Lo que venía haciendo Ayi Turzi de manera informal es básicamente lo que hacen los algoritmos, pero "bien". Buceadora compulsiva de los anaqueles videocluberos del cine de género nacional, su gente le pedía recomendaciones y ella, como si fuese una especie de IMDb humano, les tiraba: "Si te gustó ésta, te puede gustar esta otra". Así, su conocimiento específico en cine fantástico, independiente, raro y rarísimo la catapultó hacia una posición oracular: Ayi realmente sabe de cine de género argentino.

Hinchada de datos, inflada de fichas técnicas, referencias, chucherías y misceláneas pop, Turzi comenzó a vomitar líneas, párrafos y definiciones viscerales a propósito de sus Santos Griales. Un poco por la pandemia -y esa manija que empujó a "hacer cosas"- y otro poco con la intención de reparar la falta de herramientas de investigación sobre ese "otro cine", Ayi se entrometió en la titánica tarea de ver, reseñar y contar la historia de 839 películas. Y, entre la ausencia de formalidades y el caos arrabalero en el que está sumido el género nacional, nació Insólito y Fantástico, el otro cine argentino.

"Lo que quería era emparentar películas. Hice un laburo de hormiga, recorriendo catálogos de festivales de cine, bases de datos online y un montón de cosas que no están en Internet. La idea era que esté toda la información, o la mayor cantidad posible, en un solo lugar. No diferencié entre películas del INCAA e independientes. Todo componente 'de género' está incluido", le dice al NO la autora, que la tarde de este martes 25/6 lo presentará en La Nave de los Sueños, junto a Gabriel Patrono y otros disertantes pulentas.

Insólito y Fantástico es su primer libro de investigación y su segundo publicado (el anterior, Septem Somnia, es una serie de cuentos de horror) y le suma medalla a su ecléctico currículum. Anteriormente, filmó las ficciones Y… ¿quién mató al mayordomo? y Chevisaurios, y ahorita está rodando Bizarrofilia, sobre el cosmos bizarro nacional, que espera estrenar en algún momento de este año. Como muestra, en el evento de hoy se estrenará el tráiler de este documental. "Lo fantástico se sale de la realidad y de lo cotidiano, desde la temática hasta la forma de hacerlo", subraya.

"La gente conoce La Sonámbula, Moebius y poco más. Es apenas la puntita del iceberg del cine de género nacional. Lo que falta es divulgación", remarca la autora. En ese sentido, cazó la lámpara, el botiquín y las botas y se entrometió en los más sinuosos, pantanosos y oscuros caireles del fantástico nacional, enfrentándose a películas rarísimas, ocultas, difíciles de encontrar y hasta perdidas.

"Hay un apartado de películas que sé que existen pero que no hay manera de verlas: Leviatán, Adventistas del Clima en la Dimensión Blasfema, Red Hook, El Intruso." Toda una arqueología de lost movies nac & pop. ¿Qué pasó? Bueno, de todo: directores que cambiaron de oficio y niegan su pasado, discos rígidos quemados, DVDs borrados, peleas que terminaron en proyectos sepultados, el olvido y tanto más.

Foto: Cecilia Salas

Ahora bien, ¿por qué "les cuesta" a estas películas alcanzar otra notoriedad? "Creo que porque ningún director, ni siquiera los que están dentro de la industria, piensan en difundirlas", confiesa Turzi. "Quieren pasar a la siguiente cosa. Es un cine muy de nicho que no tiene tantas pantallas. Se estrenan en el Buenos Aires Rojo Sangre y no tenés dónde meterlas después. Eso genera una desmotivación."

Asimismo, Turzi identifica una pérdida: la del lugar del cinéfilo. Y, de paso, arremete contra las plataformas y las nuevas configuraciones de espectadores pasivos: "Si Netflix no te dice 'Esto es para vos', no la ves. El espectador no ayuda y las plataformas tampoco. Por ejemplo, Netflix nunca me recomendó Historias de lo Oculto. Yo siempre miro cine argentino y películas de terror. Sin embargo, nunca hizo el ejercicio de recomendarme eso, que junta ambas cosas".

Entre las películas trascendentales de este universo, la autora menciona a Plaga Zombie, la trilogía de zombies pop de los FARSA Producciones, una película que, dice, "ya está canonizada, hasta la nombran en la facultad". También rescata un film que cumple con el punchline del libro: Clásico, de Marcelo Gil. "Tiene una atmósfera rarísima. Están las que se pretenden atmosféricas y son una poronga. Este es un film que, cuando lo ves, no sabés si viste una película o viviste una pesadilla. Y va en contra de ese prejuicio absurdo de que 'las películas argentinas son todas sobre la dictadura'."

En su momento, entre 2007 y 2014, este "otro cine" tuvo un momento luminoso: producciones en todo el país, festivales que difundían, espectadores que acompañaban. Fue una movida independiente, autogestiva, lateral, pero sucedió: las Galas de VideoFlims, los cónclaves deformes del Buenos Aires Rojo Sangre, las proyecciones de La Nave de los Sueños en la Biblioteca Nacional, los estrenos en FM La Tribu, las fiestas de fin de rodaje o las jodas que se hacían para juntar monedas para encarar jornadas de filmación. Aquello amalgamó nombres, abrazó ideales, conspiró a favor de un "espíritu de época".

"Creo que a partir de Plaga Zombie la gente comenzó a querer hacer películas y a partir de Aterrados todo se profesionalizó. Si bien tenías películas estrenándose en salas, todo se hizo un poco más masivo. Apareció más público con ganas de verlas", identifica Turzi. "En su momento había líderes como Pablo Marini o Pablo Parés, más un montón de talentos remando al costado. Pero no terminó de arrancar porque envejecimos, porque no fue autosustentable, porque el BARS se hace una vez por año. Y los espectadores terminan queriendo ver la de Darín. Y lo que pasó con la generación siguiente es que decantó en una movida mucho menos colectiva."

No obstante, el aura que Turzi capta en Insólito y Fantástico también levanta algo definitorio: lo que sucedió en aquella golden age del cine de género nacional capitalizó en un montón de actores, directores y técnicos que terminaron definiendo su oficio para siempre. "Fueron más de 10 años en los que se revolvió la olla. Todos colaboraban con todos. Hoy se apagó aquel fuego porque el tiempo pasó. Matías Lojo cuenta que, en su momento, durante el kirchnerismo, tuvo un laburo con el que pudo ahorrar plata para hacer 2 Locos en Mar del Plata, su película. Pero vino Macri, la pandemia y ahora Milei, una seguidilla de cuestiones coyunturales que no ayudaron."

En cuanto a la perspectiva histórica, la investigadora clava las guampas en El Satario como la "primera película fantástica argentina". Sí, El Satario, aquel film misterioso considerado -¡¡¡también!!!- como "la primera película pornográfica en la historia". El repaso sigue con la incunable Fausto (1922), El Hombre Bestia (1934), Una Luz en la Ventana (1942), las comedias sobrenaturales y católicas de la década del '40 y todos los carriles de esa historia que se echó paso al costado de "la historia oficial". Dice Turzi: "Cuando sucedió lo del Nuevo Cine Argentino también se estrenó Plaga Zombie y nunca se la consideró parte de la movida. De hecho, los FARSA llegaron a presentarla en BAFICI y se la rebotaron. Por suerte, esa perspectiva ahora cambió".

Entretanto, el libro no sólo hace close-up sobre Buenos Aires sino que agranda su lupa hacia todo el territorio nacional y entroniza una búsqueda deliberadamente criolla. "Me imagino que es un libro para alguien curioso, aunque un poco cómodo. Es para cualquiera que le interese el cine en general", confiesa Turzi. "Me gustaría que ayude a recuperar el espíritu de juntarnos para hacer una película. Hoy te venden una idea de éxito nefasta, que si no ganás 20 palos sos un loser. Para nosotros, el éxito era estrenar una película en el BARS. Y para mí, lo sigue siendo. La vida no es sólo criptomonedas", arremete la autora, que no deja de tirar hipervínculos al terror, la ciencia ficción, el thriller con elementos sobrenaturales, la comedia y el bizarro; objetos de deseo de la Fernando Martín Peña del cine de género nacional.


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