El 20 de Junio, al pié del Monumento a la Bandera, quedaron bien claros los límites que tiene el gobernador Maximiliano Pullaro y, mucho más, el intendente Pablo Javkin. Por el sólo hecho de ser intendente cumplió un rol más de anfitrión que de jefe político. Fue el que le regaló una réplica de uno de los leones del Palacio Municipal a Javier Milei que no sólo se identifica con ese animal sino que, en serio, se cree el rey de la selva. Quizás con la miniatura del rostro de Manuel Belgrano -igual al que se encuentra en el parque a la Bandera- hubiese sido suficiente, menos condescendiente con quien recortó todos los fondos que pudo a la provincia y a la ciudad. Javkin estaba tan feliz de que un presidente volviera a estar en el día más importante de la ciudad que no importó quizás demasiado quién era ese presidente. Además, hay que decirlo, donde no hubo recorte de fondos fue en materia de seguridad y eso en gran medida le permitió a Rosario “bajar la fiebre” como le gusta decir al prudente ministro del área en Santa Fe, Pablo Coccocioni.
La munición gruesa quedó reservada entonces para el discurso de Pullaro que le reclamó al presidente obras de infraestructura y que “mire al interior productivo”. El gobernador y el intendente sufrieron lo mismo que sus pares cordobeses Martín Llaryora y Daniel Passerini, cuando fueron silbados por los adherentes libertarios, en el Acto de Mayo que reemplazó el 25 de ese mes al frustrado Pacto que fue diferido para el 9 de Julio en Tucumán, ya con la Ley Bases en el bolso.
En eso, el acto del jueves no fue diferente a otros actos donde estuvieron otros presidentes. La ceremonia la arma completa el gobierno nacional y las autoridades locales acatan. Pero por lo menos, cuando le tocó a Cristina Fernández de Kirchner se esforzaba gestualmente para calmar a la multitud cuando silbaban el discurso del entonces gobernador Antonio Bonfatti.
Javkin hace con Pullaro lo mismo que venía haciendo con Omar Perotti: Ponerse atrás del jefe de la Casa Gris para enfrentar la crisis de inseguridad. ¿Qué otra cosa podría hacer frente a bandas criminales impiadosas, organizadas y con un inmenso poder de fuego? Todo el resto viene después, una vez alcanzado cierto umbral de pacificación, la organización barrial, la infraestructura en los sectores más vulnerables. Pero para eso también hace falta plata que Rosario no tiene desde hace tiempo. Y más allá del desinterés y la crueldad de la administración libertaria, ese es un problema que se irá agravando. La ciudad y su región necesitan de costosas inversiones en obras de infraestructura que cada vez parecen más lejanas de los presupuestos oficiales.
Rosario es un grano allá atrás para todo gobernador. Es grande, costosa y violenta. Y no es capital de la provincia, una anomalía que complica aún más las cosas. Por eso les costó tanto abordarla a los gobernadores que no eran de acá. Por eso Pullaro destaca que si bien es oriundo de un pueblo del sur provincial “viví acá 31 años”. Rosario ya no es más la que fue y recuperarla es el desafío de toda la dirigencia.
Obvio que Milei y su gestión agravan esa situación. Pero es claro también que no es una cuestión de gritos y discursos encendidos. Es tratar de ver qué se le puede sacar al poder central porque la gestión libertaria es tan poco federal como muchas otras. El federalismo es dinero repartido y a todos les cuesta. Ahí están las razones de porqué el ducto de fondos para el transporte se va a CABA y Amba. Milei lo que hizo fue llevarlo al extremo de 98% contra el 2%. Históricamente era 70/30. Por supuesto era mejor, pero tampoco alcanzaba.
El peronismo de Rosario y Santa Fe debería tomar nota de porqué Pullaro y Javkin hicieron campaña con el supuesto “abandono” del kirchnerismo de la ciudad y una vez ganadas las elecciones siguen con esa línea argumental, como lo volvieron a hacer días pasados en la presentación pública de las obras que financiará la provincia en el marco del Acuerdo Rosario. Lo hacen porque el PJ es un partido del poder que acaba de dejar el poder. Es decir, siempre lo consideran competitivo aún en las condiciones en las que se encuentra hoy el movimiento. Con esto en claro, la departamental Rosario del PJ no tendría que haber emitido el duro documento contra Milei declarándolo “persona no grata” en la ciudad. No porque no se lo merezca sino porque es una acción testimonial impropia del peronismo.
Pullaro va hasta el límite de la corrección para referirse a Milei y la vez dar a entender que defiende a Santa Fe y a la producción. En estos días justificó al presidente y su centralismo diciendo que “nació y vivió siempre en Buenos Aires” y no conoce “la vida de los pueblos” y su modelo productivo. En realidad el gobernador sabe que al presidente y su proyecto no le interesa ni le sirve el interior. Tampoco se lo ve defendiendo mucho los intereses argentinos, cómo entonces se va conmover con las necesidades de Gato Colorado.
Pero hay que buscar argumentos para firmar ese bendito Pacto y no transformarse en un paria. Nadie quiere estar afuera, tampoco quiso Miguel Lifschitz cuando suscribió con todas las provincias (a excepción de San Luis) aquel ruinoso pacto fiscal impulsado por el entonces presidente Mauricio Macri.
Y el gobernador de Santa Fe encontró esos argumentos. Asegura que la presión provincial ayudó a modificar en el Senado el peligroso Régimen de Incentivo a la Grandes Inversiones (RIGI) incorporando la posibilidad de que se reserve un 20% de participación de pymes nacionales para los proyectos. Por eso ahora afirma que es necesario asegurarse de que sea esa la versión que apruebe Diputados y no el texto original que borraba de un plumazo toda posibilidad para las pequeñas y medianas industrias.
Pero hay un problema para Pullaro y los gobernadores. Mientras quieren esa parte del RIGI votada en el Senado, pretenden que la Cámara baja reimponga el impuesto a las Ganancias que es coparticipable. “Esta semana voy a tratar de reunirme con la mayor cantidad de diputados posible”, dijo el gobernador.
Pullaro cree que en el Impuesto a las Ganancias, el gobierno nacional corrigió. "Arrancaba con una alícuota de 27% a 35%, con 890 mil pesos, y en este momento está entre 1,8 millones y 2,2 millones, con una alícuota que comienza mucho más baja, en el 9%. Indudablemente es una ley distinta, una ley progresiva que se va cobrando en función de quienes ganan más", dijo el gobernador. Y agregó que si eso vuelve atrás. "No es que a nosotros nos preocupe, les debería preocupar a los trabajadores porque si no se aumenta el mínimo no imponible, posteriormente cada vez más trabajadores van a empezar a pagar y van a pagar una alícuota muy alta”, advirtió.