “Nuestra expansión hacia Buenos Aires comenzó el año pasado”, explica Aldegani, quien tiene su base de operaciones en la ciudad bonaerense. “Como es la primera vez que llegamos al CCK, esta edición la pensamos para esta sala. Por eso pusimos el foco en lo audiovisual”.
-¿Cómo convive un concepto inspirado en el mar en una urbe alejada de esta cultura?
-Lo que planteamos el año pasado fue una ola electrónica que alcance a Buenos Aires, porque la pleamar es eso: el punto más alto de la marea. Este año retomamos la idea del mar lindando la ciudad. De hecho, las imágenes de difusión reflejan una fauna cíborg.
En este apéndice porteño de Pleamar, correspondiente a la temporada otoño/invierno (están fundamentadas en estaciones), la curaduría artística estuvo a cargo de Aldegani. “Esta cápsula tiene un relato en el que se traza una suerte de recorrido por diversos universos audiovisuales”, revela. “Para mí fue un proyecto complejo porque se desarrolló con una celeridad que no esperábamos. Entonces la posibilidad de desarrollarla fue intensa. La línea que quise trabajar es la de nosotros percibiendo el mundo, delineando los entornos y siluetas, y cómo esas percepciones podían inundar la sala inmersiva. Son imaginarios más abstractos y figurativos, donde las diferentes tecnologías también convergen. Los visualistas trabajan con tecnología digital, pero de diferentes orígenes. Y todo ese ecosistema confluye en este ciclo”.
.¿En qué se basó la elección de los artistas?
-Muchos de los artistas a los que invitamos ya forman parte de nuestro ecosistema, por una razón o por otra. En algunos casos, son artistas que trabajaron juntos en diferentes instancias o eventos. Lucas DM, por ejemplo, es un artista al que puedo reconocer con facilidad. Reunirlo con Aldo Benítez, de quien conozco su sonoridad, me pareció que era una comunión que podía funcionar. Incluso en lo estético.
-¿Esta programación también está pensada para un público ajeno a las artes electrónicas?
-Como la idea de las performances era abarcar a un público más amplio, lo que le pedí a los artistas fue que trabajaran con sonoridades que tuvieran en cuenta esa variedad. Todas las animaciones también son afines a una mirada y a una escucha no tan entrenada. Ésta es una propuesta en la que convergen distintas tecnologías, desarrollada en un espacio público.
-Pleamar es un festival que se fundamenta en el cruce entre arte y tecnología. Si tomamos en cuenta que cada tecnología tiene un tiempo específico de vida, ¿el arte basado en esas herramientas no queda también obsoleto?
-Las herramientas que se usan para buscar información también se pueden usar para la expresión artística. Incluso los sistemas de vigilancia y rastreo se pueden usar como herramientas. Esto es el arte reflejando su momento, sus contradicciones… lo que está ocurriendo. Cuando la tecnología se vuelve obsoleta, pasa a formar parte de mecanismos y de instrumentos nuevos. El arte no para de respirar tecnología.
-Hay festivales que en su primera edición ya usan el rótulo de “internacional”, sin siquiera serlo. Pero ustedes no abusaron de esa condición. ¿Por qué?
-Ganamos premios internacionales y tuvimos invitados internacionales. Pero, hasta no tener vínculo con otro festival o con alguna instancia similar de expansión, me parece más honesto cubrir el territorio que podemos. Está bueno conocerse, saber que uno tiene un proyecto auténtico, y creo que el festival está muy bien en cada espacio en el que se aloja. No es nada muy grande, ni muy chico. Al momento de postularnos para programas internacionales, estamos en otra situación.
-A propósito de eso, ¿cómo hacen para suplir el mecenazgo estatal en tiempos donde la cultura pareciera prescindible?
-Ya estamos pensando en dos actividades más para 2024: un proyecto curatorial para la primavera y propiamente el festival. Sin embargo, éste no es un momento para especular con grandes mecenazgos. En el caso de lo que hicimos en el CCK, fue una contratación. Hay algo de esta época que nos pide que administremos las ideas. No sé si es el año para esperar mucho apoyo estatal, sino más bien para buscar otras vías de financiamiento.