La Navidad de 2023 fue distinta para Gustavo D., un empleado de comercio con un puesto jerárquico en una multinacional. Después de perder a su hermana diez años atrás decidió tomarse esa fecha como un “regalo de automeditación” y desde entonces prefiere pasarla en soledad. “Me cargo mucho de energía ese día, me encanta todo lo que es espiritual, siempre me gustó", explica. Ese 25 de diciembre tomó una decisión: “Me voy a regalar una constelación”, se dijo.
Pasaron 17 días: el 11 de enero de 2024 visitó por primera vez a Nahir, psicóloga y facilitadora de constelaciones familiares. "Si me preguntás por qué constelé te diría que sentía que realmente tenía problemas con las relaciones, tanto amorosas como laborales", explica Gustavo y asegura que “sentía internamente que no podía cumplir expectativas”. Aunque laboralmente estaba encaminado, le faltaba “algo” más.
La primera vez que escuchó hablar de las constelaciones familiares fue nueve años atrás, en 2015, por recomendación de un amigo. No probó de inmediato. Cinco años después se cruzó con una nota sobre Bert Hellinger, creador de las constelaciones, y fue así que dio con Nahir. Tardó un tiempo en decidirse, mandó a amigos antes, trató de conocer más del tema y miró videos del espiritualista alemán para saber más.
Uno de los primeros resultados que aparece al buscar Bert Hellinger en YouTube es un canal de difusión de sus postulados llamado La Ventana de tu Alma, que cosecha casi 130 mil suscriptores. Sus videos alcanzan más de 300 mil reproducciones y, en ocasiones, hasta 800 mil. Algo similar sucede cuando se busca “constelaciones familiares”: en Instagram, una asesora sistémica que ofrece sesiones individuales online y talleres grupales en zona norte acumula más de 73 mil seguidores.
No me siento un poco bien: la crisis de salud mental en Argentina
La crisis de salud mental está en boca de todos y en la Argentina tiene particularidades. El complejo escenario de crisis socioeconómica, marcada por una fuerte recesión con altos índices de inflación, pone en jaque también a las instituciones que, en otro contexto, pueden ofrecer respuestas y tratamientos a quienes lo necesiten.
Según el último informe del Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la UBA, realizado en junio de 2024, el 45,5% de los consultados considera que atraviesa alguna crisis de salud mental y el 72% del total considera que el factor económico está directamente ligado al tema. Entre los padecimientos más mencionados se destacan “la crisis vital” y la “crisis económica”. En paralelo, emerge un sentimiento de desconfianza a los tratamientos tradicionales, como el psicoanálisis.
La práctica de las constelaciones familiares ofrece un espacio para indagar esas y otras cuestiones materiales y existenciales. Si bien algunos profesionales de la salud mental rechazan la técnica por falta de rigor científico, otros la practican y hasta se convirtieron en facilitadores.
Sin embargo, la comisión científica de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA) concluyó en un informe publicado en 2018 que las constelaciones familiares utilizan terminología y herramientas de diversas ramas de la psicología --sistémica, análisis transaccional, humanística, transpersonal --, pero evitan definirse totalmente dentro de una teoría o campo de la psicología. "Más bien, se enmarcan en conceptos que derivan de una tradición mística o religiosa", apuntaron.
La controversia por la responsabilidad profesional
“Yo siempre me guío por ir con alguien que me genere confianza a mí y, en lo posible, alguien que me derive o me cuente su propia experiencia”, dice Sandra (48), licenciada en psicología de la Universidad de Buenos Aires. Egresó en 2002 y continuó su formación en el Hospital de Niños de La Plata hasta 2021, también fue docente de la Universidad del Este (UDE), en la capital bonaerense. Sandra está nerviosa, tiene miedo de que sus palabras sean sacadas de contexto, pero quiere hablar. Tiene, además, una contradicción: “En el fondo, siempre quise ser curandera”, bromea.
La crítica desde la academia apunta al contexto informal en el que se desarrolla la práctica. Belén Valleto (MN: 5.332), secretaria gremial del Colegio de Psicólogues de Córdoba, señala que frecuentemente “el verdulero del barrio, o cualquier persona, hace tres meses de formación, constela dos o tres veces, y de repente se convierte en facilitador”. Para la profesional de la salud mental “ese es el mayor problema”. En el caso de que un psicólogo guíe la práctica, agrega Valleto, si bien tiene herramientas profesionales, para el Colegio “está ejerciendo irregularmente”.
También cuestiona la utilización de “eufemismos” para, en realidad, “realizar promesas de solución a problemáticas que son de salud mental y que deben ser abordadas con herramientas de la psicología o de la psiquiatría”. Para Valleto, "es una época en la que hay un predominio del pensamiento mágico y de la búsqueda de soluciones inmediatas".
Cuando Sandra recién comenzaba con las constelaciones le pesaba la mirada de sus colegas, ella misma se definía como “ortodoxa”, pero probó la técnica y tuvo una buena experiencia. Tiempo después, decidió incorporar las constelaciones familiares como una herramienta más en los tratamientos psicológicos que ofrece.
“Muchas veces me pasaba que mandaba a mis pacientes a constelar, pero sentía que no estaban cuidados en el espacio de la constelación porque había cuestiones que yo sabía como psicoterapeuta en las que ellos no tenían que exponerse. Ahí decidí formarme en constelaciones”, explica Sandra.
No es una facilitadora que se tome la práctica a la ligera, se sabe responsable de lo que sucede en ese ámbito. “Acá no hablamos de sanar ni de sanadores”, repite. Habla de cuidados en el durante y en el post, insiste con la importancia de la prudencia, la dosificación de la información que un facilitador debe dar al consultante, sobre todo cuando éstos últimos se encuentran con lo traumático en una constelación. “Estamos acostumbrados a abrirnos pensando que cuanto más nos abrimos, más nos va a ayudar el otro. Y a veces no es necesario abrir tanto”.
I can’t get no: trauma, angustia y soluciones en las constelaciones
La primera consulta de Gustavo D. fue reveladora. Se juntó cara a cara con la licenciada Nahir, en un consultorio de tres por tres, y trabajó con plantillas de zapatos y zapatillas de distintos tamaños y colores que fueron utilizadas para representar los temas que él llevó a la consulta.
Nahir le acercó una caja con las plantillas, le dijo que elija una, que esa plantilla lo iba a representar a él. Tomó una talle 38 de color amarillo, su preferido. La mujer empezó a preguntar y Gustavo, que estaba dispuesto a encontrar respuestas, contestó. Luego le pidió que eligiera un lugar en la habitación que represente dónde está posicionado en su vida. Eligió el centro y, por pedido de ella, ubicó las plantillas bajo sus pies.
“Es como que te escanea, no sé cómo explicarlo, siente cómo estás, si te balanceás. La primera pregunta que me hizo fue cómo me siento. ‘Estoy feliz’, le respondí”, recuerda. Nahir le dijo que respiraba bien, que estaba bien posicionado, bien equilibrado.
En el siguiente paso, la mujer le dio a Gustavo una plantilla violeta para representar a la figura de la pareja. De todo el espacio disponible en la sala, él decidió ubicarla en frente suyo, después cerró los ojos. Unos segundos más tarde los abrió y sus miradas se encontraron. Nahir le pidió a Gustavo que dé un paso adelante. “No puedo”, repuso él, “estás vos”. “Pensá en mamá y en papá, decí una palabra que defina, sin pensar demasiado, su relación”. “Rivales”, salió de su boca. “¿Y cómo están las plantillas?’, le preguntó Nahir. Una frente a la otra, le contestó él. Hay un bloqueo, fue la conclusión.
“'En este momento los veo como pareja, con todo lo bueno y lo malo que fueron y que hicieron conmigo, los suelto, los libero y doy un paso a mi vida’, repitió Gustavo, después de Nahir. “Para ese momento, yo exploté porque sentía que estaba atado a algo, te juro que lo cuento y me largo a llorar. Sentía que estaba atado a algo, 48 años de mi vida y no sabía lo que era”, rememora.
Salir del agujero interior: ¿qué puede salir mal?
Desde la FePRA, además de cuestionar la validez científica de las constelaciones familiares y la formación de los facilitadores, advierten sobre el peligro de alterar el ánimo de un consultante y la posibilidad de que esto lleve a una crisis de angustia. El escenario más grave -- señala Valleto -- es que una persona en situación de vulnerabilidad pase al acto, es decir, que tome una decisión drástica.
“Como en cualquier profesión, sobre todo si está asociada al trabajo con personas --ya sea osteopatía, quiropraxia, reiki, inclusive psicoterapia--, siempre tiene que ver con la idoneidad de la persona”, repone Sandra y comenta que el año pasado desde el Centro Latinoamericano de Constelaciones Familiares (CLCF, ex centro Bert Hellinger) pidieron la profesionalización de la práctica, que por el momento no prosperó.
En Córdoba, Valleto señala que el acceso a la salud mental es un problema. “Lamentablemente, el Estado no siempre garantiza la accesibilidad. En el hospital no hay turno para ir a la psicóloga porque en el dispensario --centro de atención primaria de la salud-- hay una psicóloga cada 10 dispensarios y por eso las personas buscan soluciones alternativas”, resume y manifiesta que además se demandan resultados rápidos.
Ante la consulta respecto de la popularidad que tomaron en el último tiempo las constelaciones familiares y la multiplicación de los testimonios de consultantes agradecidos con la práctica, Sandra reflexiona: “Reconectar en esos espacios con las emociones, emociones que uno tiene guardadas hace mucho, y poder volver a sentirlas, poder resolverlas o tramitarlas, siempre hace bien”.
Sin embargo, el artículo 7 de la Ley Nacional de Salud Mental establece el derecho del paciente a recibir un tratamiento “basado en fundamentos científicos”. Muchas personas eligen el ejercicio, los espacios espirituales y otras actividades recreacionales para mejorar su bienestar. "Es la experiencia subjetiva de cada uno", matiza Valleto, al tiempo que expresa que la percepción de cada individuo no le aporta validez científica a una práctica.
"Habrá personas a las que les hace bien, enhorabuena. Pero no podemos avalarla", sentencia la psicóloga, aunque tampoco le cierra la puerta a los nuevos campos de investigación. "El mundo también va avanzando y progresando, nosotros no vamos a ir en contra de ese progreso. Si ellos obtienen maneras de demostrar que sí hay alguna práctica que sirve, bueno, será otro momento".