En su habitual editorial, el periodista y conductor Víctor Hugo Morales criticó la pasividad con la que "se deja pasar todo" al Gobierno de Javier Milei, junto con la complicidad de la justicia y los medios de comunicación hegémonicos.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Todo pasa para ellos. Esa frase famosa del presidente de AFA, Julio Grondona, Todo Pasa. Da la impresión de que se cumple. Todo se lo dejan pasar al poder.
Reprimieron sin asco aquel miércoles 12. Metieron presas a docenas de inocentes. Dejaron como rehenes a uno que saltó una valla y a otro que tiró una piedra. Siguen presos y no pasa nada.
Repugnaron del pueblo una vez más. Acribillaron con gases y chorros de los camiones hidrantes a cientos de indefensos, a los que retuvieron presos por días, a cada uno de los manifestantes que pudieron cazar. Y no pasa nada.
La jueza Servini desautorizó a Stornelli, ese tipo absolutamente incalificable, esa vergüenza nacional del mundo jurídico. Lo desautorizó en cada una de las mentiras que había dicho la policía, que habían dicho los diarios del sistema. Se desmintieron con sus propias palabras los policías, pero no pasa nada.
Clarín acusó a la izquierda, mezcló al kirchnerismo durante varios días. Ahora ya no, porque se sabe que fue una mentira. Y liberó de culpa a Bullrich. Peor: puso encuestas en las que felicitaban a Bullrich por el operativo que había llevado a cabo. Mintió como miente siempre la mafia periodística y no pasa nada.
Empieza la semana de Caputo y Sturzenegger ahora. Juntos, Caputo y Sturzenegger. Monumentales estafadores del pueblo.
Vuelve el cómico presidente de la gira ultraderechista.
El FMI fija nuevas condiciones a la colonia imponiendo más ajustes. Y Macri que los trajo, habla. Y Milei que los adora, habla. Y los diarios y sus secuaces orales que quieren la Ley de Bases, hablan y no pasa nada.
Ahora, por suerte, también está la vida. Algo así como una artista con su pueblo, como pude ver el sábado pasado en el Torquato Tasso, cuando cantó Teresa Parodi.
La gente en algún momento cantó eso de la patria no se vende. Era lindo escucharlo. Yo estaba en el fondo y veía el escenario iluminado, en el trasluz, se veían los brazos que se levantaban por encima de las cabezas.
La patria no se vende. Y uno mira esos brazos en alto, los cuerpos meciéndose, mientras cantan que la patria no se vende y por un ratito se olvida de que sí, que la venden a cada rato.
Lo que pasa es que un artista y el pueblo convocan la esperanza. La esperanza viene y se te planta al lado como un perro fiel. Y siempre le tirás un hueso.