Cómplices del engaño - 8 puntos

(Hit Man  /Estados Unidos, 2023)

Dirección: Richard Linklater

Guion: Richard Linklater, Glen Powell y Skip Hollandsworth

Duración: 113 minutos

Intérpretes: Glen Powell, Adria Arjona, Austin Amelio, Retta y Molly Kate Bernard
Estreno en salas

Parece que la Filosofía no es negocio ni siquiera en Estados Unidos y que allí, como acá, el sueldo no alcanza. Un doctorado en esa disciplina tenía Patrick Swayze en El duro, donde cambiaba las grandes disquisiciones sobre la condición humana y el sinsentido de la existencia por el mucho menos intelectual, pero más rentable, oficio de patova en un bar de Missouri. Y a dar clases de esa materia se dedica Gary en el último trabajo del director Richard Linklater, Hit Man, rebautizado para su lanzamiento local con el muy genérico título de Cómplices del engaño

En línea con ese criterio contenidista, el primer término señala la relación que establece Gary con quien a priori debería perseguir y el otro, a su segundo trabajo. Uno que, igual que el de Swayze, implica meterse en el barro, en este caso como integrante del departamento de infiltraciones de la policía, donde cumple tareas secundarias durante la tarde.

Leído así, no parece ser una película de Linklater, un director habituado a utilizar al tiempo como materia prima, ya sea materializándolo (Boyhood, en la que registró el proceso de crecimiento de un personaje desde los cinco hasta los diecinueve años) o vislumbrando las consecuencias de su inexorable avance (la trilogía iniciada con Antes del amanecer). Su obra también se caracteriza por la fuerte impronta existencial, de duda constante de sus personajes sobre el sentido de todo (las animadas Despertando a la vida y Una mirada a la oscuridad), así como también por representar como nadie la errancia y la despreocupación propias de la adolescencia (las seminales Slacker y Rebeldes y confundidos, la muy poco vista Everybody Wants Some!!).

En Cómplices del engaño, en cambio, el tiempo no es una variable determinante y Gary (Glen Powell), contra lo que su materia haría suponer, no se cuestiona demasiado su vida ni se angustia ante las preguntas sin respuesta. Quizás porque tampoco se haga demasiadas o ya se las hizo, hoy está orgulloso de ser un tipo aburrido que cena en casa mirando la televisión con sus gatos y la pasa bárbaro con los alumnos y con (casi) todos sus compañeros de trabajo. 

Un tipo encantador y camaleónico, muy parecido al Bernie de Jack Black en la película homónima. Aquélla era una comedia negrísima, basada en una historia real, donde el muchacho establecía una compleja relación con una mujer mayor viuda y adinerada que terminaba muerta. Acá vuelve a haber una relación extraña y un cadáver indeseado, y también es una comedia más negra que la brea surgida a partir de un artículo periodístico escrito por Skip Hollandsworth en el magazine Texas Monthly.

¿Dónde está el componente extraordinario que llevó a Hollandsworth a enfocar su atención ahí? En el hecho de que, luego de la suspensión de un colega, al Gary “real” le tocó pasar al frente de la escena y hacerse pasar por un hit man (término que puede traducirse como asesino a sueldo, sicario) para agarrar infraganti a quienes querían contratar sus servicios, y terminó metido hasta el cuello en un conflicto autogenerado. Y eso que todo iba perfecto, porque el Gary de Linklater parece haber nacido para eso. 

Lejos de la sordidez y el nervio interno esperable de un personaje de estas características, Powell le imprime un aire juguetón, sobriamente canchero, a sus múltiples alter egos, incluyendo al que presenta ante Maddy (Adria Arjona, probablemente lo mejor que hizo su papá cantante, Ricardo). Charlita va, exceso de confianza viene, Gary se tira de cabeza a la pileta de lo prohibido saliendo con ella y…. mejor no adelantar más, porque se recomienda dejarse sorprender por la acumulación de enrosques de una película que, pese a todo, e igual que su protagonista, nunca deja de estar relajada.