“Llamar al 144 le salvó la vida a mi mejor amiga” dice Florencia, tiene 32 años y es jefa de cocina de un restaurante. Utilizó la línea de asistencia y asesoramiento a mujeres y LGTBIQ+ en situación de violencia cuando recibió una video llamada de su amiga que estaba encerrada en la habitación de un segundo piso. Era en la casa que compartía con su pareja en el partido de la Costa. Florencia estaba en Tablada, a 400 kilómetros, su amiga le contó que su pareja le había pegado y amenazado de muerte: “Me decía que para escaparse tenía que saltar por una ventana y yo entré en pánico porque no sabía qué hacer, ella no quería que yo llamara a la policía ni a su familia. Yo estaba desesperada  y a un montón de kilómetros, lo primero que se me ocurrió fue llamar al 144. Me contuvieron muchísimo y después de un largo proceso ella pudo salir de esa situación de violencia, acceder a abogados y todo eso sucedió a partir de ese llamado”, cuenta Florencia. 

Es una de las muchas historias detrás de una línea creada en 2013, a la que se puede llamar sin crédito en el celular, que llega a cada rincón de nuestro país y que está siendo desguazada por el ajuste llevado adelante por el gobierno.

Sillas vacías

La eliminación de políticas de género forman un campo minado en relación a la prevención y asistencia a la violencia contra mujeres y personas LGTB a partir de que en el ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad -donde se aloja la Línea 144- despidieron al 85 por ciento de sus trabajadorxs en el marco de una ola de despidos en el Estado.

“Yo estaba en la guardia de la oficina, de 16 compañeras que estaban atendiendo la Línea en su puesto de trabajo, 14 recibieron el mail de despido. En esa guardia quedaron dos compañeras atendiendo la Línea”, dice Fernanda Fuentealba, secretaria general ATE ex Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y actual trabajadora de la Línea 144 en donde el viernes pasado fueron despedidas 75 de las 146 trabajadorxs que había. Quedan 71 personas para todas las guardias las 24 horas de todos los días del año y en todo el país.

El viernes pasado 75 trabajadoras de la Linea 144 recibieron un mail que les comunicaba que no se renovaban sus contratos. 

La Línea pertenece a lo que era el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la cartera Nacional, que pasó a ser una Subsecretaría en Capital Humano para finalmente quedar como un área dentro del Ministerio de Justicia bajo el ala del abogado Mariano Cúneo Libarona, que, además de tener fuertes vinculaciones con la defensa del condenado a 16 años de prisión por abuso sexual, Carlos Alperovich, sostiene que “la violencia no tiene género”. Así lo dijeron ayer desde su oficina de prensa: "No vamos a tener política de género. Nuestra política está orientada a ayudar y proteger a todas las personas que estén en situación de violencia y riesgo sin importar su sexo".

Está claro que el lineamiento del gobierno apunta a desarticular el tejido de acompañamiento y sostén que lleva años de construcción hacia adentro y hacia afuera del Estado: “Los argumentos para los despidos son que hay superávit de trabajadoras, que hay que hacer un achique del Estado”, explica Fernanda y agrega: “Dicen que la Línea no va a ser más de género sino de violencias de todo tipo. De todas maneras para estos nuevos objetivos no nos dieron lineamientos específicos de cómo abordar esos llamados, nosotras seguimos trabajando con los mismos protocolos desarrollados que tenemos para el abordaje y la articulación de los casos” explica.

¿Cómo funciona la Línea 144?

Nerina Coronel es activista transfeminista y ex trabajadora de la Línea 144. Trabajó allí durante tres años: “Lo primero que se hace es identificar desde el primer llamado si existen factores de riesgo en el relato. Esto tiene que ver con un entrenamiento y una formación que se da de forma permanente a les operadores. Los factores de riesgo tienen que ver con la presencia de menores en la escena, armas, amenazas de suicidio por parte del agresor, violencia física o que no haya una red de contención social presente” explica. Todos estos factores tienen que ver con uno de los pilares de este trabajo: la escucha activa. “Sin tener que hacer preguntas muy estandarizadas sino pudiendo escuchar a la persona que se contacta, poder identificar los factores de riesgo y brindar un acompañamiento a la mujer que por ahí se encontraba aislada en una localidad o en una provincia lejos del acceso a un servicio”, cuenta Nerina.

El trabajo que se realiza desde la Línea 144 no termina en los llamados, existe una articulación con otras áreas que pertenecían al MMGyD o incluso a otros ministerios, a esto se suma el acompañamiento que en muchos casos puede durar años. “El acompañamiento continuaba de manera institucional, facilitando recursos si se quiere hacer una denuncia y que esa denuncia tenga medidas de protección eficientes. En algunos casos tenía que ver con facilitar la información para trasladarse a otro lugar. Durante la pandemia, se gestionaron muchísimos permisos de circulación y traslados para esas personas que se encontraban lejos de su lugar de origen” cuenta Nerina en diálogo con Las12.

“Si no fuera por ese llamado y lo que pasó después, yo estoy segura que al día de hoy mi mamá no estaría viva”, dice Fernanda Garay, tiene 37 años y llamó a la Línea 144 en febrero de 2021. “Estaba embarazada, discutiendo con mi progenitor cuando agarró una silla para golpearme. No llegó a hacerlo, yo le pregunté a mi mamá ¿Vos querés seguir viviendo con este tipo? Ella me dijo que no y las dos nos fuimos. Inmediatamente llamé al 144, al rato vino la policía a la puerta de mi casa y nos tomó la denuncia”, cuenta. Fernanda trabaja en un comercio, durante mucho tiempo tuvo miedo a estar sola, desde la Línea le hicieron un acompañamiento que duró casi dos años: “Todo esto fue un sábado, el martes siguiente yo tenía un botón antipánico y la perimetral que me la gestionaron desde la Línea, hasta el año pasado seguía recibiendo llamados de ellas”, cuenta Fernanda y agrega: “Ese día, el de la denuncia, él mismo me mandó un mensaje de audio diciéndome que le devuelva a mi mamá porque sino me iba a matar. En mi casa siempre había habido violencia, a mi mamá le pegaba y a eso le pudimos poner fin a partir de esa comunicación con la Línea, siempre le voy a estar agradecida”.

Antifeminista

Una de las promesas de campaña de Javier Milei fue eliminar el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, lo hizo en medio de la cruzada de achicamiento estatal y en nombre de la emergencia social, económica, administrativa, financiera y cambiaria que utilizó como coartada para llevar adelante la Ley Bases. El relato antifeminista se fue profundizando a partir de su desembarco en el Estado y el lugar elegido para hacer estallar la destrucción tan deseada es donde convergen las políticas públicas que en los últimos diez años transformaron vidas concretas de mujeres y personas LGTBQ+. Las anisas de pulverizar el Estado también vienen de la mano de desarticular la capilaridad que produjo que muchas mujeres pudiesen salir de los círculos de violencia en los que tal vez llevaban años.

Cuando Manuel Adorni habló en conferencia de prensa a pocos días de la masacre de Barracas, puso especial énfasis en destacar que "es injusto hablar solo de este episodio cuando la violencia es más abarcativa" y agregó: "Está mal, sea a quien sea". En ese momento, el vocero presidencial no enmarcó el asesinato de las tres lesbianas ni como un crimen por violencia de género ni por la orientación sexual. Su discurso se completa con el que recientemente utilizó el Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, para explicar los despidos en el ex Ministerio de Mujeres: “Hemos despedido al 85 por ciento de los empleados del ex Ministerio de la Mujer. Los restantes pasarán a cumplir funciones dentro de la órbita de la Dirección de Protección a la Familia, y asistirán a TODOS los argentinos que atraviesen una situación de violencia y riesgo” publicó en su cuenta de X.

Patético: un funcionario niega la especificidad de las violencias machistas. 

“Lo que se intenta es desarmar la idea de que existen estructuras de desigualdad” dice Rocío Zuviría, ex trabajadora del MMGyD. Para ella la idea que la Línea va a atender todo tipo de violencias es mentira: “Es parte de los discursos de este gobierno, como si fuera que la Línea no es lo suficientemente amplia y entonces ellos la van a ampliar. Pero lo que quieren instalar es que no existe la diferencia de género, no hay desigualdad de género y mucho menos la violencia de género. En esta tanda de despidos apuntaron contra los espacios de memoria y contra la militancia de género, porque quieren mostrar que el feminismo es algo malo”, explica.

Que la Línea pueda absorber “todos los tipos de violencia” es algo que de hecho venía sucediendo según cuenta Zuviría: “Cuando los llamados son por algún tipo de violencia que no era de género, se deriva al área o al ministerio correspondiente, con lo cual eso siempre estuvo garantizado”.

Sin tono

“Me contaban de la guardia de la tarde que había 30 llamadas en espera y no daban abasto porque muchas operadoras habían sido despedidas. ¿Qué es lo que pasa del otro lado? Nunca lo vamos a saber” dice Daniela Daniela Ledesma Novaro, psicóloga y una de las despedidas la semana pasada. La pregunta que se hace es clave para ilustrar que alcance tenía la Línea y qué puede suceder ahora con su vaciamiento.

Daniela comenzó a trabajar en 2020, en pleno ASPO: “Últimamente yo definía la línea como una guardia de emergencias de un hospital, porque al ser federal, al atender en todas partes del país, la dinámica es casi como el 911” explica. “Hace un mes nos llegó un caso de dos chicas de 15 años que vivían en Tucumán, en zona rural. No había recursos ni instituciones cerca, estaban siendo abusadas por su tío. Nos llamaron y lo que hicimos fue articular con el servicio local de niñez de San Miguel De Tucuman y con la comisaría, para que las puedan ir a buscar y hacer la denuncia”, cuenta Daniela.

El desfinanciamiento de la Línea es clave en la cruzada del gobierno de desbaratar la asistencia y el acompañamiento a mujeres víctimas de violencia, en el marco de un plan que apunta a las políticas de género, a seguir levantando la bandera de la batalla cultural y a desarticular el trabajo que a muchas les transformó la vida.