Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 200 mil jóvenes asiáticas fueron secuestradas y llevadas lejos de sus hogares para ser explotadas como esclavas sexuales por el ejército imperial japonés. Se trató de un dispositivo masivo y organizado de privación de la libertad y de explotación sexual que tuvo a las mujeres como únicas receptoras. “Comfort women" o “mujeres de consuelo” es el eufemismo con el que los militares japoneses se referían a estas mujeres.

En el 2013, la directora argentina Cecilia Kang, hija de coreanos, viajó a Corea del Sur y asistió a una conferencia de Kim Bok-dong. Esta anciana era una sobreviviente “comfort women". "Ella contó cómo a sus 15 años la subieron, junto con otras 30 mujeres, a un barco que emprendió un viaje a un destino no elegido. Nos hablaba de cómo la violaban más de veinte veces al día. De otras mujeres que vio morir a su lado. Habló de la culpa que sintió cuando finalmente pudo regresar a su casa, pero otras no. Y de la vergüenza infligida por la sociedad hacia ella, que la hizo callar hasta los 60 años. Su testimonio me impactó, porque personalmente no conocía nada sobre ese tema", relata la cineasta que, a raíz de toparse con esa terrible historia, realizó el documental-ensayo Partió de mí un barco llevándome -el título tomado de un poema de Alejandra Pizarniik-, que ganó el Premio Especial del Jurado y el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2023. El film se estrena este jueves en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, donde se podrá ver hasta el 12 de julio. También se proyectará todos los sábados de julio a las 18 en el Malba.

 -¿Por qué decidiste no plantearlo como un documental histórico?

-En principio, porque no tengo las herramientas. No soy historiadora ni académica, no estaría capacitada para hacer un documental histórico. En segundo lugar, no es justamente lo que me interesaba hacer con este film porque el motor de esta película parte del lugar de cómo traer al presente esa porción del pasado. Nunca estuvo en mis planes hacer una película sobre revisionismo histórico ni nada de eso. Quise hablar sobre aquello que pasó y cómo eso se reescribe en este presente en el que estamos, en el que vivimos: todavía en las estructuras en las que vivimos siguen existiendo opresiones y violencias que siguen ejecutándose, en este caso, en las mujeres.

 -¿Por qué es una historia silenciada?

-De las pocas sobrevivientes que quedan de este hecho tan atroz, al menos en Corea del Sur la primera que se animó a hablar fue recién en 1991, a los 60 años. Entonces, estas mujeres, no solo sufrieron esas atrocidades durante la guerra cuando fueron secuestradas, sino que las pocas que sobrevivieron, cuando volvieron a sus países, a sus hogares tuvieron que vivir, además, con el estigma y con el rechazo y la negación de esa sociedad. Y eso es completamente atroz. No solo vivieron esos hechos tan horribles, sino que además tuvieron que vivir con el yugo de la estigmatización por la propia sociedad. Entonces, eso me parece inaudito, muy injusto. 

-¿Las nuevas generaciones de coreanos y coreanas tienen la misma visión sobre el histórico sometimiento de las mujeres en ese país?

-Yo creo que hay una lucha más fuerte hoy en día por parte de las generaciones más jóvenes sobre esta visibilización, este ejercicio de memoria. Y quienes exigen que haya memoria, verdad y justicia hoy por hoy no son solo ONG. Por ejemplo, todos los miércoles, desde los 90, se hacen marchas frente a la Embajada de Japón; es decir, desde que estas sobrevivientes empezaron a manifestarse. Hoy se siguen haciendo  esas marchas y si uno va lo que sorprende es no solo ver a las organizaciones, sino también a chicos, chicas, chiques jóvenes que están ahí manifestándose y exigiendo que se haga justicia. Si bien hay un saldo de generaciones anteriores de posguerra que prefieren callar y olvidar, esas cosas que se callan, de todas formas siguen ejecutando dolor y siguen generando heridas. Si esas heridas no se sanan, la sociedad sigue enferma. Entonces, lo bueno es que hay nuevas generaciones que entienden eso y que luchan para que eso se enmiende. Justamente tiene que haber una política que acompañe eso y que genere eso también.

 -¿Crees que tu película resonará de otra manera en la Argentina? La referencia es por los logros que tuvo el movimiento de mujeres en los últimos diez, quince años.

-Hoy por hoy con las políticas que estamos viviendo, siento que se hace aun más presente una película como ésta. Están cerrando la línea 144, son políticas muy específicas que están en detrimento de esas luchas ganadas. Como vos contás, en estos últimos diez, quince años justamente lo que tenemos son luchas ganadas por mucha militancia, por mucho trabajo, por mucha reeducación. 

-¿Y qué sentís al estrenar una película sobre la violencia de género en un país donde el gobierno está borrando de un plumazo las conquistas de respeto a las mujeres y a la diversidad sexual? ¿Cómo es estrenarla en este contexto?

-La verdad es que me llena de emoción. Es un panorama completamente desolador no solo para el cine, la cultura, el arte. Es en general: la gente que está en la calle, los que no pueden comer... Y es un panorama que hasta te da miedo. Es la primera vez en muchos años de mi vida, naciendo y viviendo en democracia, que siento miedo. Y yo, como ciudadana y como directora, siento que por lo menos en este contexto tan horrendo tengo el privilegio de poder estrenar esta película. Y siento que es al menos el granito de arena que puedo aportar para que las cosas cambien. Para cambiar la situación actual hay que moverse, hacer cosas y trabajar. Es la militancia que puedo hacer y sé hacer. En ese sentido, me considero una privilegiada, pero al mismo tiempo siento que es una responsabilidad que tenemos que asumir y tenemos que estar ahí. Es importante estrenar y dar la posibilidad de que la gente vea la película.    

-Claro, pero no es un privilegio poder estrenar una película, sino un derecho...

-Totalmente. Obviamente que es un derecho. Es trabajo, es patrimonio y es identidad. Lo que hago es sumar un color más a la identidad del país de donde somos. Eso es algo muy importante y es justamente lo que vos decís: un derecho y un valor que se tiene que defender y proteger para el futuro y para nosotros mismos. Digo que es un privilegio personal porque estamos en un contexto tan horrendo, que tener la posibilidad de mostrar esta película y mostrar la importancia de por qué películas como ésta deben existir, para mí es un privilegio.