Desde Londres
Nunca me hubiera imaginado que una visita a Londres de Nora Cortiñas, símbolo a nivel mundial de la lucha por los derechos humanos, desataría una vez más esa dosis de negatividad nacional que parece acompañarnos desde siempre.
El boicot de la embajada argentina a las charlas de Cortiñas en la Universidad de Cambridge y en la de Londres me recordó los tiempos de mi primera estadía en Londres, 1977-1980, cuando la embajada en el Reino Unido y en cualquier lugar de Europa operaba contra las campañas “anti-argentinas” que denunciaban el genocidio.
Pero lo más sorprendente fue la irrupción en el boicot de este fenómeno de Siglo XXI, los trolls.
Así yo, hombre del siglo XX, vi identidades de fantasía como El Feo@Elfeo1975 que escribía indignado “quién le paga el viaje a Londres a la vieja Nora Cortiñas”, o a Meduxa@MarielaMeduxa quien saltaba sin más al insulto explícito: “otra HIJA DE PUTA. Nora Cortiñas, hablando mal de nuestro país en Londres. Dice que los ingleses son solidarios y tuvimos una guerra, AY QUE HDP!”.
Esta persecución se extendió a los artífices de la visita de Cortiñas, la Argentina Solidarity Campaign del Reino Unido. A Martina, argentina, miembro de la campaña, un troll con el nombre de “Hegeliano” le advirtió que sabía perfectamente dónde estaba y qué peligros podía correr. “Cuidado con los ataques de ácido, los lorrys (sic)y los muslims en general. No podría dormir si te pasa algo”, le dice Hegeliano.
Dudo que Hegeliano sea amante de la dialéctica, pero hay que reconocerle que está moderadamente informado. Dos de los cuatro atentados terroristas en el Reino Unido este año usaron vehículos, pero eran camionetas más que camiones (lorries en buen ingles). Sospecho que se le mezclaron en el apuro los atentados en el Reino Unido con los de Suecia, Francia y Alemania, que sí usaron camiones, pero eso es un detalle.
El objetivo del mensaje no era obviamente la precisión informativa sino la amenaza solapada y la intimidación. Esto queda bien claro con la mención individualizada y cuasi-mafiosa para que Martina se cuidara de los ataques con ácido. No son amenazas en el aire. La policía metropolitana registró 455 ataques con ácido en Londres el año pasado. Los medios han publicado terroríficas fotos de mujeres desfiguradas a raíz de estos ataques que en su mayoría parecen ejecutados con un nihilismo al estilo de “La Naranja Mecánica” de Stanley Kubrick.
Una pregunta de los británicos y argentinos de la Argentina Solidarity Campaign era quién se escondía detrás de esos trolls que los bombardearon durante toda una semana con tanto mensaje siniestro. Según una información publicada en Buenos Aires, el gobierno reconoció, en un pedido de acceso a la información pública que hizo “La Nación” el año pasado, que la Subsecretaría de Vínculo Ciudadano cuenta con un presupuesto de 163 millones de pesos y 30 empleados encargados exclusivamente de las redes sociales.
Una cosa está clara. Los Trolls tienen horarios de oficina: la actividad decae mucho el sábado y domingo. Al parecer están protegidos por las normas vigentes al momento de escribir esta nota y pueden gozar de fines de semana para pasear o ver a sus familias, pero quizás las cosas cambien si se aprueba la reforma laboral que impulsa el gobierno. El PRO también tiene un equipo de Trolls muy activo como denunció el año pasado Marcelo Tinelli durante ese enfrentamiento de días que tuvo con el presidente Mauricio Macri. Y calculo que a este ejército se le añadirán por la libre algunos iluminados por el fanatismo.
Siguiendo la pista que dan sus mensajes creo que se podría bosquejar un perfil psicológico y una funcionalidad política. ¿Quiénes les da los nombres? Tomemos a Hegeliano de ejemplo. ¿Viene de la gerencia Troll como un intento de confundir más las aguas con nombres de raigambre filosófica que apelen a los “zurditos”? ¿O es una iniciativa individual del autor?
La misma pretensión cultural está en los otros dos nombres citados en esta nota: la Shakespereana Desdémona, la clásica griega Medusa. En estos nombres como en otros mensajes se delata un anhelo europeísta. A raíz de una contratapa mía publicada en septiembre, “Tomando escuelas desde Londres”, un Troll me escribió algo así como, “¿qué vas a estar en Londres, vos Justo?, sos un putito mentiroso” Es obvio que para este compañero Troll, estar en Londres era una mentira que yo enarbolaba para ganar chapa y prestigio.
El contenido político es una copia sintetizada y chabacana del mensaje gubernamental con la misma tendencia machacona Duran Barbista y el mismo nulo apego a la verdad. Hegeliano le dice a Martina: “mucho esfuerzo y guita nuestra. Dejen de robar y de mentir”. Lo que Hegeliano quería viralizar era que el viaje de Nora Cortiñas no lo había financiado la Argentina Solidarity Campaign sino los impuestos del contribuyente (“guita nuestra”) que, de alguna manera, ellos se habían robado.
Hegeliano debe tener alguna obsesión británica porque en otro mensaje quiere demostrar que sabe inglés y agrega “Kill them all”. Siempre hay una escalada de violencia verbal en estos mensajes. Otro de estos trolls, Claudio Santin, parece decir lo que algunos sectores del gobierno piensan y no se atreven a expresar sobre derechos humanos, Cortiñas y Santiago Maldonado: “otra viejecita adorable haciendo política c siempre c la foto de Maldonado no entiende la viejecita de mierda que lamentablemente se ahogó”.
¿Es todo esto una versión siglo XXI de “la banalidad del mal”? ¿Alguien que hace su laburo, cobra su guita porque si no lo hace él, lo hará otro, así que no le hace mal a nadie, sobre todo hoy que la calle está muy dura? ¿Son verdaderos convencidos? Y si lo son, ¿cómo justifican sus identidades falsas? ¿O es un hecho que no entra en el debate ético de las redes sociales? ¿Tendrán pagos por performance? ¿Cómo se medirá la productividad? ¿Por la cantidad de identidades falsas que crean, por la de mensajes enviados?
Escudados en el anonimato, los Trolls expresan el lado más impune y salvaje de Cambiemos, parte de esa lenta asfixia de la democracia que estamos viviendo. En este mundo fantasmal cualquiera se puede volver un enemigo mortal esté donde esté, sea Londres, Buenos Aires, Madrid, La Quiaca o Tierra del Fuego. Hasta Mirtha Legrand luego de que dejara al desnudo la ignorancia del jefe de estado en relación al ingreso mínimo jubilatorio, pasó a formar parte del enemigo por una brevísima temporada.
En esta asfixia vale la famosa advertencia a los alemanes atribuida a Bertolt Brecht (aunque fue del pastor luterano Martin Niemoller) sobre el peligro de guardar silencio ante la persecución. La advertencia en forma de poema era que una vez que se llevaron a los comunistas, socialdemócratas, sindicalistas y judíos el silencio guardado fue una condena porque “cuando vinieron a buscarme no había nadie más que pudiera protestar”.