El Banco Central no está teniendo los resultados que esperaba en materia de acumulación de reservas. Tras una megadevaluación en diciembre y una recuperación de la cosecha y los saldos exportables tras la sequía de la temporada anterior, se esperaba un saldo importante en la cuenta corriente externa para esta altura del año. Adicionalmente, el impacto de la recesión se está sintiendo en la forma de una abrupta caída en las importaciones. Sin embargo, tras un desconcertante inicio de mandato, con la devaluación más grande en décadas, el efecto cambiario fue un bálsamo para las reservas del Banco Central apenas por un lapso corto que pareciera agotarse.
Las bondades de la devaluación son efímeras y el ministro Caputo debe saberlo, pero se confió o “hicieron mal las cuentas”, como dicen en la jerga, porque especuló fuerte a la posibilidad de empalmar el enflaquecimiento del efecto cambiario con la liquidación de una cosecha que sería récord considerando la sequía de 2023 y que el campo tendría menos espalda para especular en torno a la liquidación. Sin embargo. las cosas no salieron como lo esperado.
El especialista en agronegocios Javier Preciado Patiño lo pone de esta manera: “La cuestión de fondo es que el Gobierno esperaba un aluvión de dólares para esta época del año, porque creía que con el dólar a 850 pesos explotaba la cosecha, como en 2002. Pero en verdad, el agro venía con un dólar exportador de 650 pesos, con lo cual la devaluación no fue gran cosa. Igualmente, en diciembre se vendió mucho, gracias a las exportaciones entraron dólares. Pero después el crawling peg (devaluación pautada anticipadamente del dos por ciento mensual) y los insumos, con costo en dólares más impuesto PAIS, redujeron los márgenes del negocio. Entonces, ¿se vende?, sí, pero más o menos dentro del promedio”.
En fino, observa que la molienda de soja evoluciona favorablemente con volúmenes mensuales promedio en torno a los 4 millones de toneladas, similares a los de 2019/2020. “Igualmente, considerando que la cosecha este año alcanzó un nivel cercano a 50 millones de toneladas y que las importaciones temporales de porotos son las segundas en importancia --en abril y mayo, el 20 por ciento de lo procesado vino de afuera--, la trituración podría estar por encima de este nivel”, advierte.
Los volúmenes de exportación del complejo soja también están en línea con el mayor tonelaje exportado en los últimos diez años. Así lo expone un reciente informe de la Bolsa de Cereales de Rosario, que muestra que en mayo se enviaron al exterior más de 5,1 millones de tonelada de soja, por encima del promedio de los últimos diez años para el mes (4,6 millones de toneladas) y 60 por ciento más que el año pasado.
Asimismo, estimaron que para la segunda mitad de junio, se deberían cargar buques con 2,8 millones de toneladas del complejo soja. De concretarse esas proyecciones, junio finalizaría con 4,6 millones de toneladas embarcadas, también por encima del promedio de los últimos diez años.
Sin embargo, las compras netas de divisas de parte del Banco Central que tocaron un techo de 3.300 millones de dólares en diciembre y en abril, estuvieron lejos de superarse en mayo: mes que cerró en torno a los 2.500 millones de dólares y –como difundió Indec la semana pasada- con un superávit comercial de 2.656 millones más que relevante para el mes en curso, vinculado a la fuerte recesión interna y a la caída de las importaciones (29,6 por ciento interanual medidas en cantidades).
Para Sergio Chouza, titular de la consultora Sarandí, la canaleta de las reservas es el “dólar blend” exportador (habilita a liquidar el 20 por ciento de exportaciones por el -CCL) y los esfuerzos que hace el Gobierno por sostener las cotizaciones del Mep y CCL. De acuerdo a sus estimaciones, cerca de 16.000 millones de dólares se usarán este año para mantener a raya los dólares financieros. “Ese monto equivale a casi la totalidad de divisas que destinó la administración Fernández en sus cuatro años para contener a los dólares financieros”.
La deuda con importadores ocupa otro lugar importante en la canaleta de las reservas. “El grueso de las compras netas de divisas por parte del Banco Central entre diciembre y abril se dio por la postergación del pago de importaciones, más allá de que las importaciones cayeron fuerte. El Central pagaba poco menos del 20 por ciento del monto involucrado, de modo que acumulaba una deuda con importadores cercana a 13.000 millones de dólares, ese fue casi exactamente el monto total de divisas que adquirió en esos cinco meses. Luego ese ratio fue subiendo, pero en la primera mitad del año se pagó menos del 40 por ciento del total importado. De acuerdo a la agenda que planteó el ministro Caputo, en estos meses se cancela en torno al 70 por ciento de esa deuda, sumado al pago a organismos internacionales, arrojan una ecuación con poco margen para el Gobierno”, describe Pedro Gaite de Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico (FIDE).
Pese al discurso grandilocuente de este Gobierno, ni Javier Milei vino a hacer lo que nunca nadie se animó, ni su programa económico es aplaudido por los mercados ni mucho menos la comunidad internacional. El propio FMI viene manifestando hace tiempo la inconveniencia del regimen cambiario exportador, además de exigir acelerar el crawling peg.
Los especialistas consultados por Página/12 coinciden en señalar que el tipo de cambio “permanece lo suficientemente competitivo”, al menos mientras la economía mantenga estos niveles de contracción que hacen disminuir las importaciones. A la vuelta de una lejana esquina, un modelo económico anclado en un crecimiento virtuoso parece esperar toparse con el mismo fantasma de 70 años atrás: la restricción externa o insuficiencia de divisas.