Una mirada nostálgica
Abrió hace poco en el corazón de Villa Crespo y ya se convirtió en uno de esos lugares que llaman la atención. Casa Parra tiene a la talentosa Lucila Rodríguez al frente de la cocina, chef que acumuló experiencia trabajando junto a la reconocida Narda Lepes.
Casa Parra ofrece comida típica argentina con algunas licencias bien pensadas, todo ejecutado con esmero y buena mano. A tono con una tendencia que viene creciendo, el enfoque está en los sabores tradicionales de la cocina porteña, sin alardes ni mayores pretensiones. Situado en lo que supo ser una antigua casona, la remodelación deja ver parte de los pisos, ventanas y detalles originales, sumando detalles contemporáneos en un espacio cálido, donde dan ganas de quedarse disfrutando una sobremesa.
La propuesta culinaria es clara y concisa: seis entradas, seis principales y otros tantos postres completan el menú. Se puede empezar con la clásica tortilla ($7500), jugosa y al punto, que sale con un pequeño plato de pimentón para condimentar a gusto; es recomendable sumar la panera ($1200), compuesta por pequeños pancitos crocantes, tibios y adictivos, bien lejanos a la moda de la masa madre. Para seguir hay buñuelos de espinaca con salsa de queso azul ($7200) o mollejas ($9900) con puré de porotos pallares y criolla. Los principales tienen una opción vegetariana (gnudis tiernos y suaves que salen con passata y albahaca, $9500), si bien las opciones con carne son las más generosas: ojo de bife con una riquísima y noventosa salsa de hongos y crema (sale con papas españolas, $25000); o una clásica suprema napolitana ($22000) con papas fritas. También hay pesca del día ($17500) o un algo nostálgico cerdo con puré de manzanas y batatas asadas a $16500.
Postres clásicos para finalizar; entre ellos, flan con crema y manzanas ($6500); mousse de chocolate ($8800) y panqueques con dulce de leche ($8800).
Casa Parra juega ese partido de lugar tradicional con aires juveniles que tanta falta le hacen a la ciudad porteña. Un lugar donde el buen comer y el disfrute están asegurados.
Casa Parra queda en Virrey Loreto 3329. Horario de atención: martes a sábados desde las 20. Instagram: @casaparra_.
Fuego de quebracho
Somos Asado abrió sobre la transitada Av. Scalabrini Ortiz hace ya seis años, de la mano del cocinero Gustavo Portela y su pareja Verónica Krichman (ella está a cargo del salón), en sociedad con Pablo (hermano de Gustavo), responsable de la carta de vinos y coctelera. Los lazos familiares crecen hasta el mismo local, donde antes supo funcionar una vieja fábrica de camisas que pertenecía al abuelo de Verónica. Hoy, tras una remodelación necesaria, el espacio luce renovado y amplio, con un patio exterior con plantas y una bella glorieta incluida. De la vieja construcción se conservan los pisos de granito, los techos altos y el gran ventanal que está al fondo del local.
Lo primero que llama la atención es la cámara de maduración en seco de carnes, donde distintos cortes enteros descansan hasta 30 días, para ganar profundidad de sabores y terneza. Carnes que luego se cocinarán en exclusiva en un horno de barro, gran protagonista de la casa. Tanto es así que la cocina no tiene conexión de gas, una decisión difícil para cualquier restaurante: aquí todo se alimenta con el fuego del quebracho.
La carta es breve y propone compartir dos entradas y un principal cada dos personas. Se puede arrancar con algunos vegetales orgánicos en combinaciones poco usuales, como las zanahorias con labneh, garbanzos especiados y granada ($7200); el ragú de hongos con puré de pimientos ($7600); o una rica provoleta con dulce de zapallo ($9400). En el capítulo de las carnes destacan el ojo de bife ($51200) y dos cortes de nombre anglosajón: el T-Bone a $56800) y el Porterhouse ($59100). Los precios parecen altos, pero son todas piezas generosas de entre 800 y 900 gramos. Como cierre de la noche, los postres suman juego y atrevimiento, con un mousse de chocolate con oliva, sal marina y praliné de avellanas ($6200); también con un queso brie con dulces caseros ($8200).
Pablo pensó cócteles aperitivos para el arranque, y armó una carta de vinos cumplidora para el resto de la comida: etiquetas para distintos gustos y bolsillos.
Somos Asado queda en Av. Scalabrini Ortiz 651. Horario de atención: miércoles a sábados, de 20 al cierre. Instagram: @somosasado.
Un recorrido nacional
Dentro del hotel Sofitel Recoleta se encuentra Alma, restaurante de hotel que busca escapar a los duros límites que suelen imponer los cinco estrellas. Después de atravesar un amplio lobby se llega a un salón abierto, donde predominan dos grandes sillones curvos de pana azul, mesas de madera y sillas de cuero.
Como respuesta al turismo y comensales de la ciudad, Alma propone un recorrido por la gastronomía argentina, sumando una estética elegante y buenas ejecuciones dirigidas por la chef ejecutiva Erika Scaffino junto al también cocinero Julián Galende como asesor. “La base es la estacionalidad y la calidad de los productos”, afirman.
Casi todos los platos tienen un paso por el Josper, un horno a leña que hoy es favorito de muchos cocineros, ya que mezcla el ahumado de una parrilla con la potencia y eficiencia de un horno convencional.
Una cena puede comenzar ligera, con un corazón de lechuga al Josper, que sale con aderezo tonnato, alcaparras fritas y polvo de aceitunas negras ($12500); o más intensa, con mollejas, hongos salteados, crema de papas al limón y fondo de carne infusionado con cacao ($23000). Entre los principales, aparecen cortes vacunos que aclaran la raza del animal utilizado, como prueba de trazabilidad: hay picaña de Wagyu Argentina ($48500), entraña de Black Angus ($32500) o lomo de Alberdeen Angus ($32500). Se suman cortes de cerdo, pesca del día y opciones vegetarianas a base de setas, risottos y gnocchis.
Las guarniciones salen por separado y vale la pena pedirlas: boniatos a las brasas con yogurt de chimichurri y garrapiñada de maní ($8500), papas fritas triple cocción ($8500); variedad de vegetales asados al Josper ($8500), son algunas de las opciones.
Como buen hotel de ascendencia francesa, la pastelería está muy bien tratada: hay un delicioso croustillant con crema de chocolate e inglesa de café ($8500); también una dacquoise de nuez con crema de queso, jengibre y peras asadas ($7500).
Sofisticación cinco estrellas con sabores de la Argentina.
Alma queda en el Sofitel Recoleta, Posadas 1232. Horario de atención: Lunes a domingos de 12 a 15 y de 20 a 23.30. Instagram: @alma.buenosaires.