Los obispos católicos reunidos desde el lunes en asamblea plenaria en la localidad bonaerense de Pilar, eligieron ayer por votación democrática a Oscar Ojea, obispo de San Isidro y hasta ayer titular de Cáritas, como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, el máximo organismo de la Iglesia Católica por un período de tres años. La Comisión Ejecutiva la completan el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, como vicepresidente primero, el obispo Marcelo Colombo, de La Rioja, como vicepresidente segundo, y el obispo Carlos Malfa, de Chascomús, en la secretaría general.
La votación, de la que participaron cerca de noventa obispos de todo el país, se celebró en la jornada de ayer. La asamblea se extenderá hasta el sábado y en los próximos días los obispos seguirán votando para elegir a los titulares de comisiones episcopales que entienden en diferentes temas (más de 16) y organismos especializados de la Iglesia.
Los resultados de la votación no dieron lugar a mayores sorpresas, dado que Ojea estaba considerado como uno de los candidatos posibles a la presidencia, teniendo en cuenta que el cardenal Mario Poli, a quien también se postulaba, había manifestado a varios de sus colegas que prefería no ocupar la máxima responsabilidad de la Conferencia Episcopal. A pesar del cuidado con el que se maneja el tema en el Gobierno, es conocido también que en el oficialismo gobernante se habría preferido a Poli como interlocutor.
La mayor novedad estuvo dada en la segunda vicepresidencia, dado que el obispo riojano Marcelo Colombo es un hombre que ha mantenido posiciones muy abiertas y comprometidas, tanto en temas estrictamente eclesiásticos como sociales, en el marco de un episcopado cuyo perfil es mayoritariamente conservador.
La nueva conformación de la Comisión Ejecutiva, integrada por el presidente, los dos vices y el secretario general, abre la posibilidad a un mayor protagonismo de la jerarquía católica con apertura y sensibilidad sobre los temas que preocupan a la sociedad. A lo ya señalado respecto de Ojea y su trayectoria vinculada a los temas sociales, se suma ahora la presencia de Colombo, suplantando en el cargo al arzobispo de Salta, Mario Cargnello, prelado de posiciones sumamente conservadoras.
La renovada conducción del episcopado parece ahora acercarse más a la perspectiva que desde Roma impulsa el Papa Francisco. Desde afuera de la jerarquía, pero también en comentarios en los círculos eclesiásticos, se ha señalado en los últimos tiempos y durante el mandato de José María Arancedo como presidente del episcopado, que los obispos argentinos no lograron traducir en sus acciones el impulso renovado que el Papa ha querido darle a la Iglesia Católica durante su pontificado.
Ojea (71 años) es sacerdote desde 1972 y fue ordenado en el año 2006 por Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, para ser su auxiliar. Desde 2009 asumió como obispo en San Isidro y sucedió en ese cargo a Jorge Casaretto. Hasta ayer se desempeñó como presidente de Cáritas Argentina, el organismo solidario de la Iglesia Católica.
El cardenal Poli (70 años) también fue ordenado obispo por Bergoglio en el 2002, fue primero obispo auxiliar de Buenos Aires y luego, desde 2008 y hasta el 2013, obispo de Santa Rosa (La Pampa). En 2013 el papa Francisco lo nombró arzobispo de la capital argentina. En esta ocasión cumplirá su segundo mandato de tres años como vicepresidente segundo del episcopado.
El obispo riojano Marcelo Colombo (57 años) es el más joven de la nueva comisión ejecutiva. Fue ordenado sacerdote en 1988 por el fallecido obispo de Quilmes, Jorge Novak, uno de los pocos jerarcas eclesiásticos que se opuso a la dictadura militar y se alineó junto a los organismos defensores de los derechos humanos. Colombo es obispo desde 2009 y primero fue destinado a Orán y luego trasladado a La Rioja en el 2013. Estando allí se ha convertido en un ferviente impulsor de la causa de canonización del obispo mártir Enrique Angelelli, asesinado el 4 de agosto de 1976.
El secretario general reelecto, Carlos Malfa (próximo a cumplir 69 años) fue ordenado obispo en el año 2000 y desde entonces está al frente del obispado de Chascomús. Ha sido uno de los más cercanos colaboradores del desaparecido cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998).
Como suele ser habitual, se espera que en los próximos días las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal soliciten una audiencia protocolar al Presidente Mauricio Macri para presentarse.