Naufragios - 6 puntos

(Uruguay/Argentina, 2023)

Dirección: Vanina Spataro.

Guion: Vanina Spataro y Daniel García Molt.

Duración: 90 minutos.

Intérpretes: Alfonso Tort, Sofía Palomino, Maiamar Abrodos, Lautaro Bettoni, Mateo Chiarino.

Estreno exclusivamente en Cine Gaumont y Espacios INCAA.

La visita a un balneario fuera de temporada, ese clásico del cine de la región, a ambas orillas del Río de la Plata. En Naufragios, ópera prima de la argentina Vanina Spataro rodada en coproducción cruzando el charco, quien baja del micro y se dirige a una casita cerca del mar en plena estación otoñal es Maite, una Sofía Palomino que compite en hosquedad y caraculismo con el personaje interpretado en Emilia (2020), el film de César Sodero que encontraba a la actriz en el rol de una joven regresando al terruño patagónico. A diferencia de aquella criatura cinematográfica, más misteriosa, Maite tiene una razón de peso para escapar de Buenos Aires e instalarse unas semanas en esa playa innombrada (el rodaje fue realizado en La Pedrera y La Paloma): un desengaño amoroso que la tiene a mal traer, como lo demuestran las escasas comunicaciones telefónicas con ese aparente ex.

En el lugar sólo parecen vivir cuatro personas más: un hombre solitario que pasa los días pintando cuadros frente al mar (el uruguayo Alfonso Tort), una médica y tarotista de ocasión (Maiamar Abrodos), un joven bañero argentino que pasó por ahí un verano y terminó quedándose para siempre, y una mujer que limpia casas mientras cuida de su esposo enfermo. Como si se tratara de una particular familia ensamblada, el quinteto dibuja la silueta de un mapa humano empujado a la interacción por casualidades y causalidades: un corte de luz, un fuerte viento que cierra la puerta de entrada, incluso la muerte. El punto de vista esencial parece ser el de Maite, pero Spataro le regala ojos a la totalidad de los personajes; ellos, como suele afirmarse, tienen un poco de razón por ser como son y no de otra manera. Hay pizcas de humor en Naufragios, pero no se trata de una comedia: el tono imperante es el de un naturalismo melancólico.


El mayor desafío de la película implica sostener una estructura dramática que trabaja alrededor del trauma personal, por menor que este parezca: cada ser se enfrenta a un hecho del presente o el pasado, zarandeado entre el deseo y las posibilidades. El sexo es un motor poderoso, como lo sugieren algunas palabras y lo demuestran los hechos, pero a fin de cuentas el roce y choque de los cuerpos no es otra cosa que una manifestación física de los anhelos más profundos. 

El mayor enemigo de Naufragios es la sobre-explicitación, que toma posesión de la trama cuando un náufrago, un hombre enigmático y aparentemente amnésico aparecido en la playa durante una noche de tormenta, interrumpe el desarrollo de una pequeña fiesta de cumpleaños y tuerce el rumbo vital de uno de los personajes principales. En cierto momento, la pregunta acecha a Maite: ¿quedarse o volverse? Y así, mientras los títulos de cierre trepan por la pantalla luego del desenlace, se apagan todas las luces: la del sol de las mañanas tocando la arena y el mar y la de las noches, simulada a puro farol con filtro azul.