Cuando los funcionarios no funcionan y los partidos políticos dejan de cumplir sus roles esenciales, otras instituciones ocupan su lugar. Por su llegada masiva a la gente, el periodismo integra el top five y no necesita candidatearse.

El Grupo de Investigación @Agendas (Facultad de Ciencias Sociales, UBA)** viene estudiando desde hace algo más de diez años algunas de las características de la influencia de los medios sobre el público de CABA, en el marco que propone la denominada teoría de la Agenda Setting. Debe señalarse, en primer lugar, que el equipo de investigadores parte de que, efectivamente, los medios influyen sobre lo que el público piensa, dice y hace. No podría ser de otra manera, ya que estos y aquellos conviven cotidianamente, por lo que debe esperarse una interinfluencia tan asimétrica como inevitable. Del mismo modo, también interactúa e influye sobre el público cualquiera de los restantes elementos que componen la sociedad: amigos, parientes, vecinos, funcionarios y líderes; y todo lo que estos también dicen y hacen o dejan de hacer.

Las influencias que recibe el público son múltiples y variadas, y el poder de persuasión de la prensa cambia en función de surtidos factores. Así, el influjo está condicionado por características individuales y grupales de las personas (género, edad, educación, ocupación, posición social); y, del mismo modo, los diferentes tipos de medios y canales de comunicación ejercen variados matices de influencia: no es lo mismo la TV que el streaming, ni Facebook que TikTok.

La influencia no es igual en todos los casos, ni en cantidad ni en calidad. Tampoco es unidireccional, aunque la posibilidad que la aparición de internet otorgó a los ex consumidores de convertirse en prosumidores, lejos está de convertir en democrática la relación medios-público.

La teoría mencionada postula que las preocupaciones ciudadanas se basan inevitablemente en los temas previamente publicados por la prensa, y se asienta en un entramado hipotético que parte de la necesidad de información que la audiencia desarrolla, en tanto ser social. Sin embargo, hoy por hoy, todos nos informamos en mayor o menor medida, tengamos la necesidad de hacerlo o no. Sea porque encendemos la radio o la TV, o porque leemos un diario, o porque vía whatsapp accedemos a datos (relevantes o no; que nos interesan o no; exclusivos o no), o porque en la estación de tren o en el consultorio del médico está la TV prendida. Informarse es ineludible.

De todas maneras, un mayor interés informativo supone un mayor consumo y, si los medios generan confianza en la audiencia, el consumo no selectivo de canales de información permite a los medios imponer en el público lo que se llama habitualmente la agenda. Y se trata de una agenda jerarquizada.

Es decir, los medios proponen temas y establecen la relativa importancia de esos asuntos, y luego el público los toma como propios, transformándose en sus preocupaciones habituales.

Por otra parte, la perspectiva de la teoría es esencialmente política, por lo que el supuesto se agiganta cuando se trata de personas con interés en la política o en momentos en los que la política adquiere una gravitación especial. A mayor interés, más consumo. Cuanto más consumo, mayor influencia. Y si el consumo es confiable… mejor todavía.

Así es como, para medir el grado de influencia, sencillamente deben compararse las posiciones que ocupan los temas en el listado que se deriva de lo publicado por los medios, con la ubicación que esos temas ostentan en el ranking de preocupaciones del público. La contrastación entre los dos repertorios se realiza mediante un procedimiento estadístico, lo que también posibilita graduar y comparar la medición de dicha influencia, la que se expresa en un número que va de cero a uno.

Los propios padres fundadores de esta propuesta refieren que solo una cifra superior a 0,55 resulta significativa en términos teóricos. A mayor coincidencia temática, más efecto agenda (mayor influencia de los medios). El resultado de las diez mediciones realizadas por @Agendas se sitúa en un promedio de 0,485.

Además, mientras para la prensa el tema más importante es (fue y será) la política, para los porteños varía entre la inseguridad (entre 2013 y 2017) y la economía (2018 en adelante, y en forma creciente).

Este divorcio entre los temas de la prensa y los del público se cimenta en la débil estructura del conjunto hipotético antes descripto. El consumo de medios es muy fuerte (97% consume uno o varios medios) pero el interés en la política es muy moderado (53% no se identifica con partido alguno y 30% a 35% no vota o lo hace en blanco) y la confianza en los medios es extremadamente baja (sólo 25% confía).

Además, frente a la pregunta “cuál es el periodista que usted más valora o respeta”, el 25% dice “ninguno”, el 13% no sabe qué responder… y quien lidera el ranking de los más valorados lo hace apenas con el 9% de las menciones.

Por otra parte, la distancia entre lo que los periodistas hacen y lo que debieran hacer (según la opinión del público) es significativa, y se centra en que el periodismo entretiene y opina más de lo que se espera, y en que visibilizan problemas e investigan la corrupción menos de lo que se desea.

*Docente e Investigador. Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y FLACSO. Director Grupo @Agendas.

** @Agendas está integrado por estudiantes, docentes y graduados de ciencia política, periodismo, abogacía, relaciones públicas, sociología y comunicación social. Sus miembros provienen de las universidades nacionales de Buenos Aires, Córdoba, General San Martín, La Matanza, La Plata y Lomas de Zamora; y de la Universidad Torcuato Di Tella.