El autor y director Martín Ortiz acaba de estrenar la obra que cierra una trilogía. Se trata de Museo Beresford, comedia que, a pesar de diferir en tema y estilo con sus dos obras anteriores, se relaciona con ellas por abrevar en la historia argentina. El autor encuentra un diálogo posible entre la lucha de la naciente oligarquía argentina contra la voluntad de transformación que presenta su obra Cisneros, el encuentro fantasmático donde sobrevuela el peligro del fascismo que ofrece La noche se está muriendo y esta comedia delirante sobre una familia patricia en decadencia que puede verse en el Centro Cultural de la Cooperación. La actuación está a cargo de Daniela Catz, Luciana Dulitzky, María Forni, Mario Petrosini y Cristian Sabaz.
Ortiz cuenta que ingresó relativamente tarde a la actuación, y que comenzó a escribir sus propias obras y a dirigirlas recién luego de cumplir los 50. Hoy docente universitario y al frente de la sala Crisol Teatro junto a su grupo, Ortiz encontró el modo de darle forma a esta su última obra entre un juego y una consigna literaria. De este modo fue vinculando unos personajes políticamente incorrectos que bromeando surgieron entre sus actores con un proyecto que él venía gestando en el taller de dramaturgia de Andrés Binetti.
Así, la situación básica de Museo Beresford es la reunión de tres primos de una familia otrora encumbrada en tren de disputarse la herencia de una tía. Como no es conveniente continuar develando la trama, baste decir que, entre efectos paranormales y recuerdos de la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, la autopercepción de género y el casamiento igualitario encuentran un sitio al margen de los prejuicios y el delirio.
-¿Qué es lo que te interesa plantear en tus obras?
- No busco desarrollar un hecho o un personaje determinado sino tomar elementos de la historia para usarlos a modo de disparador. Me gusta escribir relatos vinculados a la historia argentina y a nuestra realidad. Me interesan los momentos en que sigue repitiéndose un pensamiento que es igual hoy y hace 200 años.
-¿Cuál es uno de los pensamientos que se siguen reciclando en esta familia?
-El tener una actitud servil ante lo extranjero, que es algo que hoy mismo se escucha decir, cuando se insiste en que estamos mejor como país siendo colonia.
-¿Qué es lo que representa cada uno de los tres primos?
-Peteco, que remite a varios personajes de la actualidad, condensa lo peor de la derecha conservadora argentina en su manera de juzgar impunemente a los demás. Busca imponer su pensamiento en pos de la propia libertad sin tomar en cuenta lo les pase a otros. Titina viene de la misma familia, pero pudo hacer ciertos cambios en su forma de pensar, aunque no esté totalmente deconstruída. En cambio, Neneco sí fue capaz de darse la libertad de hacer realidad algo que surgió en los juegos de su infancia.
-¿Cómo definiría el registro de actuación?
-Tomamos al grotesco como referencia, porque creemos que es un estilo de actuación que hay que recuperar para romper con el costumbrismo.
-La obra presenta a un balcón muy particular…
-En Museo… el balcón también pertenece a la herencia familiar porque forma parte de la leyenda del aceite hirviendo sobre los ingleses. El balcón es un lugar que en el trascurso de nuestra historia representó tanto un símbolo de signo positivo, como en este caso vinculado con lo heroico o con la presencia de Evita, como negativo. Pensemos en cuando lo vimos a Macri bailando, o cuando desde allí escuchamos frases como “Les presentaremos batalla” y “La casa está en orden”.
Museo Beresford, Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), sábados a las 22.30.