Diversas obras en la cultura, el arte y la intelectualidad se abocaron en Brasil, durante la presidencia de Jair Bolsonaro (2019-2022), a analizar -y manifestarse contra- el fenómeno de la llegada al país hermano de la extrema derecha al gobierno. Por ejemplo, durante las elecciones presidenciales en 2018, Caetano Veloso armó y compartió una lista musical en Spotify llamada “Política”, con canciones de Gal Costa, Gilberto Gil, Chico Buarque, Carlinhos Brown y otros para acompañar la resistencia y lucha, y en su disco aparecido poco después, Meu coco, incluyó un tema de su autoría, “Não vou deixar”, contra Bolsonaro. Por su parte, Ricardo Lísias escribió el Diário da catástrofe brasileira, dos volúmenes publicados en 2020 y 2021 que, bajo el formato del diario personal, hicieron el seguimiento y la crítica del fenómeno aberrante que surgía: “Comencé este diario la noche de octubre de 2018, día en que 57 millones 796 mil 986 brasileños hicieron lo inimaginable y depositaron en la urna el voto por un candidato que no tenía ningún programa de gobierno organizado, había hecho declaraciones racistas, machistas y homofóbicas, elogiara abiertamente a torturadores y a la dictadura militar y prometiera nombrar como ministro de Hacienda a un hombre con experiencia en el gobierno de Augusto Pinochet e ideas claras para estrangular la vida de la mayoría de la población”. Y así fue; todavía se pueden encontrar en la web infinidad de documentales que fueron dando cuenta del período de brutal destrucción y retroceso que sufrieron universidades, centros y locales de derechos humanos, de cultura y arte, y toda clase de organizaciones progresistas, de izquierda y de defensa de los derechos civiles, durante un período de dura reacción -atravesando además la pandemia de covid-19-, que bien puede ligarse a lo que últimamente se ha dado en llamar “tanatopolítica”. Y, en similar sentido, Luisa Buarque y Marcia Sá Cavalcante Schuback publicaron Desbolsonário de bolso (2019), por Zazie Edições (zazie.com.br), una editorial independiente y sin fines de lucro, con sedes en Rio de Janeiro y Copenhague, en su variopinta colección “Pequeña biblioteca de ensayos”. Allí, junto a este volumen, se encuentran para descargar de manera gratuita (por sistema open access) libros en su mayoría cercanos al centenar de páginas de: Jacques Derrida, Boris Groys, Antoine Berman, Hito Steyerl, Wendy Brown, Pascal Quignard, Enzo Traverso, Bernard Nöel, Raúl Antelo, Tamara Kamenzsain y César Aira, entre muchos más.

Lo que podría ser sorprendente es la gramática de las llamadas “nuevas (ultra)derechas”, que en el continente americano -para no hablar de Europa, con sus neofascismos- comparten las mismas palabras y expresiones, en un mix de Guerra fría (geopolítica), racismo, xenofobia, neoliberalismo, y aprovechamiento de nuevas tecnologías de comunicación (memes, TikTok y demás redes sociales), en una táctica de guerra político-ideológico-cultural que va de los Estados Unidos, pasando por Centroamérica, hasta Brasil y Argentina. Expresiones como “ciudadano de bien”, “derechos humanos de verdad” e “ideología de género” se difundieron y emplearon los últimos años en Brasil, al igual que se las utilizan y profieren sin tapujo alguno se oyen, y hasta se leen, hoy en Argentina.

Las autoras del Desbolsonário de Bolso -académicas, profesoras de filosofía- explican en una Nota aclaratoria: “Cierto día, en plena campaña presidencial de 2018, fuimos tomadas por sorpresa por la constatación de que ya no comprendíamos parte del portugués de Brasil. El lenguaje parecía haber entrado en un parate. Era necesario, con urgencia, encontrar un instrumento que nos auxiliase en el trabajo de comunicación con nuestros coterráneos. Y también en el trabajo de traducción de un glosario muy específico para aquellos que, como nosotras, se sentían perdidos delante de términos y significados forjados tan repentinamente en bocas, cabezas, agencias, redes y medios de comunicación contemporáneos”. “Por tal motivo”, dicen, “decidimos hacer un diccionario de bolsillo. O mejor un ‘Desbolsonário de bolsillo’. Llévelo en el bolsillo o en el bolso, consúltelo siempre que lo necesite. Finalmente, es probable que necesitemos de él con bastante frecuencia en los tiempos que se anuncian. Ojalá él pueda contribuir para deshacer la confusión de los sentidos, y así dar lugar en nuestras vidas a más claridad sobre lo que está ocurriendo. Y quién sabe, por último, abrir espacio para que quepa también ‘un pequeño sol en el bolsillo’, como dice el poeta Paulo Britto”.

VAI PARA CUBA

La apuesta de las autoras con el diccionario implica varias dimensiones, desde lo analítico, conceptual y político, pasando por la ironía y el “doble sentido”, esto es, sin dejar de desmerecer el siempre necesario humor y la carcajada irreverente ante los poderes establecidos, de los que emana la más pura injusticia. En una situación compleja, donde los términos y nombres propios pueden devenir, por repetición y saturación en las esferas de difusión y discusión públicas, en “significados” y “efectos” no deseados, cuentan en la Introducción: “nos preguntamos: ¿sería todavía posible encontrar un modo de decir el nombre de la cosa (y el nombre del ‘coso’) que no sea inmediatamente manipulado y usado para decir lo contrario de lo que se quiere decir? ¿Cómo evitar que la lengua entremeta dentro de cada uno un nuevo régimen exterior e impuesto de fuera para dentro como si fuese una elección venida de dentro? ¿Cómo encontrar un modo de nominar que no contribuya a la naturalización de un estado de cosas no solamente político, sino existencial, que violenta normas básicas de convivencia y el cuidado con la naturaleza de tantas naturalezas? ¿Cómo desatarnos de tantas hablas estrechas, como señalar sus operaciones? ¿Cómo demoler un edificio lingüístico? ¿Tal vez desde adentro? ¿Tal vez por la implosión? ¿Tal vez extrayendo de él alguna… sátira?”.

Y así, luego de un análisis etimológico del nombre completo del ahora ex mandatario, Luisa Buarque y Marcia Sá Cavalcante Schuback arremeten con lo que llamaron Glosario ideológico: ¿Qué son los agrotóxicos? ¿Y el anticomunismo? ¿Cuán “antisistema” habría sido el gobierno de Bolsonaro? No faltan términos como “cultura”, “derechos humanos de verdad” (que en Argentina se con emparenta con otras expresiones terroríficas como “derechos humanos para todos” y “memoria completa”), y “emprendedorismo”, con su auge en este país durante los años 2015-2019 (al igual que el “andáte a Cuba”, expresión presente en este diccionario: Vai pra Cuba).

“Emprendedorismo contiene una buena cantidad de breves y punzantes definiciones: “1. Sustitución del verbo comprender por el verbo emprender. 2. Supresión del prefijo ‘com’, que significa estar junto, por el prefijo ‘em’ que significa la entrada del individualismo neoliberal en todos los aspectos de la vida social. 4. Ampliación de la relación de trabajo explotador hacia dentro de cada individuo. 4. Transformación de cada trabajador en su propio gestor y empleador, o sea, explotador. 5. Camuflaje de las cifras de desempleo, cuando todo desempleado es presentado como microempresario y autogestor. 5. Extinción de toda protección al trabajador. 6. Descarga social y producción de una descarga social. 7. Vaciamiento del sentido de trabajo como lazo social. 8. Remodernización del proverbio: cada uno sólo para sí mismo y dios para que todos sean una suma consumidora de sí mismos”.

FAKE NEWS NO NEWS

Luisa Buarque (autora de As Armas Cômicas: os interlocutores de Sócrates no Crátilo de Platão) y Marcia Sá Cavalcante Schuback (traductora de obras como Ser y Tiempo de Martin Heidegger, e Hiperión, de Hölderlin, entre otras) explican “Hecho”, en lo que es otra coincidencia entre las jergas y modus operandi del bolsonarismo y el mileismo. Así lo definen: “6. Distorsión y abuso de la idea nietzscheana de que ‘no hay hechos, sólo interpretaciones’.

En una operación de mal comprensión y desentendimiento del adagio filosófico, los bolsonaristas afirman que no hay hechos, pero son incapaces de forjar interpretaciones. O aún: piensan que están construyendo interpretaciones que refutan las anteriores, pero no saben recurrir a la pesquisa, a la reflexión, a la fundamentación teórica o al argumento sólido, de modo que optan por el fotomontaje, por la omisión o por el falseamiento explícito de datos, por el corte y final arbitrario, por la costura aleatoria de elementos del pasado escogidos a dedo. 7. Fakización de la existencia”. Al que le sigue el más breve, “historia”: “1. Selección sesgada de eventos del pasado. 2. Lectura floja y poco rigurosa de hechos (ver entrada Hecho) del pasado, hecha para corroborar la moral cristiana. 3. Distorsión y/u omisión de eventos que marcaron la existencia de la humanidad”. Y, de este modo, “ideología de género”: “Expresión inexistente en el léxico de las Ciencias Sociales y de los estudios de género. Locución genérica que designa cualquier cosa que aborde mínimamente problemas ligados a la discriminación de género o cuestiones ligadas a la comunidad LGTB. 2. Fórmula creada por bolsonaristas que muestra el género de ideología del bolsonarismo (ver entrada Sin partido)”.

Tampoco podían faltar “cambio climático”, “negro”, “nuevo” y “relaciones exteriores”. Ni “Twitter”, actual X: “3. Modo de comunicación preferido de gobernantes o aspirantes al gobierno que quieren hacerse pasar por frágiles pajaritos trinantes o por políticos antisistema, con frecuencia incluso políticos-antipolítica”.

La inconsistencia y paradojal existencia de palabras y términos que se compilan y analizan con inteligente y pertinente tino, humor y gracia -al calor de la preocupación y discusión política-, llega a lo máximo cuando se nos informa en el apéndice Ilustraciones: “Como testimonio de lo fake de nuevo, traemos una ilustración de la Puck, la primera revista de humor en los Estados Unidos, célebre por sus retratos coloridos, caricaturas y sátiras políticas de los acontecimientos de la época”. Fundada en 1876, Puck “desempeñó un papel decisivo para la implementación de los ideales constitucionales americanos. Como se puede ver en el primer dibujo, que es uno de los detalles del segundo dibujo, intitulado ‘The fin de siècle Newspaper Proprietor’, ‘Fake News’, ‘Cheap Sensation’ (sensación barata), ‘Humb’g News’ (noticias falsas) ya habían devenido en noticia en aquella época”. Así, hasta lo inédito y novedoso que serían las fake news hoy, proliferando por doquier, ¡es una fake news!

>Fragmentos de Desbolsonário de bolso, de Luisa Buarque y Marcia Sá Cavalcante Schuback

Anticomunismo. 1. Sustantivo formado a partir del sustantivo “comunismo” y del prefijo “anti”, o sea: prohibición, demonización, guerra, negación, exterminio. En la ideología bolsonarista, toda la atención está dirigida hacia la destrucción de la “ideología comunista”, hacia la caza de los marxistas “pedófilos”, expresión que retoma, con colores sexuales, la vieja imagen del comunista “devorador de criaturas” (ver entrada Comunista). El discurso contra el comunismo reactiva los discursos de la guerra fría, como si el comunismo fuese de hecho una realidad tanto real como posible. 

Antisistema. 1. El bolsonarismo es la ideología de la confusión ideológica. Además de ser anti-PT, el bolsonarista es antisistema. Es antisistema para expandir todavía más el sistema del capitalismo neoliberal. Cuando se llama antisistema, está en verdad afirmándose contra el control del sistema por los orientales, en el caso de China, y contra cualquier tentativa de frenar la expansión del régimen neoliberal. Por eso, el discurso antisistema es un discurso pro-occidente y pro-norteamericano por un lado, y antipetista (ver entrada Antipetismo), antimarxista, anticomunista (ver entrada Anticomunismo) por otro. Es un discurso ‘civilizatorio’ para legitimar la subordinación total a la política económica trumpista contra el ‘Oriente’ (en especial el Oriente poseedor de petróleo) y justificar la persecución de toda crítica a la expansión desenfrenada del sistema. Es un discurso “enfrentado” al sistema fantaseado de “anti”-sistema, o sea, que usa el tono inflamado de la crítica –nada raro, usurpando y falsificando expresiones de sus enemigos declarados– para eliminar toda posibilidad de crítica. 2. El discurso de enfrentar-al-sistema tiene el tono agresivo de estrategias de conquista y de “avance” de tropas de un ejército salvador. Es el ejército salvador del capitalismo empuñando la bandera de Occidente, la bandera antioriental. Opera una confusión ideológica al defender el antiglobalismo como defensa de la nación, porque la nación es definida por medio de los ‘valores’ protegidos por el trumpismo norteamericano. Lo nacional del bolsonarismo es una norteamericanacionalización. Lo brasileño debe ser entendido como una norteamericanacionalización.

Ciudadano de bien. 1. Todo brasileño macho que gane por arriba de diez salarios mínimos, que no sea homosexual –al menos abiertamente–, ni muy negro, ni haya sido conectado a la operación “lava jato” (ver entrada Lava-jato). La expresión, como está claro, presupone que cualquier persona que salga del patrón descrito arriba sea un “ciudadano del mal”. Los moradores de las favelas están, por definición, excluidos del grupo de los así denominados. 2. Habitante de barrios caros de todas las ciudades grandes de Brasil, pagador de los IPTU’s [Impuesto Predial y Territorial Urbano] más altos y, consecuentemente, persona que se cree en el derecho de hacer cualquier cosa en y con el espacio colectivo, pues se ve como dueño de él, y siempre capaz de expulsar a cualquiera de su área, así como de exigir lo que quisiera del poder público. 3. Persona que confunde lo público con lo privado; persona que toma posesión de lo “nuestro”, porque lo “nuestro” es suyo, una vez que fue debidamente comprado –y muy caro.

Derechos humanos de verdad. 1. Derechos limitados a los así llamados ciudadanos de bien (ver entrada Ciudadano de bien). 2. Derechos para pocos, de preferencia sólo para aquellos que pueden pagar caro por buenos abogados. 3. Cambiar el “Estatuto de la Crianza y del Adolescente” (ECA) para dar el derecho al adolescente de ir a la cárcel. 4. Derecho del así llamado “bandido” a ser condenado a la pena de muerte. 5. Derecho policial de recurrir a la violencia y a la tortura.