Estar vivas y tener que discutir que nuestras vidas importan no me sorprende en este contexto. Hace un mes un hombre se sintió en el derecho de fabricar una bomba y concluir con la vida de tres lesbianas. Todo esto en Bs As la ciudad elegida como la más amigable de América Latina según estadísticas de la industria del turismo. Por otro lado, el gobierno de Javier Milei ha logrado instalar que les trabajadores del Estado no trabajan y así despidió a más 2300 empleados incluyendo personas travestis trans que habían ingresado por Ley de cupo. Me pregunto cómo se logra instalar esto en un país donde había políticas públicas de abordajes de temas cruciales como la violencia de género. 

El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación no tenía simplemente un peso simbólico, sino que era el conjunto de trabajadores que ponían en marcha, con más o menos dificultades, propuestas de acompañamiento a las necesidades populares. Queda claro que estamos frente a una decisión institucional profundamente deshumanizante, que tiene como fin alejarnos los unes de les otres.¿Qué efectos sociales produce que un funcionario, un juez, un diputado, un vocero o el Presidente manifiesten en su discurso público que nuestras existencias “están mal” o que si “tenemos piojos”, tendremos que bancarnos “las consecuencias”? Cuando ese discurso se institucionaliza se les otorga garantía a las acciones de agresores.

No tengo que ser amiga de las compañeras lesbianas de la masacre de Barracas para llorar su muerte y esto rompe la lógica individualizante. Las lloramos sin ni siquiera haberlas conocido. Nos agrupa, nos junta, nos identifica y si algo sabemos hacer como comunidad, es insistir porque conocemos el valor de nuestras existencias.

Que el conjunto del activismo heterosexual no nos acompañe no quiere decir que nosotras no vamos a acompañar otras las acciones políticas por fuera de los reclamos asociados directamente a nuestra comunidad. Como lo hicimos cuando salimos a repudiar los despidos de les compañeres de Télam y tantos otros reclamos. Yo quiero elegir de qué lado de la humanidad quiero estar. 

Mi identidad como travesti no es algo que yo haya podido elegir, pero puedo elegir reivindicarla. No soy negra pero me posiciono en el lugar de la defensa de las personas negras. Yo defiendo la educación pública a pesar de que haya sido una institución que excluyó a muchas compañeras.Vuelvo a cuestionarme un 28J más (la novena marcha Plurinacional y Antirracista En el marco del Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+): ¿nuestras muertes valen menos? ¿valen distinto? ¿Qué parte de tu existencia tiene miedo a salir a putear por las muertes de las travas, las lesbianas y los putos?