“Cuando empecé a hacer humor político, a expresar mis opiniones, existía ese prurito de que el artista no tiene que hacer política porque entonces la mitad del público no te va a querer y a mí me importa un pito, la verdad. Yo quiero hacer feliz a los que amo y peleo contra los que no. El humor es mi trinchera”, dice el payaso Chacovachi.

Desde hace cuarenta años, Chacovachi le pone humor a las distintas crisis, no para “fingir demencia” sino para generar un encuentro con los otros. Su nombre real es Fernando Cavarozzi, nació en 1962. Se define como un bufón, aunque la palabra payaso fue la que eligió siempre para nombrarse, en contraposición al clown. “Era la época donde aparecían todos los cursos de clown y entonces por rebelde, me nombré payaso porque me parecía que era mucho más popular. Hoy en día yo creo que soy un payaso bufón, por el estilo que tengo, interpelador”. El año pasado estuvo realizando en la Sala Caras y Caretas el espectáculo “Un payaso malo puede arruinar tu vida”.

Su carrera arrancó a principios de los ochenta, después de la guerra de Malvinas. Él fue soldado, estuvo movilizado, pero no llegó a las islas. En el 86 decidió irse a hacer temporada en la costa y fue adoptado por la ciudad de Necochea. Allí estuvo como diez años. “Fue ahí dónde realmente aprendí este oficio. Llegué, de casualidad, buscando un lugar para trabajar, porque había estado haciendo unas temporadas en Villa Gesell y había tenido algunos problemas en la peatonal, que recién estaba existiendo. Entonces, en Necochea había un anfiteatro en la plaza, hice una función ahí, y enseguida empezó la cosa. No había nadie trabajando, así que el lugar estaba libre. Ahí fui aceptado y querido. La mayoría cree que soy de Necochea. Pero un día me echaron, me sacaron el permiso para trabajar en la plaza. Eran épocas difíciles, no había jurisprudencia, los directores de Cultura se encontraban con estos nuevos artistas que llegaban y que de alguna manera hacían un lío bárbaro porque la gente los aceptaba, había una aceptación muy grande. Entendamos que era después del gobierno militar, veníamos de muchos años de tragedias, entonces la gente no solamente veía arte, sino que veía libertad”.

Fernando se hizo muy popular entre los 90 y el 2001. Después de estar mucho tiempo en Necochea, se fue a San Bernardo, donde hizo por doce años el Circo Vachi. “La risa es muy necesaria y más en épocas de crisis. Recuerdo perfecto el 2001 y el humor en el 2001, donde la gente llenaba el circo. Metíamos dos funciones por noche con mil personas, a la gorra y eran épocas muy difíciles. Sin embargo, el circo se llenaba porque la gente necesitaba reír. La risa es muy importante en las tragedias, nadie puede estar en paz con las cosas de las cuales no puede reír y la risa no es que va a cambiar la situación, pero sí te va a alivianar un poco”. 

A Chacovachi muchos le dicen el payaso filósofo. “Hay mucha maldad, el humor tiene que ver con la maldad, con atreverse a ser malo, atreverse a ser rebelde, a decir cosas que no te atreverías a decir si no fuera de esta forma”. Confiesa que él no se nombró filósofo, pero sí lo hizo el público. Algunos de sus chistes clásicos todavía se recuerdan. Chistes como, por ejemplo, ¿de qué color querés el globito? dónde un niño pedía un color y él respondía que le iba a dar otro, porque la vida no es fácil. “Los dejaba pensando, ponele les decía, mi amor, te puedo hacer una preguntita ¿te gusta vivir en este mundo? Bueno, ya se te va a pasar”. Hoy confiesa que es un gran lector de filosofía, y que es una pasión que disfruta junto con su hijo, Ringo, quien también es payaso. “Nietzsche nos puede”.

Los memes en las redes sociales son moneda común hoy, cuando pensamos en el humor. ¿Pero no son también una forma de pasividad? Para Chacovachi hay algo muy distinto, entre las redes y lo que sucede en la plaza, lo que cambia es la cofradía con otros, asegura.

“En las redes, vos estás solo riéndote con un teléfono, el que comenta también está solo, es muy distinto a hacer una función en una plaza, donde estamos realmente todos. Es distinto a un teatro. Un teatro es un colador, o sea, la gente tiene que enterarse, tiene que tener la costumbre de ir, te va a ver a vos, ya sabe lo que va a ver y el estilo. En cambio, en una plaza se encuentra con vos. Y no solo se encuentra con vos sino que está viendo la reacción del público en el momento. El público es su propio reflejo. Y están todos, porque en un teatro si es un espectáculo de niños, van padres con niños. En un espectáculo para adultos, van adultos. En un espectáculo intelectual, van intelectuales. En un espectáculo caro, va gente con dinero. En cambio, en una plaza están todos. Están los niños, los adolescentes, los adultos, los viejos, los ricos, los pobres, los intelectuales, los llanos". 

"Entendamos que el humor es social, o sea una de las cosas que funcionan en la calle es que ves a la gente reírse, esa risa es contagiosa. Vos llegás a un lugar y todos están riendo, te acercás, ves qué te pasa, en cambio cuando te reís solo es como que estás medio loquito, estás solo delante de un teléfono y como decía Leonardo Favio: nadie puede ser feliz solo”. Otra cosa que Fernando se dedica a observar en las redes sociales son los comentarios, “el estar atrás de un teléfono, los habilita a decir cualquier cosa, entonces yo estudio, de alguna manera, las reacciones de esas personas anónimas, ese humor en los comentarios. Hay mucha maldad a veces, pero yo desafío que me cuenten un solo chiste que no tenga una tragedia atrás. Y mostrar esa tragedia parecería, y reírte de esa tragedia parecería que es malvado. Pero yo no lo creo, es una forma catártica de superarla. Hay que investigar qué pasa ahí”.

La payasada se extendió a la familia. Hoy en día con su mujer y madre de sus hijos, Maku Fanchulini, hacen giras. Los hijos también son parte, Ringo, el mayor ya hace función con ellos y Lola, de doce años, se va integrando poco a poco. Ahora viajan a Chile, hace unos meses regresaron de Brasil y Perú. En noviembre, van a las Islas Canarias. “En Argentina, generalmente trabajo en Parque Avellaneda, en el centro cultural, La chacra de los Remedios. Un lugar maravilloso. Ahí me junto con mi público tres o cuatro veces por año. Siento que los visito y ellos me visitan a mí. Este año cumplo cuarenta años de trayectoria”.

¿Qué hace reír a un payaso? Chacovachi afirma que no es de risa fácil. “Con el tiempo, me emociono más y me río menos. Siempre digo lo mismo, que para hacerme reír me tenés que pegar un palo en la cabeza. Pero cada mañana me despierto pensando cómo seguir haciendo reír a los demás. Las fórmulas, las tácticas, las estrategias. Es mi forma de vivir”.

Habrá que estar atentos a sus redes sociales, @ payaso_ chacovachi, para poder visitarlo en su próximo show.