El diálogo se dio, hace unos días, entre el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente Javier Milei. Fue antes de una reunión de gabinete en la que, luego, el jefe de Hacienda abrió la decisión al resto. Y fue la confirmación de que el Gobierno libertario decidió ir a la guerra con un Fondo Monetario (FMI) que ya aclaró que no habrá dinero extra si no hay una corrección cambiaria "urgente". Eso explica, justamente, el período de volatilidad cambiaria y de activos que se vió en las últimas horas. 

-Caputo: No me gusta lo que me dice del país, se queja de que no hay modelo económico. Sugiero que hagamos gestiones para correrlo. 

-Milei: Adelante. 

El personaje del que hablaban es Rodrigo Valdés, el chileno que está al frente de la Dirección para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). Caputo, luego de varias charlas con él, interpretó que es el que direcciona por la negativa las condiciones de un nuevo acuerdo con Argentina. Valdés, al que Milei ya venía tildando de "zurdo", fue ministro de Economía de Michelle Bachelete en Chile entre 2015 y 2017, y es quien recibió con asombro el PowerPoint donde Caputo le pedía 10 mil millones de dólares frescos. 

Ese documento, que lo adelantó Página I12 hace unos días, prometía reformas en el modelo económico, pero nada de lo que esperaba Valdés: el chileno ya le había pedido a Caputo la unificación urgente del tipo de cambio, es decir, una devaluación. 

Un linaje conflictivo

Para ver el peso específico y cualidades de Valdés es necesario citar que, en ese mismo cargo, jugaron en el caso argentino Claudio Loser; Alejandro Werner, el artífice político del crédito de la administración Trump al gobierno de Mauricio Macri; el brasileño Ilan Goldfajn y el indio Anoop Singh, quien desde fines de los 90 y principios de los 2000 fue el cruzado que exigía metas fiscales a la Argentina. Es más, otro en su cargo fue el también chileno Nicolás Eyzaguirre, quien negoció con Argentina, con dureza, en los años donde Amado Boudou era el ministro de Economía

A Valdés, como ocurrió con casi todos los anteriores, lo trajó la jefa del FMI, Kristalina Georgieva. "No es ella, pero ella lo buscó para ponerlo allí", cuenta en Washington. Hubo, a la hora de correr a Werner, una decisión de la búlgara de hacer un scounting de referentes económicos de la región. "Siempre hay por ahí un ex ministro de un país ordenado disponible", aseguran quienes conocen el mecanismo de designación. Así llegó Valdés, que antes del FMI actuaba como una parte relevante del centro derecha de la coalición chilena. 

Los que lo conocen personalmente y saben de la faena, admiten que es hasta lógica la idea de Caputo de correrlo: "hay una frase que siempre se menciona que es que es más confiable un brasileño de derecha que un chileno de izquierda", destacan para justificar que no es raro que Caputo haya recibido de Valdés un diagnóstico negativo de Argentina. Los brasileños, cuentan, entienden más lo que es Argentina, cómo funciona, y sobre todo no están obsesionados con que la inflación es un fenómeno sólo monetario. Por eso, muchos lamentaron la salida de Goldfajn al BID.

Georgieva lo banca

Dicho esto, Valdés es un empoderado por Georgieva. Su desembarco fue parte de un plan de rodeo de Werner, posterior a su despido definitivo. Primero, le pusieron de segunda a Julie Kozak, luego a Valdés en su lugar. "Werner tenía una perimetral con Argentina", grafican. Esas mismas fuentes en Washington aclaran, de todos modos, que es muy díficil un corrimiento de Valdes en las mismas condiciones que Werner. 

Hay, según el Gobierno y el mismo establishment financiero, tres maneras para que Milei logre que Georgieva acepte correr a Valdés. Todos muy negativos: el primero es que se lo aparte en lo operativo y lo reemplace el venezolano Luis Cubeddu, que ya trabajó en el caso argentino. El segundo es que lo corran totalmente, lo cual es casi imposible. Y el tercero es que no esté en lo cotidiano. Con eso, se lograría que Caputo y Milei "no se sientan ofendidos por lo que les dicen de que no tienen plan". Un maquillaje, pero es lo que hoy preocupa al Gobierno. 

En los tres escenarios, la movida no modificará la decisión oficial de no dar dinero hasta no garantizar ciertos parámetros, que no sólo son la devaluación. Otro de ellos, quizás más importante, es que el FMI le aclaró a Caputo que "no queremos 100 mil personas en las calles protestando" por la recesión

El problema, otro, es que Georgieva acaba de ser reelecta en su cargo, luego de haber quedado al borde de la salida por acusaciones internas de haber sido demasiado pro China. El tesoro de los Estados Unidos buscó correrla y, sin embargo, resistió los embates de Janet Yellen y sigue, fortalecida, en su cargo. En síntesis, tiene poder de decisión e influencia para sostener a los propios, entre ellos Valdés. 

"La estrategia no es necesariamente mala, hoy Milei no tiene ningún acuerdo, si acelera y disputa, arriesga y busca. Quizás sigue sin tener nada, pero perdido por perdido...", explicó un analista del mercado que trabaja con el Gobierno. En este contexto, en la Casa Rosada suponen que un triunfo de Trump sería un "game changer" y destrabaría políticamente las trabas actuales. Las apuestas de los economistas que saben cómo se mueve el FMI son distintas: especulan con que las chances de que se destrabe un nuevo crédito grande es de 50 y 50. A esta altura de la crisis, no es poco.