Alguien dijo que Zama es un libro sobre la espera. Puede ser. La primera imagen con la que empieza el que es, tal vez, el mejor libro de la literatura argentina, nos muestra a un mono muerto que el río mueve, pero no desplaza. El río, dice, que siempre ha sido una invitación al viaje, tiene a ese cadáver de mono atrapado entre unos palos. Parece estar ahí rogando no convertirse en materia putrefac
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