La observo desde el balcón del primer piso, a unos treinta metros de distancia. Percibo en su andar un sutil matiz felino, como si estuviera a punto de agazaparse o gruñir ante cualquier intento de conversación banal y preservar así el sagrado acto de caminar sumergida en un pensamiento.

Peralta, 55 años, diminuta y delgada, atraviesa concentrada el patio del colegio. Lleva puestos anteojos de sol oscuros con un audaz marco rojo cereza que contrasta con su pelo rubio ceniza. Tiene un saco entallado del mismo tono y un prendedor con una rosa negra que añade un toque de misterio a su apariencia. Lleva una cartera colgada al hombro, pantalones pinzados y botas de charol negro. Camina ligeramente encorvada, evitando cruzar miradas con los demás.

Pienso en toda las historias que se traman en los pasillos del colegio alrededor de ella: que fue actriz y bailarina, que formó parte de la bohemia intelectual del teatro independiente porteño, que vivía en capital y que se aventuró hacia la provincia para alejarse de ciertos vicios, que en el colegio se enamoró de un profesor de arte, que él era bueno, sensible y que ella lo amaba, que se casaron y que al poco tiempo él murió y ella enviudó con una herida profunda y duradera.
Peralta termina de subir las escaleras y camina en dirección a mi aula.

Mis compañerxs entran, yo lxs sigo atrás.

En el aula está el bullicio típico del final del recreo. Casi todxs están sentadxs, salvo Lorenzo y Emilio, que están en el suelo. Emilio adopta la pose del perrito y Lorenzo lo cabalga, mientras Juliana, desde su silla, les da nalgadas en la cola con una regla y les grita "cochinos" con un acento erótico y teatral. Los tres están parodiando una película porno.

Peralta entra al aula, silencio. Lorenzo y Emilio se acomodan en sus respectivos asientos. Peralta coloca su cartera en el escritorio. Con cuidado, se quita los lentes oscuros que guarda en un estuche y se pone sus anteojos de ver. Luego, se lleva una pastilla de menta a la boca. Durante todo este proceso, no levanta la cabeza y nos saluda en un tono bajo con un simple y seco “hola” sin dirigir su mirada a la clase. Acto seguido, cuelga la cartera en la silla y camina enérgica hacia al pizarrón. Toma una tiza blanca y escribe en letra cursiva y desproporcionada: Barton Fink.

Se da vuelta y, por primera vez, su mirada penetrante, lúcida y desafiante se fija en nosotrxs. En esos ojos, ya sean azules o verdes según el día, percibo la exigencia de ponerme a la altura de su atención. Somos un público al que no le interesa complacer, pero sí cautivar.

“¿Y?”

Nadie responde.

Peralta se sienta en el escritorio. Con una voz resonante y llena de energía nos interpela.

“¿Cuál es el conflicto del personaje? ¿Por qué un hotel?”

Silencio.

Lorenzo, su preferido de las clases de juegos teatrales, dice algo perspicaz sin levantar la mano.

"Creo que tiene que ver con una sensación claustrofóbica, como la idea de estar atrapado en ese hotel, en esa habitación, con esa tarea y en contraste con el cuadro de la chica en la playa…”

Peralta camina por el aula.

“¿Qué más?”

Silencio.

Peralta le da indicaciones a otro alumno que está sentado en el banco del fondo.

“Agarre una tiza y escriba: Alienación.”

Caco, con una camisa floreada y hippie, camina lento arrastrando los pies hasta el pizarrón. Escribe la palabra y la mira con la tiza en la mano.

Peralta deja el saco en la silla, se apoya sobre la esquina del escritorio, eleva la mirada de una manera muy teatral y nos habla de Kafka. Su tono de voz adquiere un matiz apasionante, como si la literatura y el cine la transportaran a un lugar liberador en el que nada la desilusiona, todo en ese imaginario está vivo y abunda el deseo.

Hay una pausa. La voz baja de Caco la interrumpe. “¿Rosa María, puedo sentarme?”

Rosa María Peralta se da vuelta, lo ve a Caco parado en el pizarrón y larga una risa explosiva y contagiosa. Todos nos reímos.

Peralta revolea los ojos para arriba y grita.

“¡Silencio!”

Todos nos callamos.

“Puede sentarse, pero le ruego que en el futuro evite perfumarse con pachuli, al menos en mis clases. Evoca recuerdos desagradables para mí.”

Caco levanta los hombros y vuelve a su silla.

Peralta retoma Barton Fink y nos habla sobre la interpretación magistral de Turturro, la música de Carter Burwell, el desafío de las convenciones narrativas y cómo el cine y la literatura se entrecruzan magistralmente.

Esta película me recuerda a ella, me hace pensar en todo lo que significó para mí que una persona como Rosa María Peralta se haya dedicado con tanta pasión, tiempo y talento a dar clases de literatura y teatro en un colegio secundario. Pienso en los momentos en los que pudo haberse sentido alienada y frustrada como el personaje de Barton Fink, apartada en la provincia y relegando su carrera artística en la gran ciudad para dedicarse a la enseñanza. Quizás sus comentarios hirientes podrían estar vinculados a ese desarraigo.

Siento que una parte de lo que soy hoy se la debo a ella, a todo lo que despertó en mí cuando tenía catorce años. Sus clases, los libros, las películas, las obras de teatro, la forma de vestir, de caminar, su impronta, su pasión por impulsarte a saber más, a pensar más, a querer más, todo lo que me hizo sentir un poco menos perdida en ese momento.

“Z, deje de mirarme como si fuera un modelo vivo y hágame masajes en la espalda.”

Me levanto, me paro detrás de ella, aparto el pelo dañado por la tintura y poso mis manos sobre sus hombros.

María Zanetti. Es guionista y directora. Se ha establecido como directora de videos musicales, cortometrajes y comerciales y, en la última década, como guionista y directora de ficción. En 2021, recibió el premio internacional Artekino por su proyecto de largometraje Alemania. La película se estrenó en el 2023 en San Sebastián y luego comenzó su recorrido por otros festivales. Entre otros premios, recibió el de mejor dirección dentro de la competencia argentina en Mar del Plata, por mejor arte, guión y dirección en el festival de cine iberoamericano de Ceará y una mención especial del jurado en Punta del Este. Actualmente, Zanetti se encuentra en proceso de desarrollo de su segundo largo. Alemania continúa en cartel en el cine Gaumont.