Los inicios deportivos de Fernando Ferrara surgieron en el Club Ciudad de Buenos Aires. Allí incursionó en el tenis, pero su afinidad no estaba en los deportes individuales sino en los deportes colectivos. Por lo tanto, decidió practicar básquet. Sin embargo, dejó el deporte, ya que el entrenador, con el que había formado un gran vínculo, fue despedido. 

Su siguiente paso fue pensar en el hockey sobre patines como posibilidad. Ante este anhelo, su mamá fue rotunda: "Es peligroso Fernando. Arrancá con hockey sobre césped para después pasar a los patines", relata Ferrara para Página 12, quien optó por la superficie sobre césped, encontrando en la figura inspiradora de Marcelo Garrafo –en ese entonces entrenador de inferiores en el Club Ciudad de Buenos Aires y catalogado por la Asociación Argentina de Hockey como el mejor jugador argentino de todos los tiempos–, su amor hacía la disciplina.

Con el tiempo, Ferrara se convirtió en jugador – entrenador. A los 15 años jugaba para la quinta división de Club Ciudad de Buenos Aires y en paralelo dirigía a la séptima categoría. Su vida empezaba a acelerarse. Es así, que, a sus 20 años, ya formaba parte de la Selección (donde jugó los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996), estudiaba diseño industrial y decidió viajar a Europa para hacer experiencia en el Viejo Continente. Más precisamente en España, para el Club Terrasa. 

"En España no me pagaban por jugar. Sí me pagaban por entrenar a la primera de damas y al equipo de cadetes de caballeros. En Italia sí me pagaban como jugador y entrenador", comenta Ferrara, que luego de dos años en Barcelona, hizo estancia en el país italiano por 25 años. Dos en Verona (Club Villafranca), ocho en Milán (Club Cernusco) y 15 en Cerdeña (Club Societa Ginnastica Amsicora).

Su carrera como jugador – entrenador fue construyendo su futuro, especializándose en el rol de director técnico. De modo, que, en el año 2001, hizo el curso de la Confederación Argentina de Hockey. A partir de ahí, fue técnico de la Selección Femenina de Italia durante ocho temporadas (2007 – 2015), después recaló en Las Leoncitas, para transformarse en el año 2021 en el entrenador principal de Las Leonas, logrando en el 2022, la medalla de plata en el Mundial de España y Países Bajos.

Actualmente, aparece al final del túnel un sueño pendiente: obtener en París 2024, la primera medalla de oro para Las Leonas en un Juego Olímpico.

–¿Qué importancia tiene el club en tu vida?

–Los clubes son casi todo en el deporte, porque está ligado al sentido de pertenencia. Mi abuelo y mi papá eran socios del club. Yo nací socio del club. Eso te genera un estilo de vida. Nosotros nos quedábamos todos los fines de semana. Mis papás jugando al tenis, comiendo asado y el verano en la pileta. Yo estuve en Italia, donde el deporte es más importante desde el nivel individual y profesional, pero son más sociedades deportivas. Es un espacio donde el equipo se entrena y se vuelve a su casa. No está la vida del Club House o el quedarte post entrenamiento.

–¿A edades tempranas hay una formación de lo básico en el jugador?

–Primero tenés que hacer amar el deporte e inculcar el sentido de pertenencia. Porque es lo que queda: los amigos y el club. Mas allá del éxito o el no éxito que tengas. Después darles las herramientas técnicas y cognitivas para que ellos se puedan desarrollar. Nunca ponemos el foco en ganar en divisiones menores. La idea es ganar en consecuencia, a través del pertenecer. Los chicos aman tanto al club, que pasan horas de entrenamiento - jugando y divirtiéndose -, hasta que sacan el gesto técnico. El objetivo que debe tener todo entrenador es no querer ganar uno como entrenador. ¿Cuántos jugadores llegan a la primera de su club y a la Selección? El que llega es porque logra controlar los fracasos para superarse.

–Recorriste tu carrera no sólo en Argentina, sino también en España e Italia. ¿Tu manera de entender el hockey tiene el variopinto europeo y argentino?

–Terminé de hacerme hombre en Europa. Tengo mis modelos mentales europeos, sin perder la argentinidad. Nunca dejé de mirar a Países Bajos por su trabajo a nivel conceptual. Hay mucho de la escuela del Ajax y de Johan Cruyff. También me formé mirando el hockey alemán, en lo que se refiere al hockey pista. Estudié mucho cómo piensan y cómo entrenan. En Argentina, también tenemos nuestra escuela. Nos caracterizamos por tener una marcha más. No por nada, los entrenadores y jugadores argentinos en Europa hacen la diferencia. Los equipos europeos tienen la estructura, pero la diferencia desde lo individual la hacen los argentinos. Valoro lo europeo y lo argentino, para sacar mi mejor versión como entrenador.

–¿Qué diferencia hay entre el jugador europeo con el argentino?

–Al argentino le cuesta lo estructural por una cuestión cultural del país. Cuando tenemos estructura e individualidad que potencia el sistema, somos campeones del mundo. El argentino rompe el sistema, pero si todos son así y no hay estructura, no puede funcionar. O al revés: el europeo es estructurado y cuando le falta salirse de los esquemas, se queda estancado. Siempre cuento que entrené a un jugador alemán en Milán. Fue campeón olímpico. En los entrenamientos, cuando preparaba un ejercicio de uno contra uno me decía “en Alemania es imposible el uno contra uno”. La importancia de romper esquemas desde lo técnico y desde el carácter de animarse, es muy importante.

–¿Es más fácil equilibrar desde lo táctico y físico?

–Desde lo físico, tenemos dos piernas y dos brazos. Nos podemos entrenar igual. Tácticamente es fácil - con poco - corregir. Pero técnicamente y la toma de decisiones, es otro tema. En eso los argentinos sacamos diferencias.

–¿Qué impronta tienen tus equipos?

–Busco que sean agresivos y determinados. Siempre manteniendo la posesión y el dominio, orientados a atacar. No posesión por posesión y no chocar contra la pared. Encontrar el equilibrio de mover la pelota - y, al contrario -, para generar espacios y atacarlos en velocidad. Las Leonas cuando atacan deben atacar espacios chicos y defender espacios grandes. Además de tener una solidez defensiva que contrarreste la fuerza del equipo rival.

–¿En qué cuestiones hacés hincapié a la hora de corregir a una jugadora?

–No me gusta cuando, en un uno contra uno, juega su partido en una baldosa y no tiene la visión de la cancha y de sus compañeras en general. Sí la jugadora gana ese uno contra uno y después no sabe qué hacer, no tiene sentido. Me gusta que vean el panorama total del campo.

–Las Leonas han tenido recambios generacionales. ¿Cómo es manejar un grupo con distintas personalidades?

–Me inspiro en la idea de Julio Velasco y Guardiola. De tocar las teclas justas. Cada jugadora es diferente: algunas son más visivas y otras son más auditivas. Están las que no debes decirles nada y a las que tenés que hablarles y escucharlas. Para sacar lo mejor, hay que tener en claro lo que necesita cada una y lo que necesitan escuchar. Algunas necesitan entrenarse más para tener confianza y las tenés que frenar un poco. U otras menos, entonces las tenés que empujar. El rol del entrenador es un arte, y la gestión es más o tan importante, como lo que hacés dentro de una cancha.

–Formaste parte de grupos masculinos y femeninos. ¿Hay alguna diferencia?

–A nivel grupal los varones somos más simples. Hay menos cosas que puedan surgir. Hay mucho del potrero, que nos tiren una pelota y divertirnos solos. Pero como entrenador, por ese espíritu más individualista del hombre, puede costarte más plasmar una idea, porque somos menos ordenados. Las mujeres son más ordenadas. Puede haber más diferencias entre ellas en el grupo, entonces tenés que tratar de no enroscarte en los problemas y poner el objetivo del equipo por delante. Ahora, sí el equipo está con vos, te dan todo. La entrega y el convencimiento de las mujeres es muy fuerte. Quizás más que el de un equipo masculino.

–¿Qué significa entrenar a Las Leonas?

–Como dijo Bielsa una vez: “Es un equipo que tiene nombre propio”. Que trascendió hasta los resultados. Te puede ir mejor o peor, pero Las Leonas son Las Leonas hace 20 años. Independientemente de los entrenadores y las jugadoras que pasaron y están. Tenemos el rol de mantener el legado de Las Leonas.

–¿Cuáles son las aspiraciones que tienen para los Juegos de París?

–Primero pensar en ser nuestra mejor versión. Sabemos que, sí damos nuestra mejor versión, para los rivales es muy difícil. Pero no nos van a regalar nada. Cuando tienen a la Argentina en frente, sacan un plus, porque están enfrentando a un equipo fuerte. Y nosotros tenemos que serlo más. Sí llegamos a la final, tenemos las herramientas para lograr la medalla de oro.