El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, destacó en su editorial de la 750 la libertad que otorgó el Tribunal Superior de Londres al creador de WikiLeaks, Julian Assange, tras asumir la culpabilidad de los cargos de los que era acusado. Además, destacó su rol clave en el periodismo “verdaderamente libre” y aseguró que sus hallazgos fueron centrales para que en todo el mundo se conocieran verdades que estaban ocultas. “Cuando un joven me pregunta qué puedo hacer para entender un poco más, le digo que lea esos libros. Porque es una manera de conocer la historia secreta de la infamia que padecemos”, dijo sobre Assange.

El editorial de Víctor Hugo Morales

Para mí hoy la cuestión es que finalmente Julian Assange está en libertad. Argentina y América Latina supieron mucho de las vidas ocultas del poder gracias a Assange.

Argentina conoció detalles del tratamiento de colonia que siempre le propone Estados Unidos. Supimos de la traición de los dueños de Clarín y La Nación, entregados totalmente a ese poder de la embajada.

La lucha del Gobierno que tuvo el país hasta el 2015 por defender su soberanía. Hay capítulos maravillosos de lucha contra el poder mundial en el libro de Santiago O'Donnell.

Monsanto, Edelap y tantos otros ejemplos de cómo había que pelear a brazo partido para no ser colonia. Yo solía decir que si no habían leído ArgenLeaks no podíamos empezar a hablar. Porque ahí había una verdad que, el que no la conocía, estaba muy limitado.

Y sigue siendo así. América Latina en el libro Wikimedia Leaks, de Lacunza y Becerra, también muestra los entretelones de las brutales mentiras contra Chavez. Los intentos de golpe de Estado, el ataque a las democracias de Gobiernos populares.

Lo inimaginable apareció en documentos que son incontrastables, irrefutables. Que nadie puede contrarrestar.

Cuando Julian Assange los distribuyó por el mundo, ofreciendo los WikiLeaks a grandes medios, los diarios locales, mafiosos como son, se dedicaron a los aspectos irrelevantes. Porque las grandes verdades los condenaban.

Entonces, Assange decidió quitarle los derechos y se los dio a Santiago O'Donnell, que escribió dos libros fundamentales para entender la política de Argentina a partir de los WkiLeaks: Argenleaks y PolitiLeaks. Estos libros de extraordinario valor.

Cuando un joven me pregunta qué puedo hacer para entender un poco más, le digo que lea esos libros. Porque es una manera de conocer la historia secreta de la infamia que padecemos.

Assange nos permitió conocer verdades a las que nunca habríamos llegado. Porque los documentos eran escritos pensados para que jamás trascendieran. Las embajadas escribían y escriben para el Departamento de Estado y esa era la verdadera visión que tenían de todo.

El papel de la embajada con los diarios y el resto del poder real de la Argentina --para robársela cada día-- está demostrado. Ahí estaba la verdad. En los documentos que él compartió con el mundo.

Arriesgó como nadie y lo pagó muy caro. Assange fue un estandarte del periodismo verdaderamente libre. No del payasesco papel de los que se dicen independientes y viven de rodillas ante el poder real y trabajando para ese poder real.

Pero además Assange desnudó la falacia de la libertad de expresión. Lo condenaron por alzarla a la máxima altura. Estados Unidos lo ha querido preso de por vida. Y las mafias locales, las de acá, todavía ocultan las verdades de los WikiLeaks.

Aquel coraje diplomático de Rafael Correa ofreciéndole asilo en la Embajada de Ecuador. Fijate lo que significa pensar en ese momento histórico del mundo. Hoy también tiene premio Correa. Y reconocimiento internacional. Al menos de los que no son cómplices de los poderes nefastos.

La libertad de expresión le sirve a los poderosos vende patria de cada país para escudarse detrás de la frase y robar. Y en nombre de la libertad de expresión, acusar a otros, a los pocos políticos que los han enfrentado.