Mauricio Macri completó su plan de dejar a Patricia Bullrich sin ningún cargo partidario. La ministra de Seguridad iba a ocupar la presidencia de la Asamblea del PRO como parte del pacto que hicieron para que hubiera lista única y Macri asumiera la presidencia del Consejo Nacional. No obstante, tras los últimos escarceos, el ex presidente ordenó desconocer el acuerdo. La Asamblea desplazó a los bullrichistas y votó a Martín Yeza como nuevo presidente. El bullrichismo se retiró airado, así como la representante de Horacio Rodríguez Larreta, que ni colaboró ni obstruyó la jugada. Bullrich anunció que no romperá el PRO, pero que a partir de ahora hay una corriente interna que buscará la alianza con Javier Milei y disputará a la conducción. La asamblea fue lapidaria sobre la frase del presidente: "El PRO no se fusionará con La Libertad Avanza".

Un hotel de Balvanera fue el campo de batalla de un nuevo choque entre Macri y Bullrich. Desde hacía días que se advertía que, pese a los acuerdos que habían alcanzado a comienzos de año, Bullrich no iba a ser ungida presidenta de la Asamblea del PRO, lo que hubiera supuesto una suerte de balance de poderes dentro del partido. No hay tal: Macri no reconoce ningún doble comando y quiere purgar al partido de todo dirigente que responda a Bullrich. No los va a expulsar, pero no quieren que manejen ningún cargo partidario.

Golpear primero

Dicen que el que golpea primero, golpea dos veces. Por eso, Bullrich, sabiendo que no tenía posibilidades de ganar, se aseguró el primer golpe de efecto de la batalla.

El primero en hablar en la asamblea fue el larretista Claudio Romero quien dio inicio al encuentro y le cedió la palabra a Nidia Moirano como presidenta provisoria. Los macristas esperaban que, en su rol, simplemente llamara a votar, pero ahí vino la primera jugada de Bullrich. Moirano pidió que simplemente se proclame a Bullrich presidenta de la Asamblea, en vistas del acuerdo de listas de marzo. Esto llevó a un griterío y no terminó de casualidad en sillazos.

“¡Que se vote! ¡Que se vote!”, coreaban los macristas, mientras los bullrichistas decían a los gritos que se habían roto todos los códigos. “¡Lo más importante es la palabra! ¡Hay que cumplirla! No se comporten como niños en una asamblea universitaria”, se indignaba la bullrichista Silvana Giudici.

Incluso, hablaron de prácticas clientelares: dijeron que se habían usado fondos del partido para movilizar a los asambleístas de las provincias, lo que incluía pasajes de avión y cuartos de hoteles. "El problema de Pato es que en el PRO del interior no la pueden ver. Ella les prometió cargos como presidenta del partido y, cuando la apoyaron, repartió todo entre sus amigos porteños. Por eso, le votaron en contra", decía a este diario un viejo conocedor del PRO.

Cuando quedó claro que iban a perder la votación, los representantes de Bullrich se retiraron. También lo hizo la larretista Guadalupe Tagliaferri: “No cuenten conmigo para olvidarme de nuestros principios, para andar por la vida política repleta de contradicciones. Yo estoy en el mismo lugar que siempre estuvimos. Es por eso que frente a estas dos opciones de fusionamos o en alianza, mi postura es la abstención”, señaló. Así el larretismo no apoyó la jugada de Macri, ni tampoco la obstaculizó. Y, a futuro, dejó en claro que Larreta no acompaña la opción de Bullrich de fusionar los partidos, pero tampoco la alianza electoral, a la que Macri no le cierra la puerta.

Sin fusión

Finalmente, lo eligieron a Yeza como titular de la Asamblea. Salió inmediatamente a condenar la actitud del bullrichismo: "Ojalá que sea la última vez que ven al PRO en estos actos inmaduros de que si no tenés la razón, te vas y decís cualquier cosa del otro. Es lo que nos trajo hasta acá. Han sido cuatro años del PRO de internas con Larreta, con Bullrich. Mauricio dice somos el cambio o somos nada y ese es el mantra con el que vamos a trabajar". "Vamos a seguir defendiendo la institucionalidad en la Argentina. Si hoy el PRO no existiera, el Gobierno estaría en minoría absoluta en el Congreso y la Ley Bases no hubiera sido sancionada", le recordó al Gobierno

Hubo un comunicado que dejó claro cuál era la posición que se había impuesto: "El PRO no se fusionará con La Libertad Avanza. ⁠Apoyamos al gobierno de Javier Milei y todas las iniciativas que acompañen el cambio que la Argentina votó".

Sin ruptura

Bullrich siguió los acontecimientos desde un café cercano. Para marchar la cancha, primero publicó una carta donde recordó que fue la candidata a presidente del PRO el año pasado, la cantidad de votos que sacó y donde dijo que no se desvivía por un cargo. “El debate que quiero dar en el PRO no es un debate de cargos, es mucho más profundo: es un debate de rumbo. No vamos a dar marcha atrás. Decidimos apoyar a Javier Milei porque si el cambio no se daba ahora, nos hundíamos", afirmó.

Luego, cuando todo había terminado, improvisó un discurso de arenga ante su círculo cercano de dirigentes. Afirmó que a partir de ese momento, se abría una nueva etapa del partido, con dos corrientes internas. "Les vamos a disputar poder. Ellos se quedan con un PRO muy disminuido", castigó la ministra de Seguridad. Luego, ratificó ante un medio de comunicación que no iba a romper el bloque de Diputados nacionales: “Ni loca. Nos quedamos”, fue su respuesta. No quiso hacer más declaraciones ante medios, más cuando se encuentra en medio de la investigación del caso Loan.

No obstante, sus dirigentes hablaron por ella. Por ejemplo, Pablo Walter dijo: "Nos sorprendió hoy a todos. Incumplieron el acuerdo. Se quedan con un partido chiquito, el partido de los amigos, el partido de los perdedores". El legislador porteño Juan Pablo Arenaza consideró que "no es un problema de Patricia sí, o Patricia no, es un problema de no traicionar lo que pidieron los votantes. No le tiene que explicar a Bullrich, sino a los votantes del PRO que hoy están acompañando este cambio profundo". Y también se puso picante: "Cuando Macri estaba jugando a la Playstation, Patricia Bullrich ya estaba haciendo política en la Argentina".