Me acuerdo cuando una vez caminaba por la calle Lavalle y me metí en una disquería chiquita que había por ahí mientras hacía tiempo entre un trámite y otro (trabajaba de cadete). La disquería no era la gran cosa pero milagrosamente nadie te hablaba, así que estaba mirando discos tranquilo cuando descubrí el de The Shangri-Las. No sabía si era el mismo que habíamos escuchado en la última clase con mi entonces profesor de inglés Germán, pero al ver la contratapa y que estaban las canciones y la producción de Shadow Morton (autor de “Leader Of The Pack”, productor también de Too Much Too Soon, de The New York Dolls) me di cuenta de que lo era.
Llegué a casa, lo puse en el equipo, y la música se apoderó del ambiente: las voces y el sonido eran increíbles, como de otro mundo. Tanto que al tiempo mi hermana María, la menor de las cuatro, que en ese momento tenía 15 años, empezó a cantar las canciones medio en broma, imitando esas voces casi imposibles. Con María siempre estábamos juntos e inventábamos todo tipo de juegos para reírnos, y en este caso cantamos las canciones. Todas eran como misteriosos himnos y lo extraño es que mí hermana podía cantarlos, así que sin pensarlo empecé a sacar "Footsteps On The Roof". María la cantó y yo no lo podía creer. Entonces tuve la idea de intentar armar una banda en la que cantara mi hermana, en la que yo hiciera algunas voces o gritos y toque la guitarra. Empecé con esta y algunas canciones que ya venía haciendo. Armé partes para la voz de ella y la mía, y al poco tiempo ya estábamos sonando. Entonces junto a mi amigo Martín, que tocaba el bajo, y Fede (novio de Lili, otra de mis hermanas) en la batería, fuimos a una sala de ensayo y tocamos este, cuatro temas míos y algún cover más.
Al poco tiempo conocí a Dani en la estación de tren de San Isidro: era dibujante y estudiaba actuación. Me imaginaba que también podía tocar algún instrumento, así que le pregunté ese mismo día si sabía tocar el bajo. Me contestó: “No, pero no creo que sea muy difícil”. Un día íbamos a ensayar y Dani preguntó si podía venir a escuchar. Siempre andaba con una cámara filmadora chiquita y la puso arriba de un equipo. La cámara se cayó en la mitad del ensayo y se rompió. Mi hermana igual estaba cantando un poco sin ganas, y Martín y Fede me hacían el favor de tocar pero como sin entender mucho hacia dónde íbamos. Dani y yo nos quedamos re mal por la camarita ese día, pero fue divertido ver las caras de los demás como asombrados de las actitudes de Daniela y todo el caos que armamos juntos.
Un par de semanas después Dani ya se había unido a la banda, en la que ahora solo quedábamos tres: ella, María y yo. Entonces fuimos a una sala de ensayo a tocar esa y otras canciones, solo con guitarra y voces. María ese día no quería cantar, ya no estaba tan divertida, y ahí me empecé a dar cuenta de que algo no funcionaba aunque la banda era perfecta: María con el pelo largo negro cubriendo su cara como zombie, Dani con su estilo, ellas cantando juntas y yo tocando la guitarra, diciendo algunas palabras y cantando también. Pero era un sueño que no sería realidad, ya que llego mí hermana más grande y se llevó a María a la peluquería. Volvió con el pelo corto como un varón (era un corte que muchas chicas se hacían en ese año, muy impersonal) y yo no lo podía creer.
Era mi cumpleaños cuando mí hermana mayor le decía que era mejor hacer algo distinto y alejarse de mi: "25 años y no hizo nada de su vida". Así que perdí a María: dejé que ella decidiera qué actitud tomar y no tomó ninguna, se dejó llevar. Ni siquiera lo lamenté, ya que debía ser así. Me acuerdo que Dani puso la mejor onda con mi idea inicial que no funcionó, así que decidimos seguir solos y eso superó todo lo que imaginé. Hicimos un par de veces más esa canción y luego la dejamos en paz. Y en medio de ese caos celestial nació nuestra banda Mujercitas Terror.
Ese disco fue muy importante para mí, la letra de “Footsteps On The Roof” es una historia fantástica acerca de una chica que espera escuchar el sonido de los pasos de su amor en el techo. La voz de Mary Weiss atraviesa la banda y se pierde en nuestra habitación con un drama encantador que nos seguirá guiando como la adolescencia interrumpida, ahora ella está lejos junto al “líder de la manada”, mi casa está abandonada, el tiempo quiso distanciarnos de todos.
María formó una familia, Martín se fue a vivir a España, Fede dejó Mujercitas Terror. Pero Germán es mi mejor amigo, y Dani y yo seguimos siempre tocando juntos. El disco todavía lo tengo.
Marcelo Moreyra es compositor, guitarrista y letrista. Desde el 2001 lidera la banda Mujercitas Terror. Desde el 2004 empezó con Envidia, su proyecto solista. Publicó los relatos de Historias para ser leídas a niños enfermos (2005), un poemario editado junto a su disco de Envidia, La voz mala (Ninja, 2013) y el libro de poemas Mañana memorial (2019, Milena Caserola). Mujercitas Terror acaba de publicar su quinto disco, Nubes de alcohol, producido por Shaman Herrera.