La inconfundible melodía electrónica de “Axel F.”, el tema compuesto especialmente para la banda sonora de Un detective suelto en Hollywood por el alemán Harold Faltermeyer, vuelve a sonar en los parlantes. Pero esta vez, signo de los tiempos, la música no se escucha a través de los grandes altavoces de una sala de cine, sino en las pequeñas bocinas del televisor. Es que el personaje interpretado por Eddie Murphy por primera vez en 1984, un verdadero clásico de esa era, está de regreso, luego de un hiato de dos décadas: al film original con dirección de Martin Brest le siguieron dos secuelas, la primera en 1987, dirigida por Tony Scott, y la segunda en 1994 por John Landis. Los tres largometrajes están disponibles actualmente en Netflix, lo cual tiene su lógica: la plataforma fue la encargada de coproducir y lanzar al mercado mundial la cuarta parte de la saga, que el propio Murphy reconoce estuvo añares en carpeta, hasta que los astros se alinearon y la producción obtuvo luz verde.

Durante muchos años el comediante –que debutó en el cine en una película que marcó el camino para la célebre saga del detective de Detroit: 48 horas, de Walter Hill (1982)– despotricó contra Un detective suelto en Hollywood III, deseando casi que nunca se hubiera realizado. Es que, a diferencia de los dos films previos, comedias de acción hechas y derechas, imitadas al infinito en la era de oro de los buddy cops (las películas de parejas de policías, en general desparejas, desde Arma mortal a otros ejemplares menos canónicos), el film de Landis estuvo jugado al disparate absoluto. 

Allí Axel Foley, el protagonista, se lanzaba al absurdo en un parque de diversiones, ya fuera dentro de un traje de peluche o intentando rescatar a un niño en un juego averiado. De alguna manera, Un detective suelto en Hollywood: Axel F., regresa al tono de las entregas ochentosas, con dirección del debutante Mark Molloy, un guion escrito a seis manos y la producción del propio Murphy más el veterano Jerry Bruckheimer.

La entrevista con Página/12 se da en el marco de un típico junket a distancia, con periodistas de todo el mundo entrando y saliendo de “cuartos” virtuales para conversar con el reparto y el equipo. La charla con Eddie Murphy es mano a mano, pero los minutos son escasos. El cronista admite que creció viendo a Axel F. colgado de un camión en movimiento y tiroteándose con los esbirros del villano Victor Maitland, y que su edad era de apenas diez años cuando Beverly Hills Cop (el título original es geográficamente diferente al local) se estrenó en las salas de cine de todo el mundo. “¿Diez años? ¡Qué bueno! ¿Sabés una cosa? El Papa tenía 45 años cuando se estrenó la película”. La respuesta de Murphy es inesperada y humorística, pero de inmediato se pone serio al recordar el largo proceso de espera para poder filmar la cuarta parte de la franquicia, además de la importancia del rol de Axel F. en su carrera, que cimentó el primer escalón dorado en el ascenso al estrellato hollywoodense.

“No sé si ‘importancia’ es la palabra correcta, pero le tengo muchísimo cariño al personaje. Un detective suelto en Hollywood fue la primera película con un protagonista negro en la historia del cine que se transformó en un fenómeno popular alrededor del mundo. Todos los países, todas las etnias se enamoraron de la película, que además fue muy divertida de hacer. Ese es mi recuerdo. Hicimos tres películas, pero la tercera no me gusta tanto como las dos anteriores, así que cuando surgió la idea de hacer una cuarta era importante para mí que tuviera todos los elementos de las originales. Se escribieron muchos guiones durante todos estos años, se desarrollaron muchas historias. Leí al menos ocho guiones posibles, pero ninguno de ellos me parecía del todo bien. Finalmente se involucró Jerry Bruckheimer, el productor original, y fue él quien se puso al hombro el desarrollo de otro guion. A partir de allí surgieron los elementos de la historia, incluida la idea de que Axel F. tuviera una hija, y ahí sí, finalmente, tuvimos una película”.

Durante los veinte años de ausencia en la pantalla, Axel F. se casó, tuvo una hija y se divorció. Esa hija, Jane, interpretada por la actriz Taylour Paige, no tiene la mejor relación con el padre, aunque sería más correcto decir que el vínculo es virtualmente nulo. Sin embargo, basta que un grave episodio ponga la vida de la joven abogada en peligro para que el ahora veterano policía de Detroit vuelva a tomarse un avión, desde luego con destino a California, para intentar descubrir qué fuerzas ocultas y corruptas sobrevuelan sobre su hija, reencontrándose de paso con los viejos amigos. 

Un detective suelto en Hollywood: Axel F. vuelve a contar con la participación de Judge Reinhold, Paul Reiser y John Ashton en sus roles de siempre, amén de nuevos rostros en la saga como el de Joseph Gordon-Levitt y Kevin Bacon. La fórmula es conocida y el efecto nostálgico está asegurado, a tal punto que gran parte del film está pensado como un ejemplar retro de un género que tuvo su apogeo hace varias décadas. Desde luego, eso incluye varias escenas de acción a la vieja usanza, con decenas de autos chocados en el camino.

Algunos de los gags verbales del film están relacionados, precisamente, con los cambios en la sociedad de un tiempo a esta parte, sobre todo luego de la aplicación de la corrección política en todos los estamentos de la vida pública y también la privada. En particular aquellas cuestiones ligadas a la diversidad racial y el sexismo. No casualmente, cuando el espectador espera la típica escena en un local de striptease –un clásico de la saga y del cine policial de los años 80 en general– lo que aparece en pantalla en su lugar es Luis Guzmán cantando un tema en modo karaoke. El mundo ya no es el mismo que solía ser en 1984 o 1987. 

“¡El mundo no es el mismo que era en 2020!”, responde Murphy con una sonrisa. “Esa escena con Guzmán es exactamente lo opuesto a un bar de strippers. Pero no intentamos ser políticamente correctos. Creo que una de las razones por las cuales estas películas funcionan es que no intentan hacer grandes declaraciones, sino simplemente contar una historia que sea buena, graciosa y llena de acción”.

El tiempo de la entrevista se acaba, pero un último detalle de color surge en la conversación. ¿Sabe Eddie Murphy que en la Argentina un hombre llamado Roberto Sena, el gran autor del porno nacional y popular, fallecido hace casi dos años, llevaba el nom de plume de Víctor Maytland? Es decir, el mismo nombre del villano en la primera entrega de la saga, interpretado por Steven Berkoff, aunque con una “y” en lugar de la “i” original. “¿El Victor Maitland argentino? Lo voy a googlear. Siempre pensé que algún director porno debería haber filmado Beverly Hills Cock o algo por el estilo. ¿Hizo el Victor Maitland argentino algo así?”. La charla termina entre risas, con un Murphy que recuerda así sus orígenes en la comedia stand up, tirando la idea de una posible producción XXX que, jugando con el título original y el latinoamericano de su película, podría perfectamente traducirse como “Una poronga suelta en Hollywood”.

 

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