Hasta quienes no ven con agrado su figura (para decirlo de manera elegante), no caben dudas de que Juan Domingo Perón fue la figura central de la Argentina del siglo XX. Tanto es así que sus ideas siguen vigentes y el partido que fundó gravita de manera decisiva en la arena política. Aun más, gracias a su enorme obra, el peronismo se convirtió en una de las identidades y sentires de los argentinos. A cincuenta años de su muerte, la revista Caras y Caretas lo homenajea en su edición de julio, que estará este domingo en los kioscos, como compra opcional con Página/12.
En su editorial de apertura, Felipe Pigna recuerda de esta manera el 1º de julio de 1974: “Las calles se llenaron de lágrimas, flores y caras preocupadas. La frase más escuchada era ‘qué va a ser de nosotros’ . Nadie se engañaba sobre los días que vendrían. La sensación de vacío político era proporcional al tamaño de la figura desaparecida. Isabel, la heredera efectiva del legado dejado simbólicamente al pueblo, no estaba a la altura de las circunstancias y solo tenía de Perón su apellido. Nadie ignoraba que el brujo López Rega ocuparía el lugar central en la política por el que había venido luchando desde su puesto de mucamo de Puerta de Hierro, que ofrendaría a lo peor del poder político militar de la Argentina. Quedaba flotando una pregunta: por qué el último Perón nos dejó aquella terrible herencia, antesala del infierno tan temido”.
Desde la nota de tapa, en tanto, Araceli Bellotta sostiene: “A cincuenta años de su desaparición física, muchos se preguntan cuál fue su secreto para que el movimiento que él fundó en 1945 continúe vigente hasta la actualidad, con todas sus contradicciones y aun cuando atravesó momentos históricos en el que se predijo su desaparición. Una posible respuesta es que, más allá de las medidas económicas, las decisiones de política interna y externa y la acción social, Perón desde el comienzo se propuso realizar una revolución cultural, es decir, la inclusión de valores que fueron adoptados por el pueblo que lo seguía pero también por quienes fueron sus opositores y que aún perduran en ese antagonismo. ¿Cómo lo hizo? En 1953, él mismo lo explicó en las clases que, siendo presidente, impartía en la Escuela Superior Peronista: ‘Todo movimiento colectivo que trata de introducir modificaciones de fondo en la estructura social debe tener una sólida justificación filosófica. El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista’”.
La revista continúa ofreciendo múltiples facetas de opensamiento para entender la figura del General, a quien otros prefirieron estigmatizar y borrar de la Historia como El Tirano Prófugo: Hernán Brienza escribe sobre el ideario de Perón. Hernán Camarero aborda el golpe de 1943 como episodio fundante. Y Miranda Lida reconstruye el 17 de octubre de 1945 como el “año cero” del peronismo.
En tanto, Alberto Lettieri da cuenta de los primeros dos gobiernos de Perón (1946-1952 y 1952-1955). Gisela Marziotta escribe sobre el lugar de las mujeres en el peronismo en tanto sujeto político. Juan Pablo Kryskowski se dedica al derrocamiento del General, su exilio y el período conocido como la resistencia. Fernando Amato relata su estadía en Puerta de Hierro, su centro de operaciones. Nicolás Azzolini aborda la grieta peronismo-antiperonismo. Y Germán Ferrari retrata el último gobierno de Perón.
Marina Amabile escribe sobre las mujeres de Perón: Aurelia Tizón, Eva Duarte y María Estela Martínez. Guillermo Courau relata los modos en que la ficción abordó a Perón como personaje, desde la literatura, el cine y el teatro. Y Gustavo Sarmiento hace un racconto del peronismo como moda, con objetos y merchandising propios. Damián Fresolone pone a debatir a distintas generaciones de militantes y dirigentes peronistas. Roberto Parrottino retrata la pasión deportiva del General y las políticas públicas que desde el gobierno adoptó para impulsar el deporte nacional.
Desde su crónica Tinta roja, Ricardo Ragendorfer expone la pasión necrofílica en torno del peronismo, ya sea a través del robo del cadáver de Evita o la profanación del cuerpo de Perón y la sustracción de sus manos. El número se completa con entrevistas con Carolina Barry (por Marisa Avigliano), Pedro Saborido (por Adrián Melo), Laura Ehrlich (por Oscar Muñoz) y Roberto Baschetti (por Boyanovsky Bazán). Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.