La reciente difusión y viralización de las fotos de dos leones machos copulando en la reserva natural del Masai Mara en el suroeste de Kenia puede echar por tierra un largo y arduo trabajo llevado a cabo por Ezequiel Mutua, director ejecutivo del Instituto Gubernamental de Clasificación de Películas del país africano. Policía moral de mentes y corazones, Mutua se encarga de la censura del material fílmico. Y, con su colega argentino, el antológico Miguel Tato, parecen compartir una obsesión y una cruzada: en efecto, según consta en la entrada de los guiones que el censor intervenía con mano propia, el hincapié de su censura estaba puesto en las películas de artes marciales, que según Tato “eran excusas de los homosexuales para tocarse”.
La exposición mediática global de las fotografías de sexo entre leones machos puede traer consecuencias respecto de la reputación de los miembros de la reserva. Si el Rey de la Selva no da el ejemplo moral ¿qué se puede esperar de las especies menores?
La primera estrategia que se le ocurre a Mutua ante la publicidad es someter a los animales al análisis científico y médico. “Es interesante que dos leones machos estén enamorados”, declaró en una entrevista radiofónica a Nairobi News. “Habría que hacer algunas investigaciones que me gustaría que confirmase si se trate realmente de dos machos”. En caso que así sea, el camino obvio y natural es la terapia: “Estos animales necesitan terapia porque probablemente fueron influidos por gays que visitaron el parque nacional y se comportan mal. Deben haberlo copiado de algún lado o es demoníaco porque estos animales no miran películas”.
Seguramente Mutua se refiere a películas de Disney con personajes nefastos como Baloo de El libro de la selva, ese oso soltero y desproblematizado que canta, baila y se traviste a la menor oportunidad y le promete a Mogwli un mundo de placeres imprecisos o Napoleón y Lafayette, los perros cuasi pareja de Los Aristogatos e incluso los ratoncitos modistos de Cenicienta. Sin embargo, quizás a la manera de La naranja mecánica, quizás estos filmes puedan exhibirse a los animales con técnicas de electroshock cuando una actitud de amaneramiento o de amor masculino dentro del género animal aparezca frente a la pantalla. En este sentido, el personaje Scar de El rey león, puede resultar ejemplar por su perversidad y por su destino final. Pero la escena de la película donde Timón y Pumba cantan “MakunaMatata” puede resultar problemática. Sin la dosis necesaria de electroshock puede resultar una especie de himno de orgullo gay de los animales que se convierta en bandera.
La otra preocupación que desvela a Mutua son las declaraciones del fotógrafo Paul Goldstein, quien advirtió ante Mail online que el sexo entre los leones maricas dura más tiempo que lo que normalmente las relaciones heterosexuales: más de un minuto frente a pocos segundos. Si el resto de los animales de la selva advierten este plus podría ser la decadencia y el fin del mundo moral animal. Por ello la solución final podría ser la “novedosa” idea de aislar a esos “locos animales gays”.
La otra declaración de Goldstein resulta más nociva para Mutua. Porque según el fotógrafo se ve a los animales retozar como tórtolos en el parque y “el cariño entre ellos era muy evidente, lo opuesto a las violentas relaciones entre macho y hembra”. Y como se sabe desde que lo dijera elocuentemente Foucault: “La gente puede tolerar a dos homosexuales a los que ve irse juntos, pero si al día siguiente están sonrientes, cogidos de la mano y abrazándose tiernamente, entonces no tienen perdón. No es la salida por placer la que es intolerable, sino el despertarse felices”.