Horas antes de orquestar el operativo que terminó con 33 personas detenidas por estar cerca del Congreso cuando el Senado votaba la ley Bases, Patricia Bullrich hizo una designación clave en el Ministerio de Seguridad. Nombró director de Tecnología de la Información y Comunicaciones a Jorge Adolfo Teodoro. El ingeniero es señalado como el perito que habría borrado los teléfonos de las secretarias de Gerardo Milman cuando se investigaba si había conexión con el intento de asesinar a Cristina Fernández de Kirchner.
El 30 de agosto de 2022, Jorge Abello –asesor del diputado Marcos Cleri– estaba en la confitería Casablanca, en la esquina de Riobamba y Rivadavia, frente al Congreso. Allí vio a Gerardo Milman con dos mujeres jóvenes. Lo escuchó decir. “Cuando la maten, yo estoy camino a la costa”.
Dos días después, Fernando Sabag Montiel llegó junto a su novia Brenda Uliarte a la zona de Uruguay y Juncal, donde vivía la entonces vicepresidenta. Cuando la tuvo a unos pocos metros, Sabag Montiel le apuntó a la cabeza, pero su plan falló. Él terminó detenido esa noche. A las 22.36 de ese 1º de septiembre de 2022, Abello le mandó un mensaje a Cleri contándole lo que había escuchado. El 23 de septiembre, se presentó ante la jueza María Eugenia Capuchetti.
Las dos mujeres que había visto eran Carolina Gómez Mónaco –exdirectora de la Escuela de Inteligencia sobre el Delito durante el gobierno de Cambiemos– e Ivana Bohdziewicz, que le llevaba la agenda al diputado del PRO. Después de idas y vueltas, Bohdziewicz se presentó en mayo del año pasado en los tribunales de Comodoro Py para contar cómo había borrado su teléfono.
Según Bohdziewickz, el 10 de noviembre de 2022 se reunió en la Tienda de Café de Scalabrini Ortiz, a dos cuadras de avenida Santa Fe, con Gómez Mónaco. Ella le contó que había estado en contacto con Milman, quien aparentemente le había dicho que había hablado con Bullrich y que les iba a poner un perito para que viera la información que estaba en sus celulares para que no se “filtrara”.
Ese mismo día, tomaron el subte para ir hasta avenida de Mayo 953. Allí Bullrich tenía las oficinas del Instituto de Estudios Estratégicos sobre Seguridad (IEES), su think tank. Al llegar al lugar, las dos mujeres se encontraron con Milman y con el perito. Bohdziewicz no recordaba su nombre. Solo dijo que usaba un bastón.
De acuerdo con sus cálculos, habrán estado en las oficinas de avenida de Mayo unas cuatro horas –desde las tres hasta las siete de la tarde. Bohdziewicz dijo que el perito estuvo más de una hora manipulando su teléfono hasta que finalmente decidió borrarlo por completo. Ella, según su versión, accedió porque temía que se filtraran fotos. Cuando en la fiscalía le consultaron si el informático había tocado algún otro teléfono, respondió que sí: el de Milman.
En el caso de Gómez Mónaco fue distinto. Ella tenía dos celulares: uno a su nombre y otro que no. Le aconsejaron comprar uno nuevo y hacer como si nunca hubiese existido el aparato que no tenía registrado.
El dirigente social Juan Grabois fue quien advirtió que el perito en cuestión sería Jorge Adolfo Teodoro. No es un dato menor el rol del técnico porque para la querella de CFK es quien colaboró para terminar de obstruir la investigación sobre la línea “política” del atentado.
Teodoro trabaja hace muchos años junto a Bullrich. Ya ocupó un puesto similar durante la anterior gestión de Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad, cuando fue director de Informática. En las elecciones pasadas, fue uno de los dos responsables tecnológicos designados por Juntos por el Cambio (JxC).
El ingeniero electrónico figura como parte del equipo del IEES de Bullrich. Allí se lo presenta como consultor con amplia experiencia en el diseño, integración e implementación de proyectos TIC de alta complejidad tanto en el sector público como privado. Fue casualmente en esas oficinas donde se produjo el borrado del teléfono de la secretaria de Milman.
El IEES es el sucesor del Instituto de Estudios Argentinos en Políticas Públicas (Idear), que fundó en 2006 Guillermo Yanco, pareja de Bullrich. En 2016 mutó al IEES, que fue eje de una controversia durante el año pasado. El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación decretó su intervención.
Fue después de que la Inspección General de Justicia (IGJ) denunciara que se trataba, en realidad, de una fachada para que Bullrich –entonces candidata a presidenta– canalizara aportes de campaña sin ceñirse a lo que disponen las leyes electorales. La investigación de la IGJ comenzó después de que se publicara en distintos medios que Bullrich organizaba almuerzos como forma de financiarse.
Durante la intervención, habían detectado que había seminarios que se pagaban más de 4.000.000 de pesos y que ni siquiera versaban sobre el tema de expertise del IEES, que era la seguridad. Bullrich consiguió que la justicia suspendiera la intervención y el escándalo pronto se evaporó.
En el IEES, Bullrich se rodeó de funcionarios de su confianza. Las máximas autoridades son Bullrich y Martín Siracusa, el actual secretario de coordinación administrativa del Ministerio de Seguridad. Siracusa fue el funcionario que envió telegramas a sindicatos y organizaciones sociales para cobrarles por los operativos cuando hubo movilizaciones. Dentro del equipo del IEES no solo está Teodoro, sino también Carlos Manfroni, jefe de gabinete de Bullrich en el Ministerio de Seguridad. Excolumnista de la revista Cabildo, Manfroni escribió un libro con Victoria Villarruel y, en la campaña, dijo que estaban buscando una alternativa para los mayores de 70 años que estaban detenidos por crímenes contra la humanidad.
La investigación sobre el presunto involucramiento de Milman en el atentado contra CFK nunca avanzó. La jueza Capuchetti envió a juicio el tramo en el que están acusados Sabag Montiel, Uliarte y Nicolás Carrizo –proceso que comenzó este miércoles en los tribunales de Retiro. La línea sobre la autoría intelectual del intento de magnicidio sigue en veremos. Marcos Aldazábal, abogado de CFK, denunció en Radio Provincia que la jueza no cumplió con la orden de la Cámara Federal porteña de analizar los teléfonos de Milman después de más de medio año.
En el arranque del juicio, Sabag Montiel tuvo su momento de gloria. Respondió con detalle a las preguntas de la fiscalía, la querella e incluso su defensa. Parecía especialmente satisfecho de que el interés se posara en su figura. Sin embargo, se puso escueto cuando Aldazábal le preguntó si conocía o tenía trato con Milman o Gómez Mónaco.