La matriarca - 5 puntos

(Juniper/Nueva Zelanda, 2021)

Dirección y Guion: Matthew J. Saville

Duración: 94 minutos

Intérpretes: Charlotte Rampling, George Ferrier, Marton Csokas y Edith Poor
Estreno en salas

La larga lista de películas sobre adultos mayores con dificultades para moverse y una tendencia crónica al maltrato hacia quienes, ya sea por obligación o voluntad, entregan hasta lo que no tienen para cuidarlos tiene, desde este jueves, una nueva integrante con La matriarca, dirigida por el neozelandés Matthew J. Saville. Este conjunto suele caracterizarse por depositar gran parte de los esfuerzos del relato en un –una, en este caso- protagonista de fuste, casi siempre un actor –actriz– de amplia trayectoria y con la espalda suficiente para que su nombre luzca bien grande en los afiches. 

El honor recae aquí en la británica Charlotte Rampling, un témpano de hielo capaz de poner una distancia insalvable con su hijo y de hacerse detestar por su nieto Sam (George Ferrier), un adolescente inglés que viaja hasta Nueva Zelanda, donde ella se radicó luego de haberse partido una pierna, para cuidarla. No lo hace de buen pibe ni nada, sino como castigo por haber sido expulsado del internado donde estudiaba.


Ruth (Rampling) es una fiera rebelde, nostálgica y rebelde encorsetada en el cuerpo de una anciana, una de esas personas a la que nadie le cae bien y tiene muy pocas ganas de disimularlo. Al contrario, hay un extraño disfrute en el maltrato. ¿O acaso esa búsqueda de rechazo responde a otra cosa? Por lo pronto, la enferma que la cuida cumple con todos y cada uno de sus deseos, incluyendo acercarle varias jarras por día rellanadas con media botella de ginebra, otro tanto de agua y varias rodajas de limón, y está tan acostumbrada que no le importa. Sam, en cambio, es un fierecillo tan indomable como la abu y quiere dar pelea. Y lo hace: le desconecta el timbre con el que pide asistencia, le contesta tan mal como ella a él y hasta osa rebajarle su brebaje, un pecado que paga recibiendo un vaso de vidrio en la cara. Por ahí anda también el padre de Sam (Marton Csokas), quien tiene varias facturas pendientes hacia su madre y otras tantas de parte de su hijo, una línea argumental que irá cobrando relieve a medida que avance la trama central.

La presencia de una actriz del tamaño de Rampling es condición necesaria para que una película de este tipo funcione. Pero no suficiente. Una vez superado el Ecuador del metraje, y habiendo comprobado que el nieto no se achica ante nada, Ruth comienza a bajar la guardia para disfrutar los pequeños momentos de la vida cotidiana y mostrarse como una anciana frágil y atravesada por la certeza de que su tiempo se acaba. Con circulación por varios festivales europeos de segundo orden durante el segundo semestre de 2021, La matriarca se corre del eje centrado en la compleja interacción entre los personajes para ingresar en el siempre ripioso terreno de la búsqueda de emoción, ladeando hacia un tono crepuscular imperado por escenas en espacios abiertos y una música incidental que tira toda la carne al asador para que se entienda muy bien que el final se acerca. El resultado es una película que, si la viera Ruth, seguramente no le gustaría por su excesiva sensiblería.