El clima del mercado empieza a ser cada vez más tenso. El complejo agropecuario no liquida la cosecha, el Banco Central no consigue comprar reservas internacionales y la Argentina debe enfrentar en el próximo año pagos por más de 17 mil millones de dólares entre bonos soberanos, provinciales y bopreales. Junio fue el primer mes de la gestión con ventas netas de divisas en el mercado de cambio.

Entre los principales puntos de preocupación de los inversores aparece la falta de precisiones sobre la hoja de ruta cambiaria y monetaria para los próximos meses. El gobierno asegura que empezó una nueva etapa que estará signada por la salida de los controles cambiarios, la unificación del dólar y el lanzamiento de un esquema de competencia de moneda.

Sin embargo, las pistas sobre cómo se avanzará en esta dirección brillan por la ausencia y las declaraciones oficiales generan más dudas que certezas. Las acciones, los títulos en moneda extranjera, el riesgo país, la brecha cambiaria y los dólares financieros permiten observar el malestar del mercado. En las últimas cinco semanas mostraron una fuerte volatilidad.

En la conferencia de prensa del equipo económico al final de la semana pasada no hubo datos concretos sobre cuándo se abrirán los controles cambiarios y fue realmente difícil entender cómo el cambio de nombre de los pases del Central por Letras del Tesoro solucionará el riesgo de una corrida.

La falta de claridad sobre el plan económico abre especulaciones y provoca que existan muchas versiones sobre lo que viene. Por ejemplo, la semana pasada circuló en el mercado un informe especial de la consultora 1816 planteando cómo sería la salida de los controles cambiarios, cuándo debería ocurrir y cuáles son las alternativas para implementar un cambio de régimen monetario.

Para la consultora, el gobierno intentará salir de los controles cambiarios antes que termine este año, más allá de la estrategia que se defina. “Nuestro escenario base es que el cepo se levantará en 2024”, consideraron.

El argumento se debe a dos motivos. El primero es que a fin de año vence el impuesto País y la consultora ve improbable que el gobierno intente prorrogarlo (necesitaría el aval del Congreso y solicitaría la coparticipación). El segundo es que “el año que viene hay elecciones, por lo que liberar recién en 2025 puede ser riesgoso en términos políticos (para unificar muy probablemente se necesite una devaluación y la inflación se aceleraría antes de los comicios)”.

El documento volvió a instalar una discusión de vieja data en la city porteña. Se trata de la disputa entre gradualismo vs shock. Pero en esta oportunidad vinculada con la estrategia de unificación y no con el plano fiscal.

“Se puede salir de los controles cambiarios de manera secuencial, liberando primero el contado con liquidación para saber verdaderamente cuánto vale un dólar libre antes de sacar las restricciones”, indicaron. El otro camino es “en forma de shock, para evitar que el mercado dificulte la transición anticipándose al cambio del régimen”.

Sin embargo, más allá de las especulaciones del mercado, el gobierno en la práctica se mantiene aferrado a los controles. Se trata casi de un pilar de gestión y cuesta ver cómo se desarmarán las estrategias de regulación e incentivos que vienen funcionando desde antes de diciembre. Una forma de pensarlo es con el esquema blend para exportadores. Se iba a eliminar en junio pero se postergó sin una fecha clara de finalización.

El principal problema para unificar o cambiar de régimen es la falta de dólares y de fuentes de financiamiento. El mercado no tiene intención de prestarle a la Argentina, con un riesgo país en niveles picos. Y el Fondo Monetario tampoco parece decidido a hacerlo en el corto plazo. Más allá de los cortocircuitos de los últimos días con el gobierno, plantear un nuevo acuerdo con el organismo llevaría varios meses y requeriría la aprobación del Congreso.