La vida por delante es el nombre de libro de Magalí Etchevarne que se presenta el viernes, a las 18.30, en Oliva Libros (Entre Ríos 579). Estará acompañada por la escritora rosarina Melina Torres. Magalí llega a Rosario después de recibir el premio Ribera del Duero de narrativa breve en español. Son cuatro cuentos, en los que el dolor toma distintas formas, pero está siempre presente. "Magalí Etchebarne es de las autoras más auténticas que he leído. No hay postura ni solemnidad en su escritura. Encuentra humor en la tragedia y sabe de la tristeza con rabia y ternura. Su estilo es pura frescura e inteligencia", describió Mariana Enriquez, presidenta del jurado.
Etchebarne está contenta. "Siempre es una alegría que a otros les guste lo que lo que uno hace, pero también una no escribe pensando que autoras y autores que admiro lo fueran a leer, me parecía muy remota la posibilidad y así que eso fue en principio la sorpresa", dice la autora, quien "no sabía que Mariana Enriquez era parte del jurado, me enteré cuando me llamaron".
Su primer libro fue Los mejores días, en 2017, y recibió un elogio de la mismísima Hebe Uhart, considerada una maestra del cuento: "Tiene poder de síntesis, gracia y ritmo".
"Lo que en general pienso de la vida y de la escritura es que la vida, en general, pareciera transparente, en las cosas que nos pasan, en las emociones que tenemos asociadas a lo que nos pasa, pero siempre hay una cuota inexplicable, o algo que siempre es inasible de la experiencia y en la escritura siempre es el desafío. Usamos las palabras como el material para rodear eso y para tratar de abordar algo que a veces es muy complejo", reflexiona Etchebarne y concluye: "En general, la vida es muy misteriosa".
Los personajes de Etchevarne están instalados en el dolor. "No es tan fácil salir adelante, a veces, está toda esta invitación de que del dolor se sale mejor, porque uno aprende o que del dolor siempre se aprende algo, o que se sale con voluntad. Todo eso me parece bastante cuestionable, en principio, algo discutible, porque incluso no siempre de las experiencias dolorosas se salen mejor, a veces realmente uno sale peor, sale dañado, o se vuelve algo de lo que no se puede alejar", sigue Etchebarne sobre la presencia del dolor en los personajes de sus cuentos.
En los relatos también hay viajes. "En cada uno hay un viaje, como voluntad de los personajes de alejarse, en el caso de una pareja, de alejarse de lo cotidiano, o las dos mujeres que se hicieron amigas y se van de viaje, y lo que pasa ahí es bastante mundano, las conversaciones son sobre lo cotidiano, y el dolor se va colando a veces de forma muy chiquita".
Sabe que ser escritora -también es editora- es "una actividad vintage". "Estamos en una época hiperproductiva, pero de producir para que se vea hoy. Para hoy mismo consumirlo, mostrarlo, que hoy mismo a alguien le guste y diga que le gusta, que ponga me gusta rápidamente y los libros siguen siendo algo que va en otro tiempo. Trabajo como editora hace 10 años y entonces, estoy acostumbrada a otro ritmo, a iniciar un libro hoy, por ejemplo, estoy por mandar a correción a un libro que contraté hace cinco años, por ejemplo, entonces llevo un vínculo con esa persona desde hace años. Son otros tiempos", reflexiona sobre cómo tomarse ese tiempo en una época hiperveloz.
Cuando recibió el cuento, Magalí contó que cuando era chica le gustaba leer y escribir. "Mi mamá me anotó en un concurso que había en el periódico de mi barrio, que se llamaba La idea. Había un concurso literario para chicos y mi mamá me inscribió", comenzó. Entonces, mandó su relato y ganó. Al año siguiente se volvió a abrir la convocatoria y se volvió a presentar con otro cuento. Volvió a ganar y al año siguiente ya no quiso inscribirse. "De ninguna manera, le dije a mi mamá. No se está anotando nadie, mamá, es obvio que no hay competidores", argumentó entonces. En cambio, el año pasado juntó coraje, y presentó sus cuentos. Una vez más, ganó.