La ruptura - 6 puntos 

(Uruguay/Argentina, 2024)

Dirección y guion: Marina Glezer.

Duración: 78 minutos.

Intérpretes: Alfonso Tort, Catalina Silva Bachino, Adriana Ferrer,

Sergio Gorfain, Félix Santamaría.

Estreno exclusivamente en Cine Gaumont y espacios INCAA.

Continúa la mini temporada de coproducciones uruguayo-argentinas. Al estreno, la semana pasada, de Naufragios, de la realizadora Vanina Spataro, se le suma ahora la ópera prima detrás de las cámaras de la actriz argentina (nacida en Brasil) Marina Glezer, un proyecto de larga data que finalmente ve la luz de los proyectores. El uruguayo Alfonso Tort, uno de los protagonistas de la película de Spataro, participa también de La ruptura, acompañado esta vez por Catalina Silva Bachino. 

Ellos son Pablo y Julia, habitantes de un pequeño pueblo costero en la costa del país vecino (el rodaje tuvo lugar ostensiblemente en Cabo Polonio) que se ve sacudido por un fenómeno sino imparable al menos difícil de resistir: la transformación del tradicional paraje ante el avance de las fuerzas económicas, deseosas de reconvertirlo en un destino turístico más convencional. Mientras algunos de los “ranchos” (el término utilizado por los lugareños) son marcados para su demolición mediata, el vínculo entre Julia y Pablo no parece estar atravesando el mejor de los períodos.

La ruptura encuentra a Julia intentando salir del lugar, mientras arrastra por la arena una pesada valija no apta para esos terrenos. “No están saliendo camiones”, es la respuesta no tan inesperada, consecuencia de la coyuntura, razón por la cual la joven debe regresar a la pequeña casa de paredes blancas que comparte con Pablo, quien a diferencia de ella parece haber nacido en el lugar. Las discusiones por las razones más triviales no dejan lugar a duda: la relación ha llegado a un punto en el cual el amor y el deseo le han cedido un buen espacio a los rencores y broncas. En el pueblo comienzan las reuniones y charlas: ¿qué hacer ante la inevitable confrontación con las fuerzas de la ley, esos gendarmes que, por la noche, como si fueran ladrones, llegan con sus latas de pintura para marcar las paredes? Ideas no faltan, las temerarias y las tímidas, e incluso la posibilidad de vencer a un buen precio ronda la cabeza de más de un habitante.

Con un buen uso de las locaciones y una delicada actuación central de Silva Bachino, Glezer –la protagonista de El polaquito, entre otras decenas de participaciones en largometrajes argentinos y latinoamericanos– entrelaza lo personal con lo colectivo, lo íntimo con lo político. La ruptura gana fuerza cuando describe con sutileza, sin estridencias, el terremoto que sacude a Julia, con sus dudas a flor de piel. “¿Debo quedarme o debo irme?”, parece decir su rostro cuando está sola o en compañía de algunos de sus vecinos. Cuando en el relato comienza a ganar fuerza la subtrama política y las discusiones se dejan de lado para tomar –finalmente– acciones puntuales, el film pierde algo de potencia, transformando la justa reivindicación de derechos en una fábula un tanto voluntarista.