En el primer trimestre del año hubo un importante aumento de la desigualdad social, según las estadísticas de Indec que miden el ingreso de hogares y personas basadas en la Encuesta Permanente de los Hogares (EPH). Este último informe acompaña los datos oficiales difundidos esta semana sobre contracción de la actividad y crecimiento del desempleo y pintan un escenario de rápida conformación de una crisis económica como corolario de las políticas del Gobierno, puesto que ningún shock severo o contagio de crisis internacional está afectando a la economía local en este momento. Es el peor resultado en 16 años, desde el primer trimestre de 2008.
En el primer trimestre de 2024 aumentó fuertemente la desigualdad de ingresos medida a través del coeficiente de Gini: el valor fue de 0,467 mientras que en igual período de 2023 alcanzaba 0,446, siendo cero el valor que implica igualdad absoluta y uno desigualdad total. En términos distributivos es preciso remontarse hasta el año 2008 para encontrar desigualdad semejante (0,463), siendo que el Gini disminuyó año tras año desde la salida de la Convertibilidad hasta 2015.
A su vez, la brecha distributiva calculada entre la mediana del ingreso per cápita familiar de la población del decil 10 y el decil 1 (es decir, del 10 por ciento más rico versus el 10 por ciento más pobre) fue de 15 veces. La brecha de la mediana aumentó un punto, tanto en la comparación interanual, con respecto al primer trimestre de 2023, como en relación al último trimestre con aguinaldo (tercer trimestre de 2023).
El indicador de ingresos capta una situación menos crítica, pero las estadísticas de empleo difundidas ayer por Indec, en base también a la EPH, mostraron que la subocupación demandante está creciendo, lo cual revela que la mayoría de las personas buscan aumentar su carga laboral porque los ingresos se tornan insuficientes. La subocupación demandante creció 0,7 puntos porcentuales en un contexto en el que la desocupación abierta aumentó en similar proporción, y esto también afecta a los ingresos porque en contextos de crisis de empleo las remuneraciones tienden a estancarse.
El ingreso promedio per cápita del total de la población, que corresponde a 29.593.119 personas, alcanzó los 233.695 pesos en el primer trimestre del año, mientras que la mediana del ingreso per cápita fue de 155.000 pesos. Un nivel comparativamente bajo si se tienen en cuenta costos fijos de vida como las tarifas de servicios públicos, costos de salud y educación privada (si los hubiese), telecomunicaciones, alquileres, etc.
A su vez, el Indec reveló que el 62,2 por ciento de la población total percibió algún ingreso, cuyo promedio es igual a 369.085 pesos. Analizado según la escala de ingreso individual, el ingreso promedio de los estratos bajos (deciles 1 a 4) fue de 122.529 pesos, en los estratos medios (deciles 5 a 8) de 327.862 pesos y en los estratos altos (deciles 9 y 10) de 945.325 pesos. Cabe aclarar que estos últimos se caracterizan por subdeclarar los ingresos. Asimismo, los perceptores varones tuvieron un ingreso promedio de 429.741 pesos mientras que las mujeres uno de 310.064 pesos.
En el caso de la población ocupada asalariada, el ingreso promedio fue de 361.445 pesos. El ingreso promedio de las personas asalariadas con descuento jubilatorio fue 449.382 pesos (acusando un aumento del 196,1 por ciento interanual), mientras que en el caso de aquellas sin descuento jubilatorio el ingreso promedio alcanzó los 197.467 pesos (con 200,8 por ciento de aumento interanual).
Para el caso de los hogares, los ingresos laborales representaron el 76,8 por ciento de las remuneraciones totales, mientras que los ingresos no laborales alcanzaron el 23,2 por ciento restante. El peso de los ingresos no laborales es mayor para los deciles de ingreso total familiar más bajos.