“La ley es la ley”, determina la abogada que protagoniza Prima Facie, obra de teatro escrita por la australiano-británica Suzie Miller que –después de agotar localidades y consolidarse como un éxito en ciudades como Londres y Madrid– llega a Buenos Aires. La pieza contará con el protagónico de Julieta Zylberberg, la dirección de Andrea Garrote y la producción de Sebastián Blutrach, Valentina Berger y Tomás Rottemberg. La protagonista recomienda no involucrarse personalmente en los casos ni tomar partido; su misión se limita a poner a prueba la ley. “El sistema funciona porque cada uno cumple su rol: mi rol es la defensa, el fiscal inicia el proceso, el juez y el jurado van a decidir. Cada uno de nosotros cuenta una historia, una buena versión de la historia de nuestro cliente y, después, el juez y el jurado deciden cuál es la historia que van a creer”, dictamina. Prima Facie pone la lupa sobre el tratamiento judicial de los casos de agresión sexual y violencia de género: se trata de un personaje que comienza percibiéndose como un simple engranaje en esa gran maquinaria y termina devorada por el sistema que ella misma ayudó a fortalecer.
Antes de convertirse en dramaturga, Miller ejerció durante décadas como abogada. En una entrevista comentó que cada semana tomaba alrededor de seis declaraciones de mujeres y chicas menores de 25 años como parte de un proceso de solicitud de compensación para las víctimas y los detalles de cada caso eran diferentes: algunas de las mujeres habían sido agredidas mientras estaban en una cita, otras habían sido atacadas por alguien de su propios círculo social; algunas chicas habían sido agredidas en hogares de cuidado y otras por miembros de su familia. Todas esas declaraciones eran, según Miller, “horrendas”. En algún punto, los relatos de esas mujeres empezaron a coincidir: había una reacción instintiva, se congelaban o intentaban ser educadas para convencer al agresor de que no llevara a cabo su plan y las dejara huir.
En su obra Miller devela esa trastienda del sistema judicial para exponer las contradicciones, las desigualdades, los absurdos y, claro, las injusticias que rigen su funcionamiento. Página/12 pudo tener acceso a un anticipo exclusivo para la prensa del primer acto de la obra y charló con sus protagonistas. “Es una idea no habitual abrir el trabajo en esta etapa para mostrarlo. Como dijo Andrea (Garrote), no es la sala donde lo vamos a hacer, ni la escenografía, ni el vestuario porque todavía lo estamos probando, ni las luces, ni la música porque está en proceso. Pero el material es un texto muy potente y muy necesario, entonces nos parecía interesante compartir al menos una parte del trabajo sin develar todo porque es un material muy rico”, anunció el productor Sebastián Blutrach en una de las salas del Multiteatro, donde estrenará el 1° de julio.
A Garrote le llegó la propuesta de Blutrach como una idea para inaugurar en esa sala un espacio dedicado a otro tipo de teatro. “Me parece muy saludable. Quiere decir que hay un teatro que está conquistando la calle Corrientes, se está colando por ahí, funciona y hay público para ese tipo de teatro que prioriza más la obra que las figuras, aunque Julieta es una actriz impresionante y muy popular. Cuando leí el material, me atrapó inmediatamente”, destaca la directora. Zylberberg, por su parte, recuerda que le mandaron la obra durante el verano y leerla fue una experiencia muy contundente. “La leí y me dio vuelta. Estaba recién parida entonces me costaba mucho imaginar algo más allá de ese momento, pero la quería hacer. No había posibilidad de no hacerla. Me encantó, me conmovió, me destrozó, me atravesó por completo y pensé: ‘En este momento tan siniestro que estamos atravesando en el país, hay que hacer esta obra’”.
–En Pundonor (pieza escrita y protagonizada por Garrote) se exponen las dinámicas de funcionamiento de una clase en la facultad. En este caso se trata de los entretelones de un proceso judicial, desde que se comete el delito hasta que se procesa al acusado. ¿Qué teatralidad encontraron ahí?
Andrea Garrote: –En la adaptación decidimos dejar la mención al jurado porque, aunque no sea algo muy habitual, en Argentina empezó a haber algunos juicios con jurado y además es una convención teatral fantástica, como los alumnos en una clase. Los espectadores están ahí y se transforman en ese jurado al que ella le habla en su alegato final. Yo vengo de una familia donde hay varios abogados y mi tía es filósofa del derecho. De chica leía esos escritos y una de las cosas que más me asombraba era esta idea de que la justicia está hecha por alguien. De joven tuve oportunidad de leer sentencias de la Organización Mundial del Comercio, donde era gracioso y triste ver cómo la justicia no es para nada justa. Acá se trata de algo mucho más complejo porque el problema en Prima Facie y en los crímenes de agresión sexual reside en la dificultad de conseguir la prueba que establezca que el victimario desconocía el no consentimiento. Es complicadísimo para la justicia, con su sistema de prueba y contraprueba.
–Puede rastrearse también cierta continuidad con La fiebre (unipersonal interpretado por Zylberberg) en el sentido de que se trata de mujeres que en algún momento se encuentran por fuera de los grandes sistemas, ¿no?
Julieta Zylberberg: –Sí, esos sistemas que están en crisis, se trata de la caída de los grandes sistemas porque casi nadie encaja totalmente. En La fiebre se evidenciaba un poco que es muy fácil caerse del sistema porque es muy delicado el límite, es muy delgado el hilo que te mantiene unido al sistema, muy endeble. Es un “chiqui” y chau, te fuiste al demonio. Esta obra pone de manifiesto un sistema que es insolvente para ciertas cuestiones. En el segundo acto se dice que la ley la inventamos nosotros, es un artificio que delineamos a partir de nuestras experiencias y ahora la experiencia indica que abusan o violan a una de cada tres mujeres, entonces eso no puede no encajar en el sistema tal como está delineado. Esto plantea y expone algo muy terrible porque no se acompaña una situación que existe y es real.
Garrote define al teatro como una gran maquinaria de deconstrucción y encuentra en la actuación ese “líquido disolvente” al que alude en Pundonor. “Ese líquido disolvente es la actuación. El teatro disuelve la realidad haciendo un acuerdo muy básico: me pongo allá y hago como que entonces eso produce ciertas sensaciones. A mí esos temas siempre me interesan, pero encontrar una obra así es medio milagroso porque no hay tantas que puedan contar esto con dinamismo, sin bajada de línea, sin solemnidad”, apunta la directora. Zylberberg coincide en ese aspecto y asegura que para ella siempre es muy importante “escaparle a la solemnidad”. “El drama no tiene por qué ser solemne porque la vida no lo es, aún en sus momentos más duros. Depende de cómo uno la mire, pero es importante que la obra no sea solemne porque es tan tremendo lo que pasa que el tono se vuelve clave. Y es muy difícil el unipersonal. No es la primera vez que hago uno pero tal vez sí es la última porque no quiero volver a sentir más esa sensación antes del estreno (risas). Es muchísima responsabilidad pero después se disfruta un montón”.
–¿Cómo fueron construyendo ese tono de actuación para escapar de lo solemne que puede tener el relato y cómo fueron trabajando las contradicciones del personaje?
A.G.: –Con Julieta coincidimos en algo fundamental. Ella es una gran actriz y las dos entendemos que hay un estado de actuación, que el humor es un fluido y está todo el tiempo como humedad, entonces encontramos esos resquicios de humanidad, de ridiculez, y los incluimos. El personaje no es alguien que te tiene que caer bien para que la acompañes todo el tiempo. Por momentos es bastante frívola, dura, a la vez es inteligentísima, simpática, pero uno no comparte completamente todas sus opiniones, no sé si sería mi amiga. Pero todo eso hace más interesante lo que le pasa después, es lo que termina de completar la obra, ese lado B: tiempo después la ves observando algo por primera vez y pensando al respecto.
J.Z.: –Todos estamos plagados de contradicciones porque evolucionar en la vida y crecer supone cambiar de opinión, de punto de vista. Necesariamente debe ser así y, en este caso, lo que sucede es muy radical. Creo que el arte y la poesía de una obra de arte hacen que uno no juzgue ni señale a un personaje sino que encarne. Yo como actriz hago eso, me pongo a la par. No digo “ah, mirá qué hija de puta que era al principio”. No me sirve y no lo creo así, cada uno es sus circunstancias y esta es una persona que luchó a capa y espada para hacerse respetar en un sistema dominado completamente por los hombres. Es otra ética, una moral diferente a la que puedo tener yo, pero por eso soy actriz y no abogada; también hay un sistema de defensa que tiene que existir para todos.
Desde la perspectiva judicial, la obra plantea varios puntos interesantes que develan las asimetrías del sistema y los vacíos que existen a la hora de impartir justicia. “La ley de agresión sexual gira sobre un eje equivocado, está hecha a la luz de nuestras experiencias y tienen que hacerla las propias víctimas, ellas son las que tienen que participar necesariamente en la construcción de esos documentos para ver de qué manera se puede reparar a esas víctimas”, apunta la directora, y la actriz agrega: “La obra muestra ese gran vacío que deja desamparadas a muchísimas mujeres: insistimos en no cuestionar la ley pero seguimos cuestionando a las víctimas. Tiene que declarar una y otra vez la persona que fue violada. Prima Facie es re interesante porque pone sobre la mesa, no hace una bajada de línea sino que muestra una problemática. Y también aparece la cuestión de la clase social: se trata de un sistema delineado por hombres y por ricos. Ella es una mujer que viene de una situación económica mucho más humilde, se abrió paso y es la mejor”.
El día de la presentación ante la prensa coincidió con el anuncio del fallo de la justicia brasileña que sentenció a Juan Darthés a seis años de prisión por el abuso sexual contra Thelma Fardin cuando él tenía 45 años y ella 16. “Qué increíble esto de Thelma. Ayer lo leí y me sorprendió muchísimo –dice Zylberberg–. Creo que este tema es absolutamente transversal y universal, evidentemente la humanidad patriarcal y machista está en todos lados y, aunque la obra está escrita por una australiana, sucede lo mismo que acá. Lamentablemente es algo universal y creo que ahora va a ocupar un lugar importante porque ni siquiera tenemos un Ministerio de las Mujeres ni una Subsecretaría de Violencia de Género. Es indignante y doloroso, es terrible y está absolutamente provocado el lugar de la mujer con un nivel de cinismo, maldad y violencia terribles. Por eso cuando leí la obra dije: ‘qué bueno, este es el momento’". Y Garrote señala: "Lo que hizo Thelma es de una valentía y de una generosidad enormes. Ponerse en ese lugar para una actriz es un acto que inevitablemente le cambia la vida por el nivel de vulnerabilidad, siempre va a estar un poco signada por eso".
En la entrevista citada, Miller asegura que no pudo generar ningún cambio durante las décadas en las que se desempeñó como abogada, pero recién logró producirlos a partir de la escritura de esta pieza. Sobre la potencia del teatro para modificar la realidad, Garrote dice: "Preguntale a los griegos por la potencia que tiene el teatro para generar cambios en la vida pública. Muchísimas cosas se generaron a través del teatro. Si una ve las tragedias del teatro isabelino o las del Siglo de Oro, el teatro era el lugar donde la comunidad se encontraba con el relato oral, la mitología, la poesía, la filosofía. En ese sentido, se han dividido muchísimo las aguas entre lo que es la experiencia teatral y la experiencia de otro tipo de ficción. El teatro comparte muchas más cosas con la novela, la literatura, el mundo del libro y el rito que con las series. Son mundos completamente diferentes y también sus propósitos. El teatro puede contener palabra, campo poético, conocimiento".
En relación a las reacciones que puede suscitar esta obra en la actual coyuntura, la directora opina que "Argentina es un país rarísimo: el cotidiano es
dificilísimo, venimos de años de muchísimo estrés por la crisis y por este experimento raro en el que estamos sumergidos, entonces la verdad es que no sé cómo puede resonar esta obra". La actriz, por su parte, concluye: "Yo no tengo dudas de que el arte cumple un rol
político. Si sirve para armar
un debate y para cuestionar ciertas cosas, entonces ya cumplió su misión. Con que una
persona piense algo distinto ya se está construyendo un mundo un poco más
justo".
* Prima Facie podrá verse lunes y martes a las 20.15 en el Multiteatro Comafi (Av. Corrientes 1283) a partir del 1° de julio. Las entradas pueden adquirirse por Plateanet.