En medio de la búsqueda de Loan, el debate por la apropiación y el tráfico de menores en Argentina volvió a la primera plana de la opinión pública.
Consultado al respecto, el antropólogo y director de la Dirección Provincial del Registro de Personas Desaparecidas de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Inchaurregui, aseguró que, si bien la sociedad argentina "descubrió" la tortura y la apropiación de niños en marzo de 1976, "ambas cosas existieron desde siempre".
En diálogo con la 750, Inchaurregui diferenció el tráfico de menores —o sea, la compra-venta como tal, en sentido estricto— de personas que, debido a su condición socioeconómica, "entregan un niño porque no pueden criarlo".
"En nuestra casuística, en la Dirección de Personas Desaparecidas, en el área de Búsqueda de Identidad de Origen, tenemos aproximadamente 4 mil casos, y a lo largo de 20 años hemos resuelto mil aproximadamente, de los cuales 22% eran adopciones y el resto eran apropiaciones, esto fuera del contexto de terrorismo de Estado", explicó.
"Y después hay 15.500 negativos en el banco de datos genéticos, que incluye a los más de 130 hijos nacidos en cautiverio en el contexto de terrorismo de Estado, que (también) recurren a nosotros", agregó.
"En Argentina siempre estuvo peor visto robar un auto que robar un bebé"
Según el antropólogo, en el 75% de los casos de apropiaciones ilegales hay un agente de salud que funciona como un "eslabón importante de la cadena".
"Tanto es así que hay grupos de Facebook de personas apropiadas que se reúnen, y en donde el común denominador es el nombre de la partera. Son parteras que, cuando no era legal el aborto, vivían de los abortos clandestinos y la venta de niños. Y en algunos casos, del robo de niños, porque a la parturienta le decían que el niño había nacido muerto y vendían al bebé", detalló.
Por otra parte, Inchaurregui explicó las razones por las cuales los hijos e hijas apropiados muchas veces no buscan sus orígenes.
"¿Qué pasa con los padres de crianza, sean adoptivos o apropiadores?", se preguntó. "En general, era una práctica socialmente aceptada. En Argentina siempre estuvo peor visto robar un auto que robar un bebé", sentenció.
"Entre los padres de crianza y el niño nace un vínculo, que incluye el no buscar y no preguntar. Eso se hace parte de la subjetividad del sujeto cuando va creciendo, y en la mayoría de los casos dispensan a sus padres de crianza y son pocos los que terminan querellando a los mismos", cerró.