El músico Cucuza Castiello pasó por los estudio de la 750 y charló distendidamente con Víctor Hugo Morales en La Mañana sobre su carrera y sus dos pasiones: el tango y el fútbol. 

"A los cinco años empecé en El tango del millón, con (Juan Carlos) Mareco. Le pedí a mi vieja que me llevara a cantar a Canal 11 porque el premio era una pileta Pelopincho. Esa fue la primera vez que canté en mi vida", recordó.

"Y después en las peñas de tango, en los clubes de barrio, empecé a cantar a los siete años. Después canté una vez en Grandes valores del tango y Feliz Domingo. Hasta los 10 cantaba una vez por mes en peñas de tango", agregó.

En este sentido, el artista remarcó:  "Mi vida es el fútbol y el tango".

"Tengo 55 años y desde los cinco que hago las dos cosas que me gustan, jugar a la pelota y cantar. ¿Cuánta gente hay en el mundo haciendo lo que le gusta? Si baja la cortina, yo estoy feliz", bromeó.

No obstante, hubo un momento en que Castiello tuvo que elegir entre sus dos aficiones. "El tango se cruzó en el camino del futbolista. Son mis dos pasiones, pero no eran compatibles la noche del tango con el entrenamiento al otro día. Por eso me decidí a seguir con el fútbol. Uno de cantar no deja nunca. La última vez que canté ocasionalmente fue en Michelangelo. Tenía 17 años, estaba en Reserva y tomé la decisión de dejar de cantar un tiempo", reveló.

En esa línea, repasó algunos momentos de su carrera como cantor de tango que lo marcaron.

"Por suerte, pude compartir algún fuelle con uno de mis ídolos, Rubén Juárez. Pero la época en la que conocí a todos los pesos pesados era muy pibito. Pero agradezco,  porque yo sabía quiénes eran, pero no sufrí nada. No era una carga para mí", señaló.

"Con Juárez fue shockeante. Deposité una esperanza. La gente lo ponía a la altura de los tangueros de la épica de oro. Por suerte lo pude conocer. Después del show llegó la recalada, habíamos tenido un momento muy lindo. El 'Negro' me dijo ‘cantás bien, pero te falta matizar’. Me lo dijo bien. Y ahí tuve la locura de decirle: ‘Capaz que si me acompaña usted lo puedo hacer’. Después terminé cantando con él", rememoró.

"No lo veo como algo pensante lo mío. Lo atribuyo a la crianza. Es un ejercicio de cantar y de escuchar tango, no es mecánico. No lo asocio al bocho, a la cabeza, al pensar. Soy más animalito. A mí me pasa con Gardel. A los que vinimos después no nos quedó otra, salvo algunas excepciones, que hacer otra cosa. Para ser originales, y porque no vamos a poder. Yo sé que no voy a cantar nunca como Gardel. Porque no soy tonto, y porque no soy capaz, trato de ir por otro lado. Pero uno está hecho de todos ellos. Pero no nos queda otra que ser nosotros", indicó.