Las “juntadas pilcheras” se organizan a través de Instagram y Whatsapp. Desde hace algunos meses se empezaron a reunir en distintos shoppings del conurbano y ocuparon un importante lugar mediático a partir de una pelea en el Tortugas Open Mall, en el conurbano norte, que terminó con cuatro heridos de arma blanca, todos ellos entre 14 y 16 años de edad.

Los pibes y las pibas se lookean especialmente con conjuntos deportivos y zapatillas cuidadosamente elegidos, para ver y ser vistos, fotografiarse, filmarse y subirse a las redes. Originalmente se trataba de reuniones pacíficas y muchos llegaron a comparar la movidad con la que los floggers protagonizaron durante la primera década de este siglo.

Sin embargo, la aparición reciente de hechos de violencia y de operativos de seguridad tendientes a prevenirlos, puede modificar el curso de este nuevo ritual adolescente, que ya comenzó a replicarse también en otras ciudades fuera de la provincia, como Rosario, Mendoza y Neuquén.

La de Tortuguitas no fue la primera ni la última. Se suelen encontrar por zonas: los “pilcheros” de zona norte y sur, y en menor medida los del oeste y de La Plata. Sin embargo, la de Tortugas que terminó en trifulca parece haber sido un punto de inflexión.

El fin de semana pasado, un importante operativo de seguridad impidió que se realizara una “juntada de chicas” en el Unicenter, muy cerca del Tortugas. Algo similar ocurrió en Rosario, donde no se les permitió el acceso al shopping y el encuentro se hizo en las calles circundantes. La agenda estuvo cargada: una juntada en el shopping de San Justo se desarrolló en paz, pero otra de unos 250 pibes en el Parque Central de Neuquén terminó en corridas, golpes y una docena de detenidos.

Desde hace varios años, la ropa deportiva se convirtió en objeto de deseo y signo de status para los pibes y las pibas. Las marcas de las tres tiras, la pipa, el puma y todos sus derivados, pasaron a ocupar un rol central en la cotidianidad de los adolescentes. En los espacios de encuentro, no pasa desapercibido aquel que se esmera por mostrar un conjunto de pantalón y campera, unas buenas 'yantas', o una visera.

¿Ahorrar en ropa? Por el costo de cada una de las prendas, la ropa pasó a ser un objeto de colección. En cientos de grupos de Facebook o Instagram, los jóvenes intercambian viejos conjuntos deportivos por precios parecidos a los de los nuevos. "Vendo conjunto Real Madrid 2012", "cambio conjunto selección Argentina 2014", "busco campera del Manchester United 2016", y así sucesivamente.

“Hay turros que prefieren tener ‘un par de conjuntos limpios’ antes que ‘un trucho'", explica uno de los chicos que participó en varias juntadas. En el novedoso glosario joven, "un trucho" es el nombre con que suelen identifcar a las motos robadas. Cuando habla, cuenta que en otros grupos, generalmente de Telegram, en el intercambio, además de plata y ropa, entran en juego otros factores como la droga, la plata "rápida", o los vehículos. Así, es normal ver usuarios que ofrecen frascos de marihuana a cambio de una campera, o incluso una moto sin papeles que hay que sacarse de encima con urgencia.

También abundan las réplicas, sobre todo de zapatillas, provenientes de países vecinos, con Brasil como primera opción. A pesar de su condición de "truchas", son vendidas por encima de los cien mil pesos. La explicación es simple. Se trata de réplicas de modelos de las marcas globales que, en su diseño original, no llegan a Argentina.

El gran ejemplo es el de las "VaporMax", 'yantas' que hasta se convirtieron en el título de una conocida canción del trapero Duki. “Las Nike 'vapor' originales valen mínimo cuatro gambas, pero aunque tengas la teca, son muy difíciles de conseguir”, agrega la misma fuente.

El fanatismo de los sub 25 por la ropa deportiva, especialmente de los que pertenecen a sectores populares, además, se plasma en muchas canciones de géneros urbanos nacidos en la provincia de Buenos Aires, como la cumbia villera o el RKT. Los artistas del momento, en casi la totalidad de sus obras, hacen alguna mención a la vestimenta. Esta particularidad puede apreciarse en el tema "Talle Sport", compuesto por el Malandro, un rapero de Las Tunas, un barrio del partido de Tigre:

"Y yo pa' siempre categoria/ Running, trekking, training de por vida/ Tennis classic a lo Guillermo Vilas/ Tranqui, cheto, ranking, deportivas!/ Aunque no corra ni de acá a la esquina/ Aunque al gimnasio nunca en mi puta vida/ Aunque no sepa pa' qué sirven, ni pa' qué rutina/ Quedan re chorras, compa, divinas/ Dime qué yantas y te diré quién eres/ De dónde viene, si se la gana o si lo mantienen/ El que se la gana sabe lo que duelen/ Embolsadas hasta el bondi, por el barro, cuando llueve". 

El sociólogo José Garriga Zucal advierte que lo central de las juntadas no parece ser la violencia. "Es más bien un juego de construcción de identidades y pertenencias. Creo que la violencia es más bien un subproducto no deseado. Pero la violencia no es exclusiva de los sectores populares sino que atraviesa clases sociales. ¿Sería muy distinto el resultado si fueran diez o quince equipos de rugby? La virilidad se construye atravesando pruebas”, explica el también docente e investigador de UNSAM, cuya mirada aporta varios elementos a la hora de desentrañar y comprender este fenómeno. 

Al tratarse de convocatorias abiertas, masivas, en lugares públicos o semi públicos, a veces se cruzan grupos que arrastran alguna rivalidad y cualquier cruce de miradas o palabras puede hacer que todo se desmadre.

En La Plata, por ejemplo, las juntadas se producen en la zona céntrica, en Plaza San Martín y sus alrededores, y las organiza un grupo que se presenta en las redes como “El Rejunte”, oriundo de San Carlos, que rivaliza con el grupo de “barrio Las Quintas”. Cuando se cruzan, vuelan piedras y botellas y a veces lo sufren las vidrieras de los comercios. Todo ello queda debidamente publicado en las redes, sobre todo en Instagram y Tik Tok. En diciembre pasado, uno de ellos, "El Plaga" o "Plaguita", de dieciseis años, fue muerto de un puntazo en una gresca.

“Especialmente entre los jóvenes, más cuando no existen muchos otros caminos, la violencia es un recurso para obtener reconocimiento de los pares, para legitimarse”, agrega el investigador.

No todos los que acuden son violentos, pero "la pilcha" o "el conjunto" es un tópico que atrae a casi todos los grupos de adolescentes, violentos o no, de manera que distintos tipos de socialización acuden a esas convocatorias, se meclan y entrecruzan.

Garriga Zucal reconoce también que esta nueva forma de hedonismo o individualismo de los sectores populares no coincide con la mirada que ciertas clases medias tienen de ellos. “Este proceso de involución de lo comunitario y de repliegue del sujeto sobre sí mismo ya atraviesa a todas las clases sociales. Empezó en las clases medias pero es generalizado”.

El sociólogo, que también enseña en una escuela secundaria de un barrio popular, aporta un elemento común entre estas juntadas y el juego on line. “El juego también es individual, pero no alcanza con ganar, tengo que mostrarle al otro que gané. Acá parece haber algo similar, una necesidad de ser visto”.

Comenta que “no es nuevo que la tecnología construye al sujeto, pero hay que profundizar mucho en la incidencia de las redes sociales en estas dinámicas. Se observa una necesidad de juntar likes como sea, de construir una imagen ganadora para posicionarse dentro de la jerarquía”.

Consultado acerca de los comentarios racistas que circularon estos días, tanto debajo de las noticias periodísticas como en los medios, Garriga sostiene que “allí hay algo del orden de la invasión, de la idea de que no deberían acceder a ese espacio. Me pregunto si los comentarios serían los mismos si se juntaran en una plaza o en una estación”.

Por último, agrega que "si bien nada de esto es nuevo, recientemente parece haber cobrado un nuevo impulso, una legitimación mayor. A la vez, las clases populares empiezan a manifestar su preocupación por su propia salud mental, algo que antes no ocurría".