La recuperación de la historieta Julio César -guion de Ricardo Ferrari y dibujos de Eduardo Risso- por el sello rosarino Puro Cómic Ediciones, marca un acto de justicia. Por un lado, porque es una de las historietas notables de su dibujante, hoy reconocido a nivel internacional y organizador de la convención local Crack Bang Boom. Por el otro, porque permite el redescubrimiento de una de las etapas menos conocidas en la obra de Risso; en este caso, la que corresponde a su período de trabajo en editorial Columba. Además, la edición de Puro Comic significa otro logro, al vencer la resistencia del propio dibujante: “Yo no estaba convencido de que esta obra se volviese a publicar”, confiesa Risso en la difusión por redes.
Y agrega: “Ningún original de Columba está en mis manos”; lo que abre al análisis sobre cómo fue la producción y el trato artístico por parte de una de las más importantes editoriales argentinas; pero también sobre el proceso de trabajo de este libro, en cuanto a la digitalización de páginas, su limpieza, la decisión (acertada) de recuperar el blanco y negro -el color de las páginas Columba fue siempre un lastre-, y el cambio tipográfico. En suma, una recuperación en sentido integral, de diseño cuidado e ilustración exclusiva de portada. Un libro para situar en la biblioteca junto a las demás obras del dibujante; entre ellas, y por citar algunas de las editadas por el mismo sello: Parque Chas, Cuentos de Terror, Moonshine.
El período Columba en Risso es fundamental, porque opera como bisagra para el despliegue posterior del dibujante. Nacido en Leones (Córdoba), Risso se traslada a Buenos Aires antes de afincarse en Rosario. En esos años porteños, sobre fines de los ’70 y mediados de los ‘80, publica sus primeros trabajos en Columba: la versión en historieta de la película Firefox (1982, Clint Eastwood), con guion de Héctor Alba (Manuel Morini), Transformación marina (también con Alba), y varias series: Taggart (con Ray Collins), Holocausto, El guardaespaldas, Julio César (las tres con Ricardo Ferrari), y El Ángel (con Robin Wood). Transformación marina y El guardaespaldas estaban basadas, respectivamente, en los bestsellers Sea Change de Philip Loraine, y Man on Fire de A. J. Quinnell; y Holocausto versionaba la novela de Gerald Green, así como la exitosa serie televisiva de 1978. Tales adaptaciones eran cosa corriente en Columba.
De estas historietas, destacaron Julio César y El Ángel; de esta última existe una reedición de 2013, por parte de ECC España; pero Julio César no había tenido la misma suerte. Las dos obras son valiosas, porque en ellas ya es perceptible el vuelo propio de Risso: ángulos picados y contrapicados, cortes por acercamiento y alejamiento, rostros y anatomía de fisonomías distintivas y por fuera del mandato editorial, que ordenaba copiar el estilo de los dibujantes de éxito.
En Julio César debe destacarse también el guion de Ricardo Ferrari, uno de los importantes guionistas de la historieta argentina, discípulo aventajado de Robin Wood. Como explica Ariel Avilez en el prólogo: “Julio César consagró a Ricardo Ferrari como el nuevo guionista estrella de Columba” y “permitió al dibujante Eduardo Risso terminar de imponer sin reparos su personalísimo estilo”. Esta historieta, de hecho, marcará el inicio de varias otras, de temática y personajes históricos, todas firmadas por Ferrari y con otros dibujantes.
Julio César fue publicada en Nippur Magnum entre 1986 y 1987, a lo largo de quince episodios. En ellos, el guionista divide el relato en cuatro grandes momentos: el origen del mito, el enfrentamiento con los galos, la visita a Egipto, la muerte. Una estructura precisa, que responde también a los requerimientos de la editorial y su narración “novelada”; en este sentido, Ferrari cumple y se permite momentos literarios con matices poéticos o irónicos, según el caso.
Por su parte, Risso acompaña de manera diferencial, porque a través de sus ángulos de cámara, la iluminación y los detalles gestuales agrega, en su relación con el texto, otras informaciones y posibilidades. En los contados momentos donde la palabra no aparece, la narración fluye dinámica, con Risso dueño de la página, y avizora el derrotero posterior del dibujante. Como dato curioso, la caracterización de Julio César se encuentra cercana a los rasgos de Marlon Brando, aun cuando éste haya sido Marco Antonio para la pantalla, en el film Julius Caesar (1953) de Joseph Mankiewicz.
En conjunto, Julio César confunde Historia y Leyenda, con rasgos mutuos por recíprocos, con momentos donde Ferrari hace interactuar la voz en off, narradora, con la de los propios personajes, a la manera de un diálogo compartido: una suerte de licencia y hallazgo ante los condicionamientos de Columba. En su desarrollo, César se construye a la par de quienes le rodean, en un contexto que perfila de a poco la majestuosidad del personaje central. De muchacho aventurero, que conoce algo que los demás no, a líder caído y víctima de sí mismo, pero también como un engranaje necesario para que el mundo cambie.
El rescate integral de Puro Comic permite también señalar la importancia fundamental de editorial Columba en la historia de la historieta argentina. Las observaciones y críticas sobre su proceder editorial -ciertos criterios estéticos y un perfil conservador- no invalidan el lugar que significó para el medio. Ese lugar, de hecho, quedó vacante; luego de sucumbir en 2001, tras ochenta años de actividad. En su haber, figuran algunas de las mejores historietas jamás realizadas.