"Él me cuida la espalda de quien quiera gobernarme la razón”.

Esta frase representa lo que vos significas para mí, me dijo Luciano, al irse el miércoles de la Fundación, luego de haber compartido un grupo terapéutico y disfrutar de un texto de despedida que le dedique a nuestro hermano Amadeo Fernández, que partió hacia otra dimensión.

El cuidar de alguien y el sentirse cuidado es una actividad tan amorosa como genuina, cargada de una solidaridad ausente en estos tiempos. Cuidar y sentirse cuidado desde la responsabilidad.

Preocuparse por la otra persona y que esa persona se sienta a salvo de manipulaciones y agresiones. “De quien quiera”, se refiere a todo y todos. O sea, las relaciones humanas y los dilemas de la existencia cotidiana. Es toda una declaración de principios. Cuidado con el que se meta conmigo, pues alguien me cuida. No te metas conmigo, pues te meterás con el que me cuida.

“Gobernarme”, es otra palabra profunda. El objetivo de todo ser humano debería ser el tener el dominio de sí mismo. Reinar en su intimidad y blindarla para que nadie ni nada pueda aspirar a gobernar aquello que ya fue conquistado.

“La razón”, como eje primitivo para el desarrollo de una vida con sentido. Una existencia donde podamos ejercer elecciones que nos hagan seres libres, auténticos.

Como conclusión, el hecho de sentirse cuidado y el acto de cuidar responde a una visión histórica de la convivencia de la raza humana. Creo que aun hoy existimos por esta agraciada acción.

En el trabajo con personas adictas, el cuidado responsable genera en la persona cuidada el deseo ferviente de superarse y dejar atrás la desesperante conflictiva de la adicción. Para luego, sentir la necesidad de cuidar a aquellas personas, que como en un espejo, están extraviadas en los laberintos somníferos de sus mentes adormecidas.

Osvaldo S. Marrochi 

Presidente Fundación Esperanza de Vida