El aparato judicial de Comodoro Py siguió tocando ayer la música que le piden desde el oficialismo. En un extenso dictamen, el fiscal Eduardo Taiano dictaminó que a Alberto Nisman lo asesinaron y que el informático Diego Lagomarsino fue parte de una banda de sicarios que no se sabe quienes integraron. “Los autores del homicidio aún no pudieron ser identificados”, señaló Taiano en un resumen que distribuyó. Unas horas después, en una especie de ballet sincronizado, el juez Julián Ercolini citó a Lagomarsino a prestar declaración indagatoria el martes que viene, aunque ayer mismo ordenó que le pongan una tobillera electrónica. También anoche se produjo un allanamiento de la vivienda del informático. La base de la acusación de Taiano es la pericia multidisciplinaria realizada por la Gendarmería, que afirma, por ejemplo, que a Nisman lo molieron a golpes, le fracturaron la nariz y luego le suministraron ketamina para dormirlo. El Cuerpo Médico Forense (CMF), que depende de la Corte Suprema, dijo que no había lesión en el tabique nasal y que no se detectó ketamina. Taiano, en lugar de convocar a los científicos que dieron diagnósticos tan opuestos y concretar un debate entre ellos, convalidó lo hecho por Gendarmería, tal como le pedía la Casa Rosada y sus medios aliados.
Secreto. El fiscal firmo su dictamen, se lo entregó al juez y distribuyó un resumen en el que no aporta ni un solo elemento de relevancia. Dice que Gendarmería realizó un estudio interdisciplinario y que concluyó que lo más probable es que a Nisman lo hayan asesinado. En el resumen, al menos, no menciona que todas las pericias anteriores sostuvieron lo contrario. Cuando se esperaba conocer los fundamentos, expuestos en unas mil páginas, el juez informó a las partes que decretaba el secreto de sumario. Ni la defensa pudo leer el texto del fiscal.
Ercolini citó a Lagomarsino a indagatoria para el 14 de noviembre y ordenó que le pusieran la tobillera electrónica. El juez allanó la vivienda: se llevaron la computadora, el celular, una pequeñísima cantidad de marihuana (menos de un cigarrillo) y efectos personales. Seguramente en la computadora estarán los movimientos que Lagomarsino realizaba de forma remota en la computadora de Nisman, datos de la cuenta clandestina del fiscal en el Merrill Lynch de Nueva York (Lagomarsino tenía firma) y otros elementos del trabajo.
Arma. Al fiscal le alcanzó con oficializar las conclusiones de Gendarmería. Si a Nisman lo asesinaron, el que proveyó el arma fue parte del plan. Pero minimizó la lógica:
- Nadie aporta una pistola inscripta a su propio nombre en el Registro Nacional de Armas (Renar) para que se cometa un homicidio.
- Nisman no sólo le pidió el arma a Lagomarsino sino que también lo intentó con el custodio Rubén Benítez, el mismo día sábado en que le hizo el pedido a Lagomarsino. También es tácito que le iba a pedir el arma a un policía amigo, el comisario Ricardo Bogoliuk, pero desistió cuando, al llamarlo, se enteró que el uniformado estaba en Mar del Plata.
- El único argumento es que Lagomarsino tenía la facilidad de entrar al edificio y no ser revisado por la custodia de Nisman.
Taiano no pudo describir el supuesto tandem de sicarios. En las pericias anteriores los criminalistas concluyeron: “no se percibe la presencia de ninguna otra persona dentro del baño en el momento del disparo”. Los forenses del Cuerpo Médico dictaminaron: “no se observa, desde el punto de vista pericial, un accionar homicida en la muerte de Nisman”,
Taiano no pudo describir a los supuestos socios de Lagomarsino porque no encontró ni una llamada inexplicada ni un vínculo que pudiera identificar a los que, supuestamente, el informático ayudó proveyendo el arma. Por supuesto que siempre flotó la idea de que las computadoras de Nisman no podían estar en manos de alguien ajeno a la ex SIDE y al hombre de confianza de Nisman, Jaime Stiuso. Sin embargo, nada de eso se probó ni aparece en el dictamen de Taiano.
Secuencia. Para justificar el pedido de indagatoria, Taiano se apoyó en el dictamen de la Gendarmería. Y ese trabajo interdisciplinario, a su vez, se basa en la siguiente secuencia:
- Dos personas agredieron al fiscal y le pegaron una paliza, fracturándole la nariz, golpeándolo en el hígado, en la parte de abajo de la boca y en una pierna. Pese a semejante golpiza, no había el menor desorden en el departamento. No hay rastros de pelea ni lesión defensiva, por ejemplo, en los nudillos de Nisman.
- Una vez dominado a los golpes, la Gendarmería dice que le dieron ketamina, una sustancia que hace años se usaba como anestésico pero en la actualidad dejó de utilizarse porque produce alucinaciones y hay pacientes que no reaccionan dócilmente. Aún así, la Gendarmería concluyó que eso le permitió a los dos sicarios llevar a Nisman tranquilamente al baño y dispararle un único tiro. Quisieron simular un suicidio. Taiano pasa por alto que la pistola quedó, por la caída, bajo el hombro del fiscal. Cualquiera que hubiera querido simular un suicidio, antes de huir, al menos ponía el arma en la mano del fiscal o cerca de la mano.
Todo el armado es de una endeblez asombrosa y quienes conocen al CMF, responden con los siguientes argumentos:
- La Gendarmería no tiene experiencia en autopsias y cometió errores grotescos. “Dicen que Nisman tenía fractura de nariz, cuando se observa a simple vista que no tiene ni siquiera una hematoma ni rastro alguno de golpe. Ellos confunden en una radiografía, que no está sacada exactamente en el centro, con una fractura”. El informe de autopsia que luego confirmó la junta médica del CMF dice: “no hay lesión en el tabique nasal”.
- Gendarmería no pudo establecer la cantidad de ketamina que tenía Nisman encima: en el informe dice N/C, que significa no cuantificable. Y admiten que se encontraron sólo trazas mínimas. Tampoco saben cómo se suministró la sustancia: la única forma de lograr efectos rápidos es con una inyección, pero en Nisman no hay rastros de que haya sido inyectado. “Pese a eso, elucubran que lo durmieron y que, sin oposición ni pelea, lo llevaron al baño para matarlo”, ironizó un forense.
- “En la autopsia se pasó el pool de vísceras por dos cromatógrafos –explicaron los allegados al CMF–, el aparato con el que se bombardean los tejidos en busca de sustancias. Se buscaron todas las de la biblioteca del cromatógrafo, entre ellas la ketamina. No había ketamina. Sí había clonazepan. De manera que lo que ocurrió es que el cromatógrafo de la Gendarmería seguramente estaba contaminado, porque ellos no se dedican a sustancias encontradas en cuerpos de personas fallecidas, sino a analizar las pastillas y cristales secuestradas en fiestas electrónicas”.
Contradicciones. Ante diagnósticos contradictorios correspondía que se citara a todos los científicos que participaron de los estudios y, delante, del fiscal, expusieran sus posiciones. Taiano no hizo nada por saber la verdad. Hizo lo que se preveía desde el principio: usó el estudio multidisciplinario de la Gendarmería para convalidar lo que era el mandato de origen de la coalición política-judicial-mediática que apuntaba a decretar que a Nisman lo mataron.
La siguiente escala será la indagatoria de Lagomarsino (el martes) y el procesamiento. Lagomarsino aceptará declarar y responderá todas las preguntas. También serán indagados cuatro custodios de Nisman, Rubén Benítez, Armando Niz, Néstor Durán y Luis Miño, a quienes les imputaron incumplimiento de los deberes de funcionario público. En sintonía con la ofensiva, luego vendrá el procesamiento de todos y no se puede descartar que saquen de la galera un inexistente comando iraní-venezolano, con apoyo kirchnerista.