¿Qué pasa cuando la esfera pública por donde circulan las noticias y gran parte del debate social es regulada por el sector privado? El caso del bloqueo de la cuenta de la red social X que sufrió la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación (ANCCOM) es un buen disparador para pensar cómo está funcionando esta autopista informativa global cuyas reglas de funcionamiento las fija un puñado de magnates. El debate suele estar en manos de especialistas pero parece haber llegado el momento de que los dirigentes políticos y sociales lo pongan en su agenda.
ANCCOM es un medio de información que nació hace nueve años como práctica pre profesional de los estudiantes de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Llega a miles de lectores a través de su página web y sus redes sociales: facebook, X e Instagram. El ciento por ciento de su contenido es producido por estudiantes, con una agenda que busca visibilizar derechos vulnerados y alumbrar temas que los medios comerciales suelen dejar de lado: derechos humanos, conflictos laborales, problemáticas de género y diversidades, ambientalismo, economía popular y su contracara: el extractivismo; pueblos originarios, el deporte social y la cultura emergente, entre otros. Por su labor, fue distinguida como “Medio de Interés Educativo” por la Cámara de Diputados de la Nación y como “Medio de Interés para la Comunicación Social” por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. El Parlamento porteño también reconoció de “Interés Cultural” al ciclo audiovisual “Estuve ahí” realizado en ocasión de cumplirse los 40 años de democracia.
El 13 de junio, después de informar sobre la aprobación de la “Ley bases” en el Senado y la consecuente represión a los manifestantes que se oponían frente al Congreso, la cuenta de ANCCOM en X fue “temporalmente restringida”.
En ningún momento la agencia fue notificada de la razón por la cual la red social tomó esta medida arbitraria que lesionó la libertad de expresión y cercenó el derecho a informarse de nuestros lectores.
ANCCOM realizó los reclamos pertinentes a través de las vías que propone la empresa -ausente de toda comunicación humana-, obtuvo un “número de caso” y luego, silencio. A las 48 horas accedió al correo electrónico del Departamento de Relaciones Gubernamentales de Hispanoamérica de X, logrando un breve intercambio “para escalar” la situación y nuevamente, silencio. Al cumplirse 12 días sin nueva respuesta ni solución, ANCCOM lanzó una campaña convocando a actores de la sociedad civil y lectores para exigir a X la reposición de la cuenta. Un día más tarde recibió un instructivo a seguir. Pero nunca explicaron por qué bloquearon la cuenta.
La restricción de X implicó graves problemas en la circulación de noticias de la agencia: hoy el flujo de lectores de los medios digitales llega, en su mayoría, a través de sus redes asociadas. Aún los medios comerciales tradicionales y también los más novedosos –como el streaming- se volvieron dependientes de las plataformas por donde hoy fluye el caudal informativo.
Este tipo de problemas son frecuentes. Hace poco Abuelas de Plaza de Mayo y el periodista Marcelo Bonelli denunciaron el robo de sus cuentas y manifestaron las dificultades para recuperarlas ante la indiferencia de X. Unos años atrás –cuando todavía no pertenecía a Elon Musk- Twitter bloqueó a Donald Trump. Más allá de las opiniones políticas que despierte, lo cierto es que una empresa privada se arrogó el derecho a callar a un presidente.
Las medidas intempestivas como las que toma X imponen debatir qué sucede cuando el sector privado desplaza cualquier regulación del Estado, único garante de los derechos de las personas. ¿Por qué un empresario decide quién puede comunicarse y quién no? ¿Qué pasa hoy con el derecho a la comunicación y la libertad de expresión? ¿Quién elige qué información puede circular y cuál no? ¿Quién entrena el algoritmo, que sabemos no es neutral? ¿En qué sede administrativa local podemos presentar nuestras demandas? ¿Cuál es la sede judicial en donde reclamar por las vulneración de nuestro a la comunicación en el mundo global? ¿Cómo contraponer espacios de debate público que excedan la esfera digital?
El problema que enfrentó ANCCOM muestra las dificultades que presenta la sociedad en un ecosistema mediático regido por un mercado concentrado como nunca antes y sin ningún tipo de contrapeso ni regulación. Como comunicadores se nos impone ser creativos para construir otros espacios para el debate público y mantener la rigurosidad para aportar información a la conversación social. Ese es el espíritu de ANCCOM y los estudiantes de la universidad pública que la construyen día a día, con el compromiso de ser profesionales con pensamiento propio, crítico, libre para incidir en los debates que fortalezcan la democracia y los derechos que supimos conseguir.
* Docentes de la Carrera de Ciencias de la Comunicación UBA. Coordinadores de ANCCOM.